La desconexión
Muchas veces también ante un esquizofrénico uno no se sabe si reír o llorar, si creer o dudar, y en ese caso lo mejor es esperar a observar lo que hace, que es la única medida para medir lo que dicen los hombres: lo que hacen.
Alberto Pinzón Sánchez
El 5 de enero pasado, el presidente de “todos” los colombianos JM Santos, junto con su equipo para la paz, se reunió en Cartagena con una serie de “asesores” de las potencias que tienen intereses económico-militares en Colombia, como EEUU, Inglaterra e Israel, para pedirles luces sobre cómo continuar avanzando en los diálogos de paz que se desarrollan en La Habana.
Asistió, junto al conocido de autos Joaquín Villalobos, quien también fuera asesor de paz de Uribe Vélez, el ex canciller israelí Shlomo Ben Ami, uno de los personajes más influyentes sobre Santos y quien al inicio de los diálogos de La Habana le había recomendado la exitosa consigna de paz israelí (obviamente con los palestinos) de “negociar como si no hubiera guerra y guerrear como si no hubiera negociación”, que su asesorado Santos muy obedientemente cumplió en Colombia al pie de la letra bajo la fracasada consigna militarista de “negociar en medio de la guerra”, o el lema yanqui de política internacional de la señora Madeleine Albright del garrote y la zanahoria.
Sin embargo, poco después de concluida la reunión “internacionalista”, el señor Ben Ami, en una entrevista exclusiva a radio Blu, debió reconocer su lamentable error de “desconexión”, o de apreciación sobre la resistencia armada de 70 años que ha librado el pueblo colombiano contra la agresión oligárquica-imperial iniciada con el famoso Plan Laso de 1964 y que todavía Ben Ami persiste en llamar terrorismo, de la siguiente manera:
(…)“La posibilidad de que no haya terrorismo y se pueda llegar a un cese el fuego bilateral es más cercana que antes. Los avances en las negociaciones indican que la desconexión entre guerra en Colombia y lo que se está negociando en Cuba se tiene que acabar”(…).
Pocos contenidos de lo discutido en aquella exclusiva reunión internacionalista trascendieron hacia afuera, excepto dos resultados: Una, la noticia televisada el 14.01.2015 del presidente de todos los colombianos de que: «les he dado instrucciones a los negociadores (de La Habana) para que inicien lo más pronto posible la discusión sobre el punto del cese de fuego y hostilidades bilateral y definitivo con las FARC», lo que fue rápidamente corregido por el ministro Pinzón y luego aclarado por el ministro del posconflicto general Naranjo, y otra, el gráfico que aparece en: http://lasillavacia.com/historia/la-ruta-mental-de-la-negociacion-con-las-farc-el-fin-del-conflicto-49376
Donde se establece con una precisión sorprendente lo que los especialistas en resolución de conflictos llaman “hoja de ruta”, pero que los periodistas de esa página web dieron en llamar “ruta mental de la negociación con las FARC III: fin del conflicto”, tal vez para evitar la confrontación con la realidad compleja de Colombia:
La realidad es que, analizando la “instrucción” dada del presidente de todos los colombianos a su equipo de paz en La Habana y la contrainstrucción inmediata de sus ministros, y leyendo detenidamente las explicaciones que trae el gráfico interactivo, uno queda como en la carabina de Ambrosio: sin saber si reír o llorar. Sin saber si en un rapto de ingenuidad creer a Santos, o en un momento de duda creerles a sus poderosos y realistas ministros Pinzón y Naranjo.
Porque la verdad es que, mirando el gráfico, los ocho temas de la mesa de negociación, más los resultados de las tres subcomisiones, en especial la del fin del conflicto y sus dos puntos “críticos” de cese de fuego y dejación de armas, se puede observar la grande distancia en tiempo y lugar que existe para llegar al rombo del acuerdo final.
Rombo que más parece la cuadratura de un círculo, porque no considera en absoluto lo que los especialistas en resolución de conflictos llaman la MAAN (Mínima Alternativa ante un Acuerdo Negociado) que consiste (lo ratifico) en deposición de armas POR reformas estructurales profundas pactadas y refrendadas con carácter constitucional.
Esa es la desconexión entre la realidad y el deseo que ha dividido el pensamiento de la alianza colombo-yanqui dominante en Colombia: Que la resistencia popular armada de 70 años contra su guerra de exterminio es simplemente terrorismo como lo llama el señor Ben Ami, y también hay que decirlo Uribe Vélez, y que la pueden exterminar con motosierras como las que enseñó a usar otro asesor israelí llamado Yair Klein a sus pupilos en el Magdalena Medio hace 35 años, o con bombas inteligentes de racimo como las que les suministra cotidianamente el US Army al ejército colombiano en cualquiera de sus nueve bases militares que posee ilegalmente en territorio colombiano.
Muchas veces una desconexión marcada entre el pensamiento y la realidad se llama en neuropsiquiatría esquizofrenia, que es una enfermedad altamente incapacitante y por eso, muchas veces también ante un esquizofrénico uno no se sabe si reír o llorar, si creer o dudar, y en ese caso lo mejor es esperar a observar lo que hace, que es la única medida para medir lo que dicen los hombres: lo que hacen.
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