Simón Trinidad y el proceso de paz colombiano
Los prisioneros políticos también son víctimas
W. T. Whitney, Jr.*
Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, es un prisionero político y más. Incluso, como tal, su condena de sesenta años y el confinamiento solitario permanente son extraordinarios. Los servicios legales postsentencia no siempre están disponibles. Su correo es bloqueado, las visitas son limitadas, y él está engrilletado cuando ellos lo ven. Trinidad ocupa una celda “Supermax” en los Estados Unidos, en Colorado. En Colombia él es un enemigo del Estado.
Simón Trinidad fue y es un líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con responsabilidades de educación política, finanzas, y negociaciones de paz. Él participó con las FARC en las conversaciones con el gobierno colombiano en 1998-2002.
En Ecuador, antes a su captura en enero de 2004 –con la ayuda de la CIA– él estaba preparando una reunión con el representante de Naciones Unidas James Lemoyne para revisar la situación de los prisioneros de guerra de las FARC.
Al ser detenido, Trinidad fue trasladado a Colombia, y entonces el 31 de diciembre de 2004, fue extraditado a los Estados Unidos. Colombia había pedido a las autoridades de los Estados Unidos requerir su extradición. Los Estados Unidos tiempo no tenían cargos relevantes contra él y los oficiales colombianos tuvieron que moldear las acusaciones. Más tarde las cortes colombianas condenaron a Trinidad en ausencia, y él afronta tiempo de cárcel ahí.
Trinidad, a pesar de que está encarcelado en los Estados Unidos, mantiene una fuerza política más allá de los muros de la prisión. Las negociaciones de las FARC con el gobierno colombiano para poner fin a la guerra civil empezaron en Cuba en noviembre de 2012. Las FARC aún recuerdan a Trinidad como uno de sus líderes, y al comienzo de las conversaciones, los guerrilleros nombraron a Trinidad como uno de sus cinco representantes acreditados para las negociaciones. En las fotos del grupo él se mantiene de pie, en una imagen recortada de tamaño natural, junto a los otros negociadores de las FARC.
Las FARC repetidamente han demandado su liberación de la prisión de manera que él pueda servir como un negociador. Se han circulado recientemente rumores de que los funcionarios colombianos, escuchando a las FARC, están pidiéndole a las contrapartes en Estados Unidos la libertad de Trinidad.
Los negociadores, que tratan ahora sobre el destino de los líderes de la guerrilla en el posconflicto, están discutiendo asuntos que tienen que ver con el encarcelamiento y la extradición. Los críticos dicen que la tendencia de Colombia a extraditar prisioneros hacia los Estados Unidos es problemática para la soberanía colombiana. Simón Trinidad es un ejemplo de ello.
Trinidad personifica otro punto de contención. ¿Son las FARC soldados criminales o son ellos soldados luchando en una guerra? Los términos de moda tales como “bandidaje”, “terrorismo”, y el de “traficantes de drogas” sugieren lo primero. Pero en la medida en que la rebelión antigubernamental de las FARC condujo a un conflicto interno, las guerrillas de las FARC están luchando en una guerra civil.
La última visión se ajusta a la ley internacional, la cual reconoce el derecho a la rebelión. Si un acuerdo de paz acepta esa noción, entonces los prisioneros son intercambiados y vuelven a casa. Entretanto, es ilegal bajo la ley internacional de la guerra civil que combatientes como Trinidad sean enviados a una tierra extranjera.
Los acusadores dijeron que Trinidad ayudó a las FARC a secuestrar a tres contratistas norteamericanos después de que su aeronave de reconocimiento fuera derribada por las guerrillas de las FARC en 2003. El reclamo de los Estados Unidos es que los rehenes eran civiles que estaban combatiendo a los traficantes de drogas. Pero sus captores de las FARC los vieron como contratistas militares desplegados bajo el Plan Colombia, el mecanismo mediante el cual los militares estadounidenses asediaron a las guerrillas izquierdistas en Colombia. Los contratistas fueron liberados en 2008.
En el primer juicio, a finales de 2006, Simón Trinidad enfrentó cinco cargos. Tres de ellos, cada uno, condujeron a la acusación de conspirar para secuestrar a uno de los tres contratistas cautivos. Dos cargos más tenían implicaciones para la así llamada guerra al terrorismo de los Estados Unidos. Los fiscales acusaron a Trinidad por su calidad de miembro en una conspiración para tomar rehenes, también por proveer “material de apoyo a los terroristas”, esto es: a las FARC.
La condena bajo cualquier cargo se habría adaptado al largo propósito de los Estados Unidos de encarcelar adversarios de cualquier parte, quienes podrían ser retratados como “terroristas”. Era el tiempo en el que los prisioneros de guerra eran transformados en “combatientes por fuera de la ley”. En 1997 el Departamento de Estado de los Estados Unidos había señalado a las FARC como una organización terrorista.
Pero Simón Trinidad les habló a los jurados de su historia de vida y del por qué las FARC estaban luchando. Su presentación, aun con traducción, fue lo suficientemente convincente para los jurados como para rechazar condenarlo por cualquier cargo.
Entonces el Departamento de Justicia tenía que encontrar un nuevo juez para el segundo juicio. El primer juez había hablado ilegalmente con los jurados para conseguir información sobre sus deliberaciones que ayudarían a los fiscales en el segundo juicio. Ese juicio finalizó con Trinidad condenado por el único cargo de conspiración para tomar a los contratistas como rehenes. Fue sentenciado a principios de 2008. Dos procesos siguientes basados en denuncias de narcotráfico terminaron en juicios nulos.
Trinidad era un miembro de la élite colombiana. Cuando el 5 de diciembre de 1987, Ricardo Palmera –aún no era Simón Trinidad– dejó su ciudad natal Valledupar, en el departamento de Cesar, para unirse al Bloque Caribe de las FARC, dejó atrás una familia, su trabajo de gestión bancaria, una cátedra en economía en una universidad local y los bienes familiares que manejaba: una hacienda ganadera, cultivos de algodón y frutales.
Su padre había sido un respetado abogado, profesor de leyes, y senador colombiano por el Partido Liberal. Su abuelo materno había servido como gobernador de Santander. El futuro prisionero asistió a una escuela secundaria privada en Bogotá, con un “fuerte ethos democrático y social”. Estudió en la escuela naval en Cartagena, donde el presidente Juan Manuel Santos fue su compañero de estudios. Trinidad se graduó en economía en una universidad privada en Bogotá y obtuvo una maestría en negocios económicos de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos.
En Valledupar, Palmera/Trinidad se unió al partido Nuevo Liberalismo, el cual después de 1982, al menos localmente, llegó a ser Causa Común. Esa organización se afiliaría más tarde a la Unión Patriótica (UP), la cual emergió siguiendo a los acuerdos entre el gobierno y las FARC. Guerrilleros desmovilizados, comunistas y otros izquierdistas entraron en la política electoral como candidatos de la UP. Lograron victorias, y entonces fueron víctimas de masacres en todo el país. En Valledupar en 1987, muchos de los compañeros de Trinidad de Causa Común murieron, uno por uno. Otros salieron al exilio. Una de ellas, en sus memorias publicadas, describía el clima de temor y desesperación. Trinidad se quedó.
El ejército colombiano reprimió a los miembros de Causa Común en 1982. Junto a otros, Palmera fue arrestado, “esposado, llevado… a Barranquilla en un camión de ganado, privado de dormir, alimento, y agua por tres días, sometido a un cruel interrogatorio, y puesto en libertad después de cinco días”. En su primer juicio Trinidad identificó el asesinato del carismático candidato presidencial de la UP Jaime Pardo Leal, en octubre 11 de 1987, como un momento decisivo. Él habría tenido programada una reunión con Pardo Leal para el día siguiente.
Todo esto hace parte de la historia de Trinidad. Su caso es complicado, y en aras de una mayor elucidación, una entrevista realizada en marzo 21, 2015, con el abogado de Denver Mark Burton aparece abajo. Recientemente Burton se ha comprometido a servir como abogado de Simón Trinidad en los Estados Unidos. La reportera de El Espectador María Flórez lo entrevistó en Bogotá. Burton discute sobre la posible liberación de la prisión de Trinidad en relación a las negociaciones de paz.
Asegura Mark Burton, abogado de ese jefe guerrillero
«Hay grandes posibilidades de que ’Simón Trinidad’ sea liberado»
En entrevista con El Espectador, el jurista aseguró que la repatriación del jefe guerrillero es posible y que el apoyo del gobierno Obama al proceso de paz así lo demuestra.
María Flórez
@elenaflorezr
En repetidas ocasiones, el equipo negociador de las FARC le ha pedido al gobierno Santos que incluya a Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, en la mesa de conversaciones de La Habana (Cuba). A comienzos de este mes, esa posibilidad pareció más cercana con el anuncio del ex canciller israelí y asesor internacional del proceso de paz Shlomo Ben Ami, según la cual el presidente Juan Manuel Santos le pidió a Estados Unidos evaluar una posible repatriación del jefe guerrillero. El asunto levantó ampolla en el uribismo —que calificó de “ofensa” esa posibilidad— y llamó la atención del procurador Alejandro Ordóñez, quien le envió una carta al congresista Marco Rubio, presidente del Subcomité para el Hemisferio Occidental del Senado de Estados Unidos.
En la misiva, Ordóñez pidió que “se reafirme que Estados Unidos no ofrecerá ni aceptará la liberación de persona alguna que se encuentre presa en ese país, ni aceptará que dichos presos sean transferidos a Colombia”. En otra orilla, la guerrilla alega que Trinidad ha sido sometido a “tratos crueles y degradantes” y reafirma que su incorporación a la mesa aceleraría las conversaciones. Similares argumentos expone su abogado, Mark Burton, quien llegó a Colombia para participar en el II Encuentro por el trato digno y la libertad de los prisioneros políticos.
En entrevista con este diario, Burton, abogado penalista y administrativo de la Universidad de Denver, expuso sus polémicas tesis sobre la condena a 60 años que recibió ese comandante guerrillero en 2008 por el secuestro de los contratistas norteamericanos Keith Stansell, Thomas Howes y Marc Gonsalves, y aseguró que es altamente probable que el presidente Barack Obama dé vía libre para la liberación de su defendido.
—¿Qué tan posible es que el gobierno de EEUU libere a Simón Trinidad?
—Creo que es realmente factible, porque la decisión de dejarlo en libertad está en manos del presidente Barack Obama. Colombia necesita a Trinidad en las conversaciones de paz; él es un hombre instruido, capaz, y trae la experiencia de haber sido negociador en el Caguán durante el gobierno de Andrés Pastrana. Las FARC lo han nombrado como uno de sus plenipotenciarios y es clave que él esté en La Habana. Su liberación contribuiría, indudablemente, a acelerar el proceso de paz.
—¿Existe un ambiente favorable dentro del gobierno Obama de cara a una eventual liberación?
—No puedo hablar por el gobierno norteamericano, pero sí le puedo decir que en este caso es muy importante que Obama haya designado a Bernard Aronson como delegado para el proceso de paz. Esta es una señal clara de que el presidente de Estados Unidos está apoyando las conversaciones y en esa medida creo que hay grandes posibilidades. Jurídicamente, así como Obama tiene el poder de indultar a una persona, también puede rebajar una sentencia. Esa sería la forma más efectiva, aunque todo depende de las gestiones que haga el gobierno Santos.
—¿Han evaluado una posible oposición de la sociedad civil en EEUU?
—Mire, en diciembre del año pasado, cuando Estados Unidos liberó a los tres (espías) cubanos, hubo mucho ruido, porque la comunidad de exiliados cubanos en la Florida es muy fuerte. Sin embargo, otra cosa pasa con Colombia. Creo que en ese sentido el escenario no sería desfavorable.
—¿Cuáles son las opciones con las que cuenta Trinidad en los estrados judiciales norteamericanos?
—Él fue condenado a 60 años de prisión, gracias a la presión del gobierno colombiano de entonces. Más tarde perdió la apelación. Sin embargo, estamos revisando el caso y buscando alternativas. Quiero dejar claro que para él ha sido muy difícil emprender su defensa, porque durante mucho tiempo no contó con un abogado. Mientras transcurría el juicio contó con defensor de oficio, que siguió en contacto con él exclusivamente por un tema de amistad, de derechos humanos. Además, lleva 11 años recluido en la más absoluta soledad y eso contraviene la Convención Contra la Tortura.
—¿Usted comparte la tesis según la cual el juicio en EEUU tuvo tintes políticos?
—Sí, creo que fue un montaje. Álvaro Uribe le pidió al gobierno norteamericano que pidiera en extradición a Simón Trinidad. Como Estados Unidos le dijo que no existían cargos, el gobierno colombiano buscó supuesta información confiable para lograr que lo extraditaran. A él nunca se lo condenó por narcotraficante, ni por terrorista, sino por el caso de unos contratistas de la CIA que él jamás conoció y que además estaban metidos en zona de guerra. Uribe quería castigar a Simón Trinidad y hay muchas razones que llevan a pensar que esto fue un juicio político.
—¿No le parece exagerado sugerir que la Justicia de EEUU se prestó para hacerle un “montaje” a un jefe guerrillero?
—George Bush y Álvaro Uribe eran muy amigos. No podría decirle que se tomaron un café para hablar del asunto, pero hubo un trato entre los dos gobiernos. Además, no se puede extraditar a alguien por razones políticas.
—En Colombia se ha cuestionado su posible salida, haciendo énfasis en que las víctimas merecen justicia. ¿Qué responden ustedes?
—En este país hay víctimas de muchas características. Incluso, en la mesa se ha hablado de que los prisioneros políticos también deben ser reconocidos como tales. Justamente, el proceso de paz busca que se termine el conflicto armado y que haya paz social para que nadie más sea victimizado. Existen consideraciones políticas que algunos quieren resolver en los estrados judiciales. Pese a que hay sectores en Colombia que quieren seguir la guerra, creemos que los colombianos apoyan el proceso y que, al final, Uribe y sus amigos serán minoría. Si usted hace el balance entre tener un prisionero en Estados Unidos y que un país como Colombia tenga paz, sin duda alguna verá que es más importante la paz.
* W.T. Whitney Jr., periodista político residente en Maine, Estados Unidos, miembro de la Red Internacional de Solidaridad con las Prisioneras y Prisioneros Políticos Colombianos – INSPP.
** Traducido al español por Liliany Obando, defensora de Derechos Humanos, ex prisionera política colombiana.
Vea la versión en inglés en:
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