El fútbol crecerá en un ambiente de paz
La categoría sub 17 del torneo Amistad del Sur es uno de los escenarios más importantes para el fútbol juvenil en Bogotá
Hernán Camacho
El Club Deportivo Centenario es uno de los equipos que juega una nueva versión del legendario Torneo Amistad del Sur, popularmente conocido como el Hexagonal del Olaya. El torneo de fútbol capitalino más importante con el que se abre el año. Para muchos bogotanos la cita es imperdible. El fuerte sol vespertino no es excusa para dejar de acompañar las jornadas de fútbol que en esta oportunidad tienen un atractivo adicional: el fútbol juvenil bogotano.
El hexagonal del Olaya tiene una versión juvenil de categoría sub 17. Chicos que apenas cursan estudios de bachiller, pero que ven en el torneo un buen escenario para demostrar su talento y apuntarle a un futuro como profesionales. Con ellos y con Jairo Ulises Camargo, preparador técnico al servicio de Centenario, habló VOZ, sobre el fútbol bogotano y el Hexagonal del Olaya desde el banco técnico.
–¿Qué significado tiene para un plantel de jugadores sub 17 el hexagonal del Olaya?
–El hexagonal del Olaya, en sus dos categorías, sub 17 y profesional, históricamente ha sido un torneo que reúne a la familia del fútbol bogotano. Puede acompañarse esta competición de forma gratuita y está abierta para todos los públicos. De igual manera es un torneo donde confluyen jugadores de gran recorrido en el fútbol nacional e internacional, jugadores aficionados y jóvenes con gran proyección. Es decir: es un torneo para todos los gustos. La motivación de los jugadores para brindar un buen espectáculo es la importancia que va muchísimo más allá del dinero. Para unos es mantenerse activos en el profesionalismo, otros por intentar consolidarse en torneos de primera B y primera A, y obvio la juventud que busca en el fútbol una forma de vida.
–Las tribunas se llenan. Nada despreciable la cantidad de gente que acompaña a los sub 17.
–Es verdad, el fútbol en el sur de Bogotá es una pasión que, contrario a desparecer por la abundante oferta de fútbol mundial en la televisión, crece entre la familia y sobre todo entre quienes ven en el torneo juvenil un escenario para ver ese deporte sano donde el jugador se entrega, corre, se atreve sin miedo a equivocarse, hacen jugadas como muchos llaman de potrero, un fútbol bonito.
–¿Cómo se prepara un equipo de fútbol para una competencia como esta?
–Bueno en realidad hay grupos que vienen trabajando en los diferentes torneos a nivel nacional y su participación es producto de la preparación de todo un año de competencia. Es el caso de Santa Fe que juega como Centenario, o La Equidad, pero otros de no tanto renombre trabajan durante el año para esta competición en particular como Caterpillar o CEIF que juegan con la casilla de Olaya. Ya en el equipo profesional son grupos que reclutan jugadores del fútbol aficionado bogotano, incluso se refuerzan del torneo primera B y otros ex profesionales, y a correr se dijo, a competir.
–¿El hexagonal del Olaya puede ser un indicador del pulso del fútbol bogotano, en especial de los jugadores nacidos en la ciudad?
–Sí, claro, es un torneo con una connotación especial y es que la crítica más fuerte del fútbol colombiano está en las grandes ciudades y entre ellas en Bogotá. La prensa, directivos y empresarios realizan un seguimiento detallado de jugadores, pero no es fácil sacar adelante muchos chicos con grandes capacidades, porque la inversión es muy alta. Son muchachos que no se pueden dedicar a entrenar y vivir ciento por ciento al fútbol, pues tienen obligaciones con sus familias de trabajar para contribuir el jornal diario. Es difícil, pero esa misma situación sucede en Bogotá o en cualquier otra ciudad de Colombia. Por eso la importancia de estos torneos y la oportunidad que tienen cuando los juegan.
–Usted hace parte del equipo técnico de Centenario, pero tiene una vinculación con el equipo profesional Independiente Santa Fe, ¿cómo es su trabajo en divisiones inferiores, qué tipo de jugadores forma?
–Este año Santa Fe lleva dos grupos al torneo del Olaya en dos categorías en nombre de Centenario, la de mayores y el juvenil. Yo realizo trabajos de preparación con el grupo juvenil que lo dirige el profesor Nelson Guzmán, un reconocido exjugador cardenal que incluso hace parte de la nómina de futbolistas del equipo mayor. El tipo de jugadores que se forman fundamentalmente deben ser grandes personas, jóvenes llenos de ilusión, lo que por supuesto fortalece el talento.
En fútbol hablamos que el talento multiplicado con la motivación desarrolla jugadores espectaculares, y creo ese tipo de juventud es la que queremos en Colombia y, claro, para el fútbol. Ya el factor de capacidades cognitivas, coordinativas y físicas se desarrollan con la competencia, el trabajo y exigencia diaria propia del entrenamiento. Ese es el trabajo que realizan las divisiones inferiores de Santa Fe, a grandes rasgos.
–¿Qué pasa con ese puñado de jugadores que nunca llegan a la profesional y se devuelven sin sus sueños cumplidos?
–Es una frustración para nosotros como entrenadores tener que ser directamente quienes asumen ese momento, porque no queremos destruirle la ilusión a nadie, menos a un niño o un joven, pero el fútbol en su naturaleza es excluyente, juegan solo once. Lo que más podemos hacer por ellos es ofrecerles un respeto profundo a su quehacer, pues la ilusión del que juega y el que no es la misma, y si no pueden quedarse, por lo menos que se ganen el respeto, la disciplina para sus futuros proyectos. Por supuesto que tratamos de dejar con ellos una buena relación, ya ellos quedan con una formación técnica donde pueden buscar otras oportunidades en el fútbol aficionado o incluso en otros equipos. Pero lo importante son los valores del fútbol que pueden aplicarlos en la vida.
–Hace algunos meses escuchamos declaraciones del entrenador del Club Atlético Nacional en torno a la debilidad mental del jugador profesional en Colombia para mantener un resultado favorable o competir ante equipos con mucha historia. Desde su experiencia como preparador técnico, ¿es eso cierto?
-Bueno, antes de ser preparador soy colombiano y educador, y durante este 2014 que viajamos por gran parte del territorio nacional compitiendo, es frustrante ver todavía la pobreza de nuestra gente, de los niños; algo que no puede negarse y que influye en el fútbol, es un abstracto de la cultura del país y trae su esencia: dolor, miedo, desconfianza y otras enfermedades que ha dejado la violencia.
Los futbolistas son antes colombianos y muchos de ellos han llegado de regiones afectadas. No es suficiente un departamento de psicólogos o mucho dinero; es fundamental reconstruir una cultura de campeones, pero eso no va a ser posible hasta que el país cambie costumbres que llevan años dañando nuestra juventud. El fútbol crecería indudablemente en un ambiente de paz.
–¿Va por buen camino la formación de las divisiones inferiores de los clubes profesionales de fútbol colombiano?
–Los procesos de formación, no solamente del fútbol, sino de todos los deportes, son muy complejos y pueden ser en algunas oportunidades precarios. Los entrenadores deportivos son los primeros responsables en estudiar, en prepararse, no basta con sus conocimientos, que muchos son empíricos. Hace falta una estructura de formación que se da a partir de políticas públicas con una estructura fuerte.
Inevitablemente los procesos de formación de los formadores cuestan mucho dinero y ese es el primer paso para fortalecer un proceso que deje a un lado la suerte de tener generaciones espontáneas de jugadores y construya una formación generacional de deportistas con inmensas capacidades. Pero eso no solo tiene un doliente, es responsabilidad de muchas instancias del sector deporte.
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