Memoria y Justicia: José de Jesús Antequera Antequera
Dirigente del Partido Comunista y de la Unión Patriótica
Asesinado en Bogotá el 3 de marzo de 1989
La persecución política contra la Unión Patriótica, expresión de una esperanza de transformación social surgida en Colombia, cobró la vida de mujeres y hombres que con su ausencia han marcado la vida de una nueva generación, la de los hijos y las hijas. Uno de estos hombres, nada perfecto, muy humano, es José de Jesús Antequera Antequera, de quien hace 21 años fue callada su voz y su pensamiento suspendido en el tiempo, cuando miembros de la estructura militar encubierta del estado colombiano lo asesinaron en el Aeropuerto de Bogotá.
Ha transcurrido el tiempo y su presencia permanece en su familia, en algunos amigos y se abre paso entre los Hijos. Una presencia que interpela sobre el sentido de la lucha por transformaciones sociales desde la dignidad y la afirmación de la humanidad. José Antequera no es un héroe, no es un prohombre de la historia, es un intento de transformación social, de una esperanza colectiva, de una dignidad que no se puede asesinar.
Por ello, los disparos contra su cuerpo no lograron matar su humanidad, sus sueños e ilusiones. En medio de esa multitud que se encontraba en el aeropuerto El Dorado, los sicarios dispararon 24 veces contra José y aun así no lograron que muriera en ese instante. Se aferró a la vida mientras era conducido a una clínica de la ciudad, y ante tanta terquedad, terminaron conduciéndolo a la clínica más lejana, a la que llegaron cuando ya su cuerpo no resistió más.
José, el “Pepín” como era conocido cariñosamente, dejó impregnado el espacio de la memoria con su alegría y entusiasmo caribeño, de las anécdotas de su militancia en la Juventud Comunista, en el Partido y luego en la Unión Patriótica, buscando hacer realidad esos sueños de transformación social. José, el abogado, el labrador de la paz cuyo convencimiento lo expresó al decir la función de su partido: “Ahora y siempre nuestra bandera es y será de la paz”. Por no dejarlo continuar en esa labor, la guerra persiste. Después de su asesinato fueron suspendidos los diálogos de paz en Tlaxcala (México), lo que terminó en la continuación de la guerra en nuestro país.
José no sólo anunció la necesidad del cambio, de la transformación radical de la sociedad, también denunció al poder que se opone a que ese sueño sea realidad. Denunció las estrategias de ese poder, las políticas, las económicas, las sociales, las militares. Denunció los vínculos entre esa clase política con los grupos paramilitares, los nexos entre militares y paramilitares, lo que se tradujo en amenazas contra su vida, hasta llegar a la muerte.
Poco ha cambiado en 21 años, los portadores de sueños siguen siendo perseguidos, amenazados, exterminados. José y miles de otros y otras están en la memoria, aquella que mueve a nuevas generaciones, a la de los Hijos e Hijas, a ser portadores y portadoras de sueños.
“Antequera, Antequera, podrán cortar la flor pero no la primavera”…
Bogotá D.C., 3 de marzo de 2010
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
sólo espero que ningún crimen de estos se quede en el aire…