Martín Villa: Un quijote sin mancha
Su mano izquierda fue firme para defender sus ideales y principios ideológicos, políticos y militares; con su mano derecha colocó las piedras que servirían de base a tanto frente guerrillero que ayudó a armar.
Alberto Martínez
La vida se escribe con lápices de colores, algunos muy radiantes y otros a blanco y negro, hoy el día parece un eterno gris pero al ir más allá, el arco iris de los recuerdos ilumina nuestras vidas.
Martín Villa o Marcelino Trujillo, “nacido el 15 de marzo de 1932 en una vereda olvidada llamada Santa Bárbara del corregimiento Florencia del municipio de Samaná (Caldas)” y el domingo 7 de febrero de 2016 fue hallado en la caleta de su campamento el cuerpo sin vida del comandante, miembro del Estado Mayor, fallecido de causas naturales.
Desde niño la vida le fue difícil. Sin embargo, con su empuje, tenacidad, perseverancia y liderazgo hizo la diferencia dejando su huella. Sus manos se surcaron de arrugas curtidas por la vida y su cabello se tornó plateado por el inexorable paso de Cronos. Su mano izquierda fue firme para defender sus ideales y principios ideológicos, políticos y militares; con su mano derecha colocó las piedras que servirían de base a tanto frente guerrillero que ayudó a armar. Martín Villa fue clave en la arquitectura de la armazón de las bases y en la consolidación del ejército guerrillero.
“Antiguo guerrillero liberal, Martín Villa encontró refugio en el territorio Vázquez, al sur del Magdalena Medio, y allí se hizo comunista (…). Fundador del Cuarto Frente a fines de los años 60, Martín Villa pasaría a hacer parte, con Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas, del primer Secretariado Nacional de la organización, y luego, como miembro principal del Estado Mayor Central, a incluirse en el reducido círculo de los dirigentes históricos de nuestra organización revolucionaria”.
Martín Villa asistió a las diversas reuniones de la dirección de las FARC en las que se debatió lo referente al actual proceso de paz. Y expresó su pleno respaldo a la solución política. En sus primeros días de guerrilla, tras una emboscada fallida contra un convoy militar, se encontró con la sorpresa de que al saltar los enemigos ilesos a tierra, un soldado cayó sobre él, justo cuando su carabina se negó a responderle. En lucha cuerpo a cuerpo, no encontró otro recurso que apelar al machete para quitárselo de encima. Por eso exigía a los guerrilleros portar el machete al cinto. Al imperialismo y la oligarquía había que combatirlos con política, con fusiles, con lo que fuera, lo importante era vencerlos un día.
Sus ideales fundamentaron la lucha agraria guerrillera en las regiones del territorio Vásquez, de Puerto Boyacá, de la región del río Catatumbo, del río Minero y en general de la región del Magdalena Medio, así como en las regiones campesinas del Sumapaz, del Ariari, del Guayabero, del Pato y del Yarí.
En los años 70 hizo un curso político-militar en la antigua Unión Soviética. Se había especializado en el manejo de explosivos, fue un continuo defensor de la utilización de los diferentes tipos de explosivos en el combate sin afectar a la población civil y era un destacado instructor de explosivos (en 1983 en la escuela Hernando González Acosta sufrió un accidente que dejó sin dedos a Óscar 26) y promotor con la dirección nacional y del bloque de los talleres de reparación de armamento y la investigación y fabricación de granadas de todo tipo, así como la elaboración de cohetería antiaérea, de explosivos como el R1 y el TNT.
Su espíritu rebelde e inconforme le permitió observar tempranamente las debilidades en la construcción del socialismo soviético, sobre todo la burocracia, la corrupción y la mala calidad de la producción le ayudaron a formarse una tesis de que, si no se mejoraba en esos aspectos, el socialismo se derrumbaba, como ciertamente aconteció.
Entró a formar parte del secretariado de las FARC desde el Pleno del Estado Mayor Central, realizado en enero de 1973, al lado de dos colosos de la guerra de guerrillas Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas hasta 1982 recién pasada la VII Conferencia.
El Bloque Oriental nació después de la realización del Pleno del Estado Mayor Central de febrero de 1987, en el que el Secretariado de las FARC ordenó la creación de un grupo que entrara a coordinar varios frentes guerrilleros en nueve departamentos de los Llanos Orientales, así como en Cundinamarca y Boyacá. Planeó y dirigió conjuntamente con el Mono Jojoy el 8 de enero de 1991 la toma de la base de comunicaciones de la VII Brigada ubicada en el cerro de Girasoles en el corazón de la serranía de la Macarena, donde murieron dos militares y 17 más fueron retenidos.
Martín Villa era un genuino militante y forjador de Partido, por donde pasaba quedaba la siembra comunista que luego daba su fruto en la conformación de células y regionales comunistas.
Villa era un instructor militar y un educador comunista nato. Esa condición la llevaba en la sangre. Por las unidades por donde pasaba, además de la reunión con los mandos para la situación política y militar del área, le dedicaba la mayor parte del tiempo a la educación de los combatientes farianos. Todo en la vida de Villa era ejemplar, su vida personal era diáfana, no tenía ningún tipo de manchas. Villa no fue ni en su vejez un ser amargado, irradiaba alegría por todos los poros, Martín Villa supo sobrellevar los achaques de la vejez y de las enfermedades que padecía con verdadero estoicismo, no era cansón con los guerrilleros y guerrilleras que lo atendían y murió como vivió tranquilamente sin producir alarma alguna, en su casa de campaña sin ningún tipo de ostentación.
Martín Villa siempre se negó a salir a tratamientos médicos, “convencido de que su lugar estaba en la trinchera, decidido a morir en el lugar que corresponde a un combatiente revolucionario”.
Estuvo al mando de los frentes 4, 27, 42 y 43, le correspondió a Villa estar al mando del 27 frente en una de las épocas más complejas del desarrollo del movimiento guerrillero, como fue el periodo comprendido entre 1985 y 1990, en la cual las FF.MM. se desbordaron en infiltrar a la guerrilla. Fue una infiltración masiva que estaba antecedida por el relajamiento de nuestra disciplina proletario-militar.
“Yo llegué a las FARC porque yo era el responsable de las autodefensas del Partido en Puerto Boyacá. La guerra la han empezado siempre los políticos, la bandera nuestra de los revolucionarios es la paz y si seguimos como vamos bien. Y sigo para adelante hasta donde pueda, hasta donde la salud me ayude”.
En la VIII conferencia, el Secretariado reestructuró el Bloque Oriental. También decidieron conformar el Estado Mayor del Bloque Oriental, conocido como EMBO, con el que se dio el mando del Bloque Oriental al Mono Jojoy como su comandante principal, acompañado en la dirección de Marcelino Trujillo Bustos, ‘Martín Villa’; Noé Suárez Rojas, ‘Grannoble’; Fernando Bustos; José Epimenio Molina, ‘Danilo’; ‘Alberto Martinez’; Arturo Ruiz y Carlos Antonio Lozada.
Martín Villa es la síntesis perfecta dela modestia y la abnegación en la lucha por la justicia social y el ejemplo formidable de lo que debe ser un combatiente revolucionario.
El único homenaje digno de un luchador está en el cumplimiento de sus objetivos primordiales. Nuestro tiempo es, en lo más valido, una comprobación plena de las verdades por las que vivió y murió Martín Villa. A pocos años de su muerte, la paz con justicia social con la cual soñó no se hace realidad. A un año de firmados por presidente Juan Manuel Santos en representación del Estado colombiano y por Rodrigo Londoño Timochenko en representación de las FARC, el 24 de noviembre en el teatro Colón de Bogotá, la implementación de esos acuerdos se encuentra al garete en las discusiones en el Congreso por la politiquería y la corrupción de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, lo que se ve claramente es un enorme conejo de proporciones gigantescas.
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