Israel quiere el apartheid o la limpieza étnica
La clase política israelí parece estar utilizando el conflicto iniciado el 7 de octubre como pretexto para borrar a los palestinos de Palestina
Vijay Prashad
El 30 de octubre de 2023, las autoridades israelíes dijeron que habían matado a “docenas” de combatientes de Hamás en los primeros días de su invasión terrestre. Mientras tanto, el Ministerio de Salud de Gaza ha tenido dificultades para mantener su sitio web en línea dada la falta de electricidad y de internet, y los ataques. Sin embargo, al mediodía del 29 de octubre, el Ministerio de Salud dijo que el número de muertos en Gaza asciende ahora a 8005 (de los cuales el 67 % son mujeres y niños).
Para aquellos que dudan de las cifras, el Ministerio de Salud ha estado publicando listas de muertos con sus números de identificación israelíes (es una señal de la ocupación de los palestinos de Gaza que cuando nacen, deben ser registrados pero no por la Autoridad Palestina sino por Israel). Save the Children dice que durante estas tres semanas han muerto más niños (3195) por los bombardeos israelíes que los que han muerto en total en todas las zonas de conflicto desde 2019.
La Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA) dijo que hasta el domingo 29, 1,4 millones de palestinos de 2,3 millones estaban desplazados internamente, y 671 mil se refugiaron en 150 instalaciones de la UNRWA. La mayoría de los muertos por las bombas y los proyectiles de los tanques israelíes han sido civiles.
La proporción de muertos entre combatientes (pocos) y civiles (muchos) es alarmante, mucho más allá de lo que ocurre en una guerra (en contraste, de los 1400 israelíes asesinados el 7 de octubre por Hamás y otras facciones, el 48,4 % eran soldados). Al decir que han matado a “docenas” de militantes de Hamas –el supuesto objetivo– y al mismo tiempo haber matado a miles de palestinos, las autoridades israelíes han admitido ante el mundo que su guerra ha provocado muchas más muertes de civiles que de combatientes.
Mientras tanto, el ejército israelí ha enviado sus topadoras para destruir viviendas y negocios en el norte de Gaza, así como en la ciudad cisjordana de Jenin. Poco en esta maniobra parece una operación militar ya que estos hogares y negocios no son instituciones militares. Dada la historia de la demolición de viviendas en Cisjordania para crear asentamientos y el “muro del apartheid”, esta demolición en Gaza y Jenin parece una campaña civilizacional masiva de limpieza étnica para crear lo que la clase política israelí llama el Gran Israel (Eretz Yisrael Hashlema).
La clase política israelí es famosa por decir que quiere cambiar los “hechos sobre el terreno” para que cualquier negociación con los palestinos ocupados se base en esos “hechos” y no en “reclamaciones”. Esto es lo que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha estado haciendo durante décadas a través de asentamientos ilegales en Cisjordania: borrar el hecho de los reclamos palestinos sobre sus tierras y establecer el derecho de los israelíes a toda la masa continental desde el río Jordán hasta el Mar Mediterráneo.
En la práctica, la clase política israelí parece estar utilizando el conflicto que comenzó el 7 de octubre como pretexto para hacer lo que había planeado durante décadas, es decir, borrar a los palestinos de la Palestina histórica y borrar a la nación palestina como entidad.
Dos estados, un estado, tres estados
Cuando las fuerzas políticas palestinas acordaron un “proceso de paz” que resultó en el Acuerdo Provisional de El Cairo (1994) y los Acuerdos de Oslo (1994), adoptaron lo que se conoció como la “solución de dos Estados” a la ocupación israelí de Palestina. El esquema básico de los Acuerdos de Oslo era que una Autoridad Palestina (AP) gobernaría el territorio capturado por Israel en 1967 (Jerusalén Oriental, Gaza y Cisjordania). Los Acuerdos de Oslo, argumentó el profesor Haider Eid, radicado en Gaza, crearon un “bantustán” (como las “patrias africanas” creadas por el apartheid en Sudáfrica).
La implicación del establecimiento de la AP fue que neutralizaría los reclamos palestinos reales sobre la tierra (incluido el derecho de retorno de los refugiados palestinos, establecido por la resolución 194 de la ONU en 1948) y, al mismo tiempo, permitiría al Estado de Israel cambiar los “hechos sobre el terreno” mediante la creación de más y más asentamientos ilegales.
Además, después de la Segunda Intifada (2000-2005), Israel eliminó el requisito de “paso seguro” de Oslo que permitía a los palestinos en Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania viajar a través de estas zonas. En 2005, Israel había anulado los Acuerdos de Oslo, aunque la clase política palestina seguía sujeta a ellos como la única esperanza para el establecimiento del Estado de Palestina (incluso si fuera un pequeño fragmento de la Palestina histórica).
La realidad de la “solución de dos Estados” desapareció a medida que aumentaron los asentamientos en Cisjordania, a medida que Israel absorbía cada vez más el control palestino sobre Jerusalén Oriental, a medida que se dejaba de lado el derecho a regresar y a Gaza era bombardeada casi todos los años. En ese contexto, varios intelectuales palestinos importantes comenzaron a plantear la cuestión de la “solución de un solo Estado”, con un Estado palestino-israelí basado en una idea de ciudadanía no étnica, secular y democrática. Para 2021, la mayoría de los académicos de la región dijeron que los hechos reales muestran que Israel es “una realidad de un solo Estado similar al apartheid”.
La idea de que Israel es un Estado de apartheid está ahora bien establecida en los documentos de las Naciones Unidas y en los informes de derechos humanos. Esta evaluación demuestra dos cosas: primero, que Israel y el Territorio Palestino Ocupado ya son “un solo Estado” y segundo, que es un Estado de apartheid con los palestinos en una categoría de segunda clase.
Los defensores de la “solución de un solo Estado” argumentan que la realidad de un Estado singular ahora requiere ciudadanía igual para todos los que viven en Israel/Palestina. La actual clase política israelí se niega a aceptar la idea de un Estado único democrático y secular, porque está aferrada a un proyecto etnonacionalista de un “Estado judío” que borra la posibilidad de una ciudadanía plena para los cristianos y musulmanes palestinos.
Si la “solución de dos Estados” ya no es práctica y si la “solución de un Estado” es bloqueada por la clase política israelí, entonces lo único que les queda a Netanyahu y otros es la “solución de tres Estados”. Esta es la solución que busca sacar a gran parte de la población palestina de Jerusalén Este, Gaza, Cisjordania y tal vez incluso de dentro de las fronteras de Israel de 1948 y enviarlos a los tres estados de Egipto, Jordania y el Líbano.
Las topadoras que vienen detrás de los tanques en Gaza están intentando empujar a los refugiados palestinos (el setenta por ciento de ellos son descendientes de los enviados a Gaza en la Nakba o Catástrofe de 1948) a través del cruce de Rafah hacia la península egipcia del Sinaí. Esta “solución de tres Estados” es precisamente una limpieza étnica, un crimen según el derecho internacional. Durante décadas, la clase política israelí ha estado dispuesta a llevar a cabo políticas genocidas –incluido este bombardeo de Gaza– para facilitar su proyecto etnonacional de Estado de apartheid que requiere la eliminación de los palestinos y de Palestina.
En 2014, tras la Operación Margen Protector de Israel, la Oficina del Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) abrió una investigación sobre la situación en Palestina. No salió gran cosa de esta investigación. Durante este ataque actual contra Gaza, el fiscal Karim A. A. Khan fue al cruce de Rafah y dijo que el bloqueo de Israel de la ayuda humanitaria a Gaza puede ser un crimen bajo la jurisdicción de la CPI.
De hecho, el apartheid ya es un crimen según el Estatuto de Roma de 2002 que creó la CPI. Tanto la “realidad de un Estado similar al apartheid” como la “solución de tres Estados” de limpieza étnica son delitos graves que requieren investigación. ¿Pedirá Khan a los jueces de la CPI que elaboren órdenes de arresto contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y sus colegas?
Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es colaborador de redacción y corresponsal jefe de Globetrotter. Es editor de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Ha escrito más de veinte libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y (con Noam Chomsky) The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power.
Este artículo fue producido por Globetrotter.
Traducción de 45-rpm.net
Original en inglés: Peoples Dispatch
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