R. Dominicana recuerda la intervención militar de EEUU
Los dominicanos han echado la vista atrás para revivir estos días la Revolución de abril de 1965, que desembocó en la segunda intervención militar de EEUU para evitar, en parte, que en el país se instalase un régimen como el cubano.
El 24 de abril de 1965, un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas dominicanas depuso al gobierno de facto del Consejo de Estado, en el poder desde 1963 cuando un golpe de Estado derrocó al entonces presidente Juan Bosch.
Bosch, quien era tildado de comunista por distintos sectores, fue el primer gobernante elegido democráticamente en el país tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó con mano de hierro entre 1930 y 1961.
Tras producirse los enfrentamientos de los primeros días que dieron el triunfo a los constitucionalistas, el entonces presidente estadounidense, Lyndon B. Johnson, ordenó el 28 de abril el desembarco en el país de 42 mil marines que impidieron la expansión de la revuelta.
Entre seis mil y ocho mil personas murieron a manos de los marines de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, según distintos datos.
La gesta de abril de 1965 tenía dos propósitos innegociables: la restauración de la Constitución de 1963, derogada por el Gobierno de facto, y la vuelta al poder, sin elecciones, de Juan Bosch, fallecido a los 92 años en noviembre de 2001, explicó a Efe el presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, el historiador Juan Daniel Balcácer.
«Estados Unidos, en esos momentos, era presa de un miedo hipertrofiado acerca del surgimiento del comunismo en América Latina» y por ello buscaba frenar la Revolución, agregó Balcácer.
El historiador es presidente de la comisión designada por el presidente del país, Danilo Medina, para organizar una serie de actividades, especialmente culturales, que se extenderán por todo el año para conmemorar el 50 aniversario de aquella gesta.
La revolución cubana que provocó la caída de la dictadura del general Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959 tuvo mucho que ver «en ese temor exacerbado» que tenía la administración de Lyndon B. Johnson de que la República Dominicana se convirtiera en otra Cuba, explicó el funcionario. Medio siglo después, Estados Unidos y la República Dominicana tienen unas relaciones armoniosas e, incluso, la nación norteamericana es el principal socio comercial de esta.
La gesta puso de manifiesto la dignidad del pueblo dominicano, lo que, a juicio del historiador, obligó, en parte, a Estados Unidos a «variar el estilo de actuar frente a muchos países de América Latina y de otros continentes».
En declaraciones a Efe, el sociólogo Antinoe Fiallo explica que 50 años después y con la mirada que da la perspectiva, los hechos acaecidos demostraron que la sociedad fue y es capaz de organizarse ante un hecho que ocurrió con mucha rapidez.
«Hay una idea tradicional de que los poderes están fuera de los ciudadanos y no es así siempre», agrega.
Fiallo, profesor de procesos sociohistóricos dominicanos del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), relata que también merece destacarse el proceso de levantamiento popular en el que participaron diversos sectores sociales.
Los hechos acaecidos «dejaron potencialidades de fortaleza, como cualquier acontecimiento», subraya, para, a continuación, remarcar que a raíz de los ocurrido, el «movimiento cultural experimentó un empujón ya que la sensibilidad y la emoción se transformaron y hubo que canalizarlas a través de expresiones como la poesía, la música, etcétera».
Para Rafael -Fafa- Taveras, miembro del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, que luchó contra la dictadura de Trujillo, la revolución de 1965 es el hecho de mayor trascendencia en el país del siglo pasado y debe servir de referencia para afrontar las tareas pendientes de la nación.
«Nunca antes aquí se había producido una acción política de la dimensión de abril de 1965 para defender a un Gobierno y a una Constitución (…). Es un caso excepcional en nuestra historia», indicó el también dirigente político y comentarista de radio.
Para Taveras el principal legado que dejó esta gesta es que «si hay un buen propósito el pueblo es poderoso».
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