Sobre las elecciones del 21 de diciembre
Ningún proceso de liberación nacional, o de emancipación de clase y construcción del socialismo, se ha dado exclusivamente por el camino de las urnas sino por procesos revolucionarios donde el sujeto que se pretendía emancipar no aceptaba las normas por las que se producía su sometimiento

Foto: El Fanal Internacionalisme via photopin (license)
El pasado jueves 21 de diciembre se celebraron elecciones autonómicas convocadas por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, de manera ilegítima, consecuencia de la aplicación del artículo 155 por el que éste destituyó a un Parlament elegido por el pueblo catalán, así como al Govern de la Generalitat. Un golpe de estado en toda regla, perpetrado por el Gobierno de Rajoy, con el apoyo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Ciudadanos (C’s), y que ha sido acatado y aceptado por el Parlament destituido y los partidos políticos que lo conformaban.
Fue la respuesta a la expresión democrática, a pesar de la represión extrema del Estado que ocasionó más de mil heridos por las cargas de la Policía, del 1 de octubre y la voluntad expresada por el pueblo catalán de que Cataluña deviniera en un estado independiente en forma de república.
El proceso electoral, por tanto, estaba planteado en términos identitarios, en un escenario totalmente polarizado entre las posiciones independentistas y las posiciones del nacionalismo español, y bajo las condiciones de un estado de excepción impuesto por el Gobierno de Rajoy en Cataluña, rigiendo el artículo 155 –o lo que es lo mismo, la intervención impune del Gobierno para disolver la Generalitat y campando en dicha institución a sus anchas desde Madrid-, y con una represión política que ha hecho que el President de la Generalitat y cuatro de sus consellers estén en el exilio en Bruselas, así como otros miembros del Govern estén en la cárcel.
Esta situación de excepcionalidad y de polarización, unida a la aceptación por parte de los partidos del bloque independentista –Partido Demócrata Europeo Catalán (PdeCat) creando Junts Pel Catalunya (JxCat), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la Candidatura de Unidad Popular (CUP)– de la imposición del artículo 155 por parte del Gobierno del Partido Popular (PP), apoyado por el PSOE y C´s, pues estas elecciones fueron convocadas por Rajoy bajo el paraguas de la aplicación del artículo 155, han llevado a una participación muy elevada; de tal modo que se ha elevado en prácticamente un 7% con respecto a las elecciones de septiembre de 2015, pasándose del 74,95% de participación al 81,94%, o lo que es lo mismo, incrementándose la participación en 230.647 votos más, votando 4’360.843 electores.
La alta participación ha tumbado uno de los mitos reiterados por el nacionalismo español, el de la “mayoría silenciosa”, y ha ratificado la mayoría de las fuerzas independentistas, así como el 1 de octubre. De tal modo que el bloque independentista –JxCat, ERC y la CUP– ha crecido en número de votos con respecto de septiembre de 2015 y el 1 de octubre, superando los 2’063.000 votos, prácticamente cien mil votos más que en las elecciones de septiembre de 2015 y, prácticamente, manteniendo el porcentaje de apoyo electoral en el 47,5%.
En este bloque se ha producido una transferencia de votos entre las fuerzas independentistas, de tal modo que la suma de ERC y JxCat, que en 2015 se presentaron conjuntamente en la coalición Junts Pel Sí, ha subido cuatro escaños, obteniendo el 43,04% de los votos, un crecimiento del 3,45% en referencia a septiembre de 2015. Estos cuatro escaños han sido arrebatados a la CUP, que ha perdido 6 escaños, fortaleciéndose así las posiciones más derechistas dentro del bloque independentista que, a pesar de haber crecido en número de votos en su conjunto y de mantener la mayoría absoluta en el Parlament, ha perdido 2 escaños.
Por otro lado, en el bloque de los monopolios, del nacionalismo español o, como les denominan los nacionalistas, del 155, también se ha producido una transferencia de votos a favor de la organización desarrollada por los monopolios, C’s, para hacer que lo que pierden las herramientas políticas del régimen del 78 –PSOE y PP– sean recuperados, en su mayor parte, por dicha fuerza política que se ubica a la derecha del PP, o lo que es lo mismo, a la derecha de la extrema derecha.
Así, tenemos que el PP ha perdido prácticamente 166 mil votos y 7 escaños colocándose como última fuerza política en el Parlament con el 4,24% de los votos, todo ello a pesar del aumento de la participación. Por otro lado, el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC-PSOE) se presentaba incluyendo en sus candidaturas a lo que fue Unió Democràtica de Catalunya.
A pesar de haber ganado el PSC un escaño con respecto a septiembre de 2015, pasando de 16 a 17, contabilizando el voto que sacó Unió Democràtica de Catalunya en septiembre de 2015, habría bajado tanto en porcentaje de voto –pasando del 12,72% de PSC y del 2,51% de Unió, es decir, del 15,23% del voto en septiembre de 2015 al 13,88% el 21 de diciembre, o lo que es lo mismo perdiendo 23.067 votos con respecto de septiembre de 2015, todo ello a pesar del incremento de la participación en estos comicios. Todas estas fugas de voto, junto de PP y PSOE, unido a parte del incremento de participación ha provocado la subida de C’s en 11 escaños y 365.735 votos.
Por último, y como consecuencia de una contienda electoral totalmente polarizada en términos de identidad nacional, el oportunismo de Catalunya En Comú–Podem también ha salido trasquilado electoralmente, de tal modo que han perdido 3 escaños y 43.918 votos con respecto a las elecciones autonómicas de septiembre de 2015. Y, sobre todo, este proceso ha servido para agudizar las contradicciones en el seno de dicha organización donde el sector más izquierdista se ha escindido y ha apoyado al bloque independentista, como reacción a la violencia ejercida por el Estado y a la aplicación del artículo 155.
La aritmética electoral no deja lugar a dudas en que el bloque independentista ha ganado, por casi 200 mil votos, al bloque españolista defensor de la violencia del 1 de octubre y de la aplicación del artículo 155, y mantiene la mayoría absoluta en escaños en el Parlament. Tampoco deja lugar a dudas en que en Cataluña, las fuerzas políticas que se han expresado favorables a una consulta pactada entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno del Estado para celebrar un referéndum de autodeterminación vinculante ostenta 21 escaños y casi medio millón de votos más que el bloque que defiende el principio franquista de la unidad indisoluble de España y la negación al derecho a la autodeterminación.
Los resultados electorales del 21 de diciembre, las elecciones de “las urnas de verdad” tal y como decían Rajoy y su Gobierno, nos muestran una burguesía más fraccionada y reafirman los resultados del referéndum del 1 de octubre, donde el pueblo expresó su voluntad democrática –pasando por encima de la represión del Estado y de su violencia policial– de emprender el camino de la independencia de Cataluña y la constitución de una República como implementación del nuevo estado.
La reacción del Gobierno español al varapalo electoral que le ha endosado el pueblo catalán, por boca del propio Rajoy, es la manifestación inequívoca de que el Gobierno nada tiene que dialogar con aquéllos que han obtenido la mayoría absoluta, al igual que se seguirá aplicando la violencia y la represión del Estado si se cuestiona lo establecido en la Constitución de 1978.
En la práctica el Estado, y su “democracia” fruto de la Reforma de las Siete Leyes Fundamentales del franquismo, ilegalizan de hecho las ideologías independentistas, comunistas, y toda aquélla cuyo objetivo político no esté enmarcado en la Constitución, es decir, que no sea la ideología que los monopolios impongan y hayan marcado.
Esto se aprecia claramente en Cataluña, donde se pueden presentar fuerzas políticas independentistas a las elecciones, pero si éstas ganan las mismas con mayoría absoluta y tratan de llevar a término el programa –la concreción práctica de su ideología– por el que han sido votados, el Estado no duda en encarcelar cautelarmente –sin tan siquiera haber sido juzgados– a sus dirigentes, utilizando los diferentes poderes del Estado para descabezar políticamente a dichas organizaciones, reprimirlos, e impedir por tierra, mar y aire la posibilidad de implementar los programas por los que han sido votados; estando de hecho ilegalizado el independentismo catalán y sus partidos, dejando bien a las claras que el Estado es antidemocrático y reaccionario.
Y es que engañan al pueblo catalán, y fundamentalmente a la clase obrera catalana y del resto del estado español, cuando desde diferentes orillas de la burguesía –ya sea desde la del oportunismo o desde las filas del independentismo– les señalan que únicamente mediante las urnas podrán alcanzar la República Catalana, o humanizar al capitalismo o hacer un Estado más justo y todo ello sin rebasar las estrechas líneas del reaccionario Estado español.
Ningún proceso de liberación nacional, o de emancipación de clase y construcción del socialismo, se ha dado exclusivamente por el camino de las urnas sino por procesos revolucionarios donde el sujeto que se pretendía emancipar no aceptaba las normas por las que se producía su sometimiento, realizadas por quién le sometía, sino que las rompía, las hacía inservibles e imponía su nuevo proyecto político pasando por encima del de su opresor.
Tras los comicios el artículo 155 sigue vigente, la represión sigue en las calles de Cataluña, el despliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado también se mantiene, Rajoy ya ha manifestado que no hay cabida para la independencia de Cataluña así como para ningún proyecto político que salga del marco de la Reforma del franquismo también llamada Constitución del 78, entre la cárcel y el exilio hay 8 electos en las elecciones (el doble de diputados que ha obtenido el PP en las elecciones), la Generalitat sigue intervenida, etcétera; a lo que hay que unir que –al día siguiente de las elecciones– al juicio político abierto contra el independentismo, el Tribunal Supremo incrementó la lista de investigados por rebelión a políticos de ERC, PdeCat y la CUP así como a la presidenta de la Asociación de Municipios Por la Independencia y, cinco días después, la Fiscalía de Barcelona pone en su punto de mira a 13 profesores de un instituto público de secundaria de Sant Andreu de la Barca.
Las elecciones del 21 de diciembre dejan en manos del bloque independentista la conformación del Gobierno y dejan al Gobierno de Rajoy tremendamente debilitado, sostenido por C’s y el PSOE al objeto de que el PP siga debilitándose en la acción de gobierno en el desarrollo de las políticas reaccionarias que todos ellos comparten.
Además, la situación de quiebra económica del Estado, con una deuda impagable, le cierra las puertas para poder llegar a acuerdos con las fuerzas políticas de la burguesía catalana que dé una salida a la cuestión nacional catalana, de tal modo que la burguesía no tiene posibilidad de salir del callejón sin salida en el que se encuentra, escenario que sin duda va a afectar más al capitalismo español y va a debilitar todavía más al Estado de tal modo que, sin duda, hará que el gobierno de los capitalistas pase la factura al proletariado imponiendo leyes que acrecienten la desigualdad y la explotación.
Ante esta situación, ante este callejón sin salida la única vía que tenemos la clase obrera es acabar con el capitalismo y construir el socialismo imponiendo la dictadura del proletariado, que es la mayor expresión democrática posible. Sin embargo, esto no será posible sin el desarrollo de nuestro Partido, por ello, desde el PCOC seguiremos trabajando en los Comités de Defensa de la República llevando nuestra política con el objetivo de convertirlos en órganos de poder popular y ensanchar el Partido, que es acercar la revolución.
Barcelona, a 27 de diciembre de 2017
Comité Nacional del Partit Comunista Obrer De Catalunya (PCOC)
Comité Ejecutivo del Partido Comunista Obrero Español (PCOE)
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