“Paz sobre premisas de verdad”
La Jurisdicción Especial para la Paz es un acuerdo histórico que permitirá edificar la reconciliación y la paz con fuertes cimientos de justicia
Hernán Camacho e Isa Meza
Enviados especiales
Ricardo Téllez, es miembro del Secretariado de las FARC y delegado plenipotenciario en la mesa de conversaciones en La Habana. Nos permitió una entrevista en medio de la agitada agenda de trabajo que tiene la delegación. Hizo a un lado la lectura sobre la violencia de los años 20 en su querido departamento de Antioquia. Se estremece con los relatos de la violenta vida política colombiana de la que él también es víctima pues fue dirigente nacional de la Unión Patriótica cuando se conformó esta y decidió irse al monte para no ser asesinado. Dice que el compromiso de las FARC por la paz es inquebrantable y mientras exista voluntad de paz se puede llegar a un acuerdo pronto.
–“El día en que comenzó el proceso de paz”, es el titular de la revista Semana a propósito de la firma del acuerdo. ¿Eso es desconocer lo que se ha alcanzado en La Habana?
–Es innegable que el proceso ha tenido una dinámica diferente a las anteriores pero hay que dejar claro que las FARC-EP, desde su nacimiento han sostenido como principio la salida dialogada al conflicto social y armado. Desde el gobierno de Belisario Betancur los procesos de paz se han interrumpido por falta de voluntad política de los gobiernos por la razón utilitarista del establecimiento. Los gobiernos no entran a los procesos de paz por arreglar el problema fundamental de la guerra sino por obtener prebendas electorales.
–La paz de Colombia pudo llegar mucho tiempo atrás.
–Es tan cegatona y mezquina la burguesía colombiana que en el momento crucial, donde pudo realmente imponer acuerdos fue en La Uribe. Sí en 1984 la burguesía colombiana hubiera tenido los arrestos de sacar adelante los acuerdos con Belisario Betancur, la paz les hubiera salido gratis. Hoy se habla mucho de los avances en La Habana, pero en la Uribe se firmaron acuerdos como el de la tregua bilateral que fue de un año, en La Uribe nosotros podemos mostrar gestos de paz desde esa época hasta ahora. Pero además en La Uribe nació una plataforma política amplia para fortalecer la democracia con la creación de un movimiento político de nuevo tipo, la Unión Patriótica. Ese fue un gran avance.
–Los avances de la Agenda demuestran el compromiso de la insurgencia con el proceso de paz. ¿Pero faltan temas esenciales?
–Nosotros tenemos un mandato de la base guerrillera: la solución política al conflicto y la firma del acuerdo final pero sobre la base de ciertas premisas. Por ejemplo, la implementación de temas fundamentales para el país: extranjerización de la tierra, el uso del suelo, el fondo de tierras, la preservación del medio ambiente, de los páramos, de las reservas campesinas, entre otros. En política está pendiente una reforma al sistema electoral por nombrar solo uno. Y en cuanto al punto de cultivos ilícitos le hemos dicho al gobierno que busquen el ahogado río abajo. Nuestra propuesta es aportar un plan estratégico de un combate contra el narcotráfico que pueda impactar de manera mundial. Nosotros decimos con claridad, en el campo de la lucha contra el narcotráfico, los Estados Unidos tienen en las FARC-EP un aliado para la sustitución, siempre que el campesino nuestro tenga la posibilidad de revertir el cultivo con un proceso agrario de desarrollo integral.
–¿Y refrendación?
–Nosotros somos enamorados de una gran Asamblea Nacional Constituyente que refrende esos acuerdos y entre a buscar solución a los disensos en un consenso nacional. Esa Asamblea puede tener una Constituyente que sea un tratado de paz.
–El comandante de las Fuerzas Militares ha dicho que se va a cambiar la doctrina militar. ¿Qué opinión le merece?
–Ese es un tema de los esenciales que falta por acordarse en la mesa. Hay problemas muy serios en la doctrina de seguridad nacional del enemigo interno, que entre otras, es la única doctrina en el sur del continente de ese tipo. Nosotros consideramos que se debe cambiar la concepción militar existente por un sistema de defensa de los derechos humanos, fíjese que incluso no estamos pidiendo una concepción bolivariana de las fuerzas militares.
–Hablemos del acuerdo de Justicia Especial para la Paz. ¿Cuál es la valoración política que tienen?
–El acuerdo le sirve al proceso por su integralidad y porque en su epicentro están las víctimas del conflicto. En el acuerdo, el que cuente la verdad va a adquirir rebaja de sanciones pero el que obstinadamente se niegue a decir la verdad tendrá que enfrentar una acción penal. El acuerdo permite sanar heridas como lo han pedido las víctimas que han venido a La Habana. Nosotros hemos escuchado con respeto y honestidad sus relatos, el drama que han vivido y lo que nos exigen primeramente es la verdad. Por eso la justicia restaurativa.
–Explíquenos este concepto.
–Ese es el concepto que permite trascender o ligar la justicia y la paz. Le explico con un ejemplo: una comunidad de Antioquia presentó aquí una propuesta para que el carnicero del Urabá, el general Rito Alejo del Río, viva con ellos en la comunidad, trabaje y repare el daño que les hizo. Ese es un ejercicio de nunca más que permitirá entregarle a las nuevas generaciones un país mejor, un tratado de nuevo tipo. Hay gente mala que desde las alturas del poder embrutecieron al país con odio y jamás se imaginan respondiendo ante la justicia, pero deberán hacerlo. Y no es una amenaza: el acuerdo les permite salvar su conciencia y reparar su daño. Aquí no es ojo por ojo, es cuestión de verdad.
–¿Están preocupados con la verdad?
–En Colombia hay gente que tiene más miedo a la verdad que a la cárcel. La verdad los persigue, los atrapa, los atormenta ese fantasma. A los enemigos del proceso ese acuerdo les da la posibilidad de resarcir el daño porque no se exige para esas conductas la pena de muerte o la lapidación, lo que se exige es verdad. Dar la cara a las víctimas, pida perdón y asuma la sanción que le va a dar la sociedad. Esos hombres como el Procurador tienen fantasmas. Y prefieren ser enemigos del proceso antes que aceptar decir la verdad ante la justicia. Ordóñez, es un Torquemada moderno que sueña con la hoguera.
–Hablemos de pedagogía de paz. ¿Qué opina de la poca difusión del proceso de paz por parte del gobierno?
–La mesa de La Habana es un vehículo para la paz y para eso el pueblo colombiano debe apropiarse de los acuerdos. Que cada uno de los colombianos discuta los acuerdos en la casa, en el trabajo, en la universidad. Es que Colombia debe saber qué es lo que se ha hecho para ponerle fin a una guerra.
–Al país no lo han dejado entender la magnitud de la paz.
–Mire, que yo tengo la camiseta de la selección Colombia y nos alegramos de los triunfos del equipo. Los colombianos se unen para apoyarla sin diferencias de credos. Lo que queremos es que frente a la paz podamos vibrar todos juntos como un solo pueblo. Suena bonito, es difícil, pero nadie dijo que la lucha por la paz era un camino de rosas, pero ahí vamos y no nos interesa echarnos para atrás.
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