Otro diagnóstico en la política pública de reincorporación
En los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación no estamos en el momento de diagnóstico de la política. Es hora de la gestión del presupuesto.
Fredy Escobar Moncada
CPL FARC ETCR Simón Trinidad
Cuando estamos esperando la fase de presupuesto y ejecución de proyectos, el Gobierno retrocede y nos lanza al inmenso mundo de la parálisis por análisis del diagnóstico. Persiste la falta de concordancia entre la vida de quienes estamos en proceso reincorporación y los desarrollos de la política para dicho proceso. Mientras la miseria es la principal amenaza en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), la Agencia de Reincorporación y Reintegración (ARN) llegó extemporáneamente para aplicar (del 16 al 31 de diciembre) un instrumento de registro vestido de encuesta con piel de empadronamiento. Solo le faltó preguntar cuándo nos vamos.
En los ETCR no estamos en el momento de diagnóstico de la política; ya pasamos esa fase como también pasamos la de planeación y definición de soluciones al diagnóstico; ya decidimos los proyectos que necesitamos; es hora entonces de la fase de la gestión del presupuesto. Y en cambio nos envían 143 preguntas siendo la más importante para el establecimiento aquella de si estás o no estás a su alcance. Pero ese propósito se enmarca con otras preguntas cortadas y pegadas desde otros instrumentos y no indaga sobre las particularidades de esta comunidad. Al punto que el registro no tiene una opción que describa clara y precisamente las características de la habitación en los ETCR.
El registro viene acompañado del acta de defunción del censo de la Universidad Nacional que no se socializó lo suficiente y tampoco fue utilizado en el diseño de la política de reincorporación: algunas citas en el CONPES y más nada. Así mismo, aquí en el ETCR Simón Trinidad tan solo hace quince días habíamos tomado la decisión, junto con las instituciones incluida la ARN, de compilar todos los diagnósticos realizados y evitar la saturación y el sobrediagnóstico con la cantidad de ejercicios realizados en estas comunidades durante los dos últimos años sin que sean utilizados. La política no ha dado el paso siguiente hacia el presupuesto y la ejecución.
Estas son las situaciones propias que aparentan una política pública de gobierno y no una política de Estado como debe ser el Acuerdo de La Habana. De nuevo se desconocen los procesos regionales por parte de la tecnocracia y el centralismo bogotano. También se puede afirmar que el Estado tiene una política y así lo confirma la sistematicidad de estas prácticas para dilatar su compromiso con un proceso social. Aportando de paso a la reedición de un conflicto.
Aquí se recurre al uso político de la tecnología estatal desviada hacia el burocratismo, los diagnósticos por ejemplo. Así la improvisación no aparece tal cual, sino todo lo contrario: pareciera la decisión del Ejecutivo de diagnosticar para tomar decisiones. Pero el impacto de ese arribo tardío de un instrumento más es que continúa el desgaste que dejó el anterior gobierno. En un momento que se pide celeridad.
En ese sentido el instrumento tiene el tóxico del miedo al colectivo. Para terminar, una reflexión con la pregunta 3: ¿Usted está de acuerdo que los ETCR se conviertan en su lugar permanente de vivienda? La obviedad de la respuesta lo que demuestra es la búsqueda de argumentos para la política de reincorporación del Estado, a saber: la dispersión y la aniquilación de la reincorporación colectiva.
Por esa razón la desidia con el proyecto de vivienda de 350 exguerrilleros en el Caribe, el mayor consenso hasta ahora visto en todos los ETCR. Al Gobierno le parece un éxito que “34 proyectos reúnan 279 excombatientes”. Por eso no sorprende que le parezca sospechoso que un solo proyecto reúna 350 excombatientes. Y con tecnología estatal y tecnocrática decide enviarlo al inmenso mar de la parálisis por análisis de la viabilidad técnica del proyecto.
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