1840-1850: La década fértil
José Ramón Llanos
Estos tres artículos tienen el objeto de compartir con los lectores la evolución del pensamiento político de Carlos Marx y Federico Engels en sus tres primeras décadas de vida, o sea hasta los hallazgos y manifestaciones del materialismo dialéctico y su propuesta socialista. En síntesis, el tránsito de hegelianos a una concepción que les permitió construir una cosmovisión más científica de la naturaleza, la sociedad, la economía capitalista y de los mecanismos de explotación del proletariado.
Una original consecuencia de ese acertado diagnóstico del capitalismo fue identificar su carácter histórico, por tanto transitorio. Además visionó al proletariado como la clase que no sólo se liberaría a sí misma, sino a la humanidad entera, guiándola hacia el más elevado humanismo al eliminar la explotación humana.
Los años discurridos entre 1840 y 1850 constituyen una década grávida de acontecimientos pletóricos de significados. Independientemente del punto de vista o referente ideológico o político que se utilice para valorar el acontecimiento, nos encontramos con procesos que influirán sobre la historia del siglo XIX y los inicios del siglo XX. Cualquier proceso, político, filosófico, económico, técnico o científico está condicionado o influido por dos magnos acontecimientos: la Revolución Francesa y la Revolución Industrial.
En el primer artículo nos referimos a las consecuencias de la Revolución Industrial en al ámbito económico, social y político de Inglaterra y Francia. En el segundo, describiremos los procesos económicos y políticos de Alemania, Bélgica y Suiza, países donde vivieron, desarrollaron acciones sociales y periodísticas los creadores del marxismo.
En el último artículo nos referiremos al rol jugado por la prensa en la difusión del pensamiento progresista y revolucionario. También identificaremos la polémica ideológica que involucró a la intelectualidad de Europa occidental y que culminó con los inicios, decantación y consolidación del materialismo histórico y su consecuencia necesaria: la concepción de una sociedad comunista. Para facilitar la lectura, en el último artículo publicaremos las citas y la bibliografía.
También relacionaremos las iniciativas de los directores de periódicos y revistas para lograr la difusión de las nuevas ideas, a pesar de la rigurosa censura aplicada por los gobiernos de Alemania, Suiza, Bélgica y Francia. En honor a la verdad histórica es necesario reconocer la mayor tolerancia de los gobiernos ingleses al permitir la circulación de la prensa progresista socializadora de las tesis de los diferentes movimientos políticos cuestionadores del status quo.
El entorno económico
Ningún hecho ocurrido a lo largo del siglo XIX puede ser analizado al margen de las transformaciones generadas por los cambios habidos en la tecnología, relacionadas con la generación de energía, los instrumentos de producción, la tecnificación de la agricultura, la manufactura, los medios de transportes. Estas reformas fueron inducidas por los descubrimientos y las dinámicas de los estudios de la mecánica, física y la química, todo lo cual se conoce en la historia como la Revolución Industrial.
Dado el fundamento económico-histórico que tiene el pensamiento marxista, no es posible comprender su contenido medular sin estudiar detenidamente los procesos y los hechos económicos-sociales ocurridos un poco antes del nacimiento de Carlos Marx y Federico Engels y durante su periplo vital, esto es entre 1818 y 1895. Esta es la razón por la cual en el primer artículo elaboramos el perfil económico de Europa Occidental en la primera mitad del siglo XIX.
Si bien es cierto que la Revolución Industrial se inició en Gran Bretaña a fines del siglo XVIII, sus efectos se extendieron a lo largo del siglo XIX en toda Europa, especialmente en la parte occidental. También en el mismo siglo las innovaciones técnicas fueron aplicadas en la agricultura, industria y el comercio de los Estados Unidos. Incluso algunas empresas que nacieron en el Viejo Continente fueron trasladadas a Norteamérica, donde crecieron de tal manera que en pocos años se expandieron por todo el mundo, en la fase inicial de las llamadas posteriormente multinacionales.
Europa occidental en la primera mitad del siglo XIX
En la primera mitad del siglo XIX, los países del occidente de Europa tienen niveles de desarrollo económico-social diferentes. Mientras Inglaterra presenta una economía basada fundamentalmente en la industria y un bajo aporte al PIB de la agricultura, Alemania y Francia son predominantemente agrícolas, como una directa consecuencia de su llegada tardía a la Revolución Industrial.
La liberación de los arcaicos preconceptos medievales estimulan nuevas tecnologías, desarrolladas inicialmente en Gran Bretaña, por lo cual este país lidera los cambios introducidos especialmente en la producción y en las vías y medios de comunicación. Para infortunio de los germanos las innovaciones científicas y técnicas sólo se manifiestan dinámicamente en Alemania después de los años 40 del siglo XIX.
Los avances de Inglaterra
El ritmo de desplazamiento de la producción industrial de la empresa manufacturera a la fábrica dotada con tecnología innovadora en Inglaterra está causado por las exigencias del crecimiento del mercado interno y por las necesidades de cubrir la extensión del mercado externo debido a la ampliación de sus nuevas conquistas coloniales.
Por otra parte, la tecnificación de algunos procesos de producción incrementan el consumo de materias primas y la disminución del empleo de fuerza de trabajo. La tecnificación de la producción de tejidos y la hilandería, aumenta la importación de algodón la cual pasa de un millón de libras en 1777 a 528 millones en 1841. Consecuentemente se reduce el empleo de fuerza de trabajo de 240 mil en 1820 a 60 mil en 1844; los operarios de telares mecánicos aumentan de diez mil a 150 mil.
Las innovaciones en la metalurgia, en el diseño y mejoramientos de los altos hornos aumentan la demanda de combustibles y la construcción de vías de comunicación. La expresión estadística de estos cambios es: el tendido de vías férreas entre 1841 y 1847 se incrementa aceleradamente, pasando de 1.360 a 7.700 kilómetros. La producción de hierro de 1’250.000 toneladas en 1796 llega a 2’250.000 toneladas en 1850. Los incrementos anteriores exigen el aumento en la explotación de hulla, de la cual extraían 7’600.000 toneladas en 1790 y en 1850 los mineros ya producían 49 millones de toneladas.
La situación de Francia
Si bien es cierto que Francia llega a las innovaciones tecnológicas después de Inglaterra, los efectos de esos cambios deben ser ponderados, debido a la influencia que tuvieron en la economía, en la estructura social del país y en su acontecer político. Curiosamente Napoleón contribuyó con sus políticas públicas a la aplicación de algunas modernizaciones de los procesos productivos y de comercialización en su propósito de superar la posición dominante en el ámbito geopolítico de Inglaterra.
El crecimiento de la producción fabril en detrimento de la manufactura en Francia se da aceleradamente después de la Revolución de 1830. Los telares mecánicos que apenas son 600 en 1835, ya en 1842 funcionan 12 mil. Igual que en Albión, la construcción urgente de vías férreas jalonó la industria metalúrgica y la extracción de hulla pasa de 1,8 millones de toneladas a cinco millones entre 1831 y 1847. Los altos hornos son 106 en 1846, cuando apenas eran 33 en 1839; en 1847 funcionaban cinco mil máquinas de vapor, en cambio sólo eran 615 en 1830.
A pesar de estos cambios positivos en Francia, se mantiene rezagada en relación a su rival Inglaterra, el kilometraje de vías férreas lo dice todo: en 1851 este país tiene 10.656 kilómetros y Francia apenas tres mil. Sin embargo, debido a la radicalidad en los cambios políticos causados por la Revolución, en Francia la gran burguesía ejerce el poder y en Inglaterra la nobleza es la clase dirigente que predomina. En el próximo artículo veremos las características de las relaciones de producción en esas potencias europeas.
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