La muerte de un líder
Mozgovoi unía la tendencia más nacionalista y la tendencia más soviética en un discurso no exento de contradicciones.
La confirmación de la muerte de Alexei Mozgovoi, asesinado en una emboscada junto a su jefa de prensa y al menos tres guardaespaldas, supone uno de los golpes más duros que podía recibir la milicia de Lugansk y la resistencia de Dombás en general. El comandante de la brigada Prizrak, “Fantasma”, por las veces que la prensa ucraniana la había dado por liquidada, ha muerto en la misma zona en la que se produjo el anterior intento de asesinato, entonces fallido, el 7 de marzo, en la ruta entre Lugansk y Alchevsk, donde la brigada tiene, desde el pasado verano, su base.
Eran los momentos más crudos de la campaña de verano, cuando el ejército ucraniano trataba de conseguir una gran victoria que celebrar el día de su independencia. Prizrak, con Mozgovoi a la cabeza, no fue capaz de defender Lisichansk y Severodonetsk, de las que tuvieron que retirarse para salvar a la brigada y también para proteger a la población civil de una batalla que no se podía ganar. “La muerte heroica solo es bonita en el cine”, decía Mozgovoi en una entrevista reciente.
Se perdió aquella batalla, como se perdió, con una retirada a tiempo, la batalla por Slavyansk, pero a medida que avanzó el verano, se aprendió de esos errores y la milicia comenzó a actuar de forma organizada y unificada. Las milicias actuaban como un ejército, “no como un movimiento disperso de resistencia”, comentaba el enviado especial de CNN desde Debaltsevo al día siguiente de esa victoria clave de la milicia.
Pese a los numerosos errores aun en esa victoria, que costaron la vida a un elevadísimo número de milicianos, se trataba de la primera gran batalla en la que los ejércitos de las dos Repúblicas Populares actuaban conjuntamente. Prizrak fue clave en la evacuación de civiles de Chernujino y Debaltsevo durante la batalla, y, con Mozgovoi y Biriukov a la cabeza, consiguió recuperar Debaltsevo para la República Popular de Donetsk, aunque no para una unificada Nueva Rusia como era deseo de Mozgovoi.
Músico y de formación militar en el ejército ucraniano, Alexei Mozgovoi fue uno de los fundadores de la milicia cuando comenzaba la rebelión de Dombás. Como explicaba Batman en una entrevista pocos días antes de morir, también en una emboscada, entrenaban a una docena de chicos, algunos de los cuales se unieron a Igor Strelkov en la defensa de Slavyansk en abril de 2014. Desde ahí, la brigada Prizrak ha crecido hasta convertirse en una de las principales en el ejército de la RPL.
Pese a aceptar la entrada de la brigada en la estructura de la República Popular de Lugansk (RPL), las diferencias entre Mozgovoi y las autoridades de la república eran evidentes. La política de la república “no se corresponde a las demandas que el pueblo planteó en las marchas de marzo y abril del año pasado”, afirmaba abiertamente Mozgovoi en abril. “Entonces declararon alto y claro que lo más importante era el bienestar del pueblo. ¿Y qué vemos ahora? Lo que queda del pueblo es la P en el nombre de la RPL“.
Puede que la guerra no sea el mejor momento para el idealismo, pero aun así Mozgovoi proclamaba:
“También queremos construir un sistema justo en el que todos los sectores de la población estén en igualdad de condiciones y tengan las mismas posibilidades. Los seres humanos primero. Llamamos a todos los pueblos que conocen de sus padres y abuelos qué es el fascismo a unirse a nuestra lucha. Llamamos a todos los eslavos a levantarse junto a nosotros en esta lucha por nuestra fe, nuestras tradiciones, por nuestra historia y nuestro espíritu invencible.
Llamamos a todos los ucranianos que han visto el fascismo en algunos elementos del nuevo Gobierno a luchar por su futuro, por un futuro en que seamos una sociedad civil, social, un futuro en el que probaremos que esos elementos del Estado que son fundamentales para el pueblo han sido intencionalmente distorsionados en favor de los intereses de la oligarquía.
Nuestro principal objetivo es que exista una educación gratuita para todos los sectores de la población, no solo para unos pocos elegidos, y desarrollar una sanidad gratuita de calidad para todos. Insisto, para todos, para cada ser humano, no para esos pocos elegidos, no para la élite. Aseguraremos una vida digna, socialmente protegida, para nuestros mayores. Y sabemos qué hay que hacer en primer lugar. Cada persona es importante para nosotros y, por eso, uno de nuestros primeros pasos será hacer regresar a los ucranianos a su patria histórica; el regreso a casa de aquellos que se han visto obligados a convertirse en refugiados”.
Ha sido la política la que ha puesto a Mozgovoi en el punto de mira de todas las partes y la que ha hecho del comandante de la brigada Prizrak un referente. Terrorista para la prensa ucraniana, rebelde para las autoridades de la república y señor de la guerra para la prensa occidental, Mozgovoi unía las dos tendencias principales de la resistencia de Dombás. De valores tradicionales ligados a la religión ortodoxa pero partidario de una política progresista basada únicamente en los intereses del pueblo, Mozgovoi unía la tendencia más nacionalista y la tendencia más soviética en un discurso no exento de contradicciones.
En noviembre, en un acto para conmemorar el aniversario de la Revolución de Octubre, Alexei Mozgovoi dejaba clara su postura. “Todos tienen claro mi postura ambigua sobre el año 1917”, decía en su discurso.
“Mientras, por una parte había un revolución socialista, por otra fue acompañada de la destrucción. Y yo estoy siempre por la creación. Pero cuando uno ve cómo los monumentos de Lenin son destruidos, entonces uno toma partido por los socialistas y los comunistas, porque el desarrollo del fascismo que vemos ahora en Ucrania es inaceptable para todo el mundo. Por eso debemos unirnos todos juntos para rechazar el fascismo. La brigada Prizrak está por los intereses del pueblo y continuará representando al pueblo. Nosotros construiremos una Nueva Rusia del pueblo y socialista. La brigada Prizrak está con el pueblo”.
Pese a no considerar los acuerdos de Minsk como el final de la guerra, esa que consideraba “la mayor de las injusticias”, Mozgovoi insistía en la necesidad de crear un Estado nuevo, libre de las ataduras de los sistemas de gobierno del pasado. “Tenemos que alejarnos de todos los métodos anteriores de gobierno, todas las anteriores formas de relación con el pueblo y crear algo nuevo. Desde mi punto de vista, debe haber transparencia en todos los temas desde el principio. Transparencia y claridad para todos los residentes. Si un oficial da un paso, este debe ser comprensible. Si se toma una decisión, aunque no se discuta con la población, al menos tiene que hacerse de forma transparente. Para dejarlo claro: necesitas al pueblo o son solo burócratas”.
Pese a las dificultades y los riesgos, Mozgovoi esperaba luchar por una victoria que ya no podrá ver. “En esta guerra no habrá victoria”, decía recientemente. “La mayor victoria llegará si creamos un poder que piense en la gente. No una victoria en la guerra, sino sobre nosotros, sobre nuestras conciencias”.
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