La promesa de Manu Chao
Este multifacético músico y cantante hispano-francés se reencontrará con el público cubano con dos presentaciones en La Habana y Santa Clara, dedicadas a Ernesto Che Guevara
Michel Hernández
michelher@granma.cip.cu
La noche del 1 de marzo del 2006 en La Habana no ha dejado de permanecer en la memoria de los amantes de la música con alma. Fue la fecha elegida por el cantante y compositor de pasaporte francés, pero de origen universal, Manu Chao (París, 1961), para su concierto en Cuba, junto a la poderosa maquinaria sonora de Radio Bemba Sound System, la banda que armó a principios de siglo para continuar su eterna aventura musical cuyo único límite ha sido la ausencia de límites.
En aquel concierto, en el que ofreció un recorrido por su repertorio lleno de canciones plenas de adrenalina rítmica y declaraciones emancipatorias que dan en el blanco de las causas de los conflictos mundiales, el autor de Desaparecido y Santa Maradona —tema que rinde homenaje al Pibe de Oro— repartió, con entrenamiento de nadador olímpico, su creatividad a manos llenas y sacó a relucir las características escénicas de casi todos los Manu Chao: corrió de un lado a otro del escenario como si estuviera tocado por cables de alta tensión, combinó potentes dosis de punk a lo The Clash con ritmos latinos sin fecha de caducidad, intercambió con decenas de jóvenes del público como si se conocieran de toda la vida; nombró con todas las letras los problemas que se vuelven contra la vida en el planeta; le cantó a ese mundo oscuro, pero sin embargo luminoso, de gente que vive bajo el constante fuego cruzado de la pobreza y la exclusión; y accedió a los reclamos de sus seguidores con quienes llegó a establecer una estrecha conexión emotiva al punto que les prometió volver.
Y lo cumplió.
Crecido entre la pasión por el rock, el fútbol y la literatura —su padre es el periodista, escritor de izquierda y amigo de Cuba a tiempo completo, el intelectual de origen gallego Ramón Chao—, esta especie de trovador callejero, punk-rocker y convencido militante del Movimiento Social Mundial, regresó a Cuba ayer invitado por la Asociación Hermanos Saíz, para participar en dos conciertos en La Habana y Santa Clara dedicados al Che Guevara.
Coauspiciado por el Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de la Música y el Consejo Nacional de Artes Plásticas, el programa de Manu Chao en Cuba comprende una presentación en formato acústico junto al trovador Kelvis Ochoa el próximo viernes 9 de octubre a las 9:00 p.m. en la escalinata de la Universidad de La Habana, y el lunes 12 repetirá a la misma hora en la plataforma del estadio Augusto César Sandino en Villa Clara, acompañado del conocido proyecto La Trovuntivitis.
En ambas actuaciones se realizarán acciones plásticas alegóricas al Guerrillero Heroico en las que intervendrá el dibujante polaco Jacek Wozniak— ilustrador de su disco Siberie m’etait contée— junto a creadores cubanos. Su agenda incluye también visitas a sitios históricos en Santa Clara relacionados con el Che Guevara.
Manu estuvo en la Isla por primera vez junto a su antigua banda Mano Negra a inicios de la década del 90 a la cabeza de la célebre expedición Cargo Tour 92, ocasión en la que subió al escenario del teatro Karl Marx. Desde que comenzó su carrera en solitario ha publicado varios fonogramas construidos sobre una explosiva mezcla de reggae, ska, texturas electrónicas, hardcore, punk y sonoridades latinas: Clandestino (1998), Próxima estación esperanza (2001), Radio Bemba Sound System (2002) Siberie m’etait contée (2004), La radiolina (2007) y el álbum doble la Baionarena (2009), entre otros.
Los textos libertarios y la efectiva y contundente combinación de los ritmos que conviven en su repertorio reivindican su condición de ciudadano del mundo, su compromiso con aquellos a los que «se les niega el día» y su filosofía singular y misteriosa, esa que lo ha llevado a viajar con la mochila llena de sueños de una punta a otra del planeta, donde lo mismo se le puede encontrar tocando con grupos de hip hop en las calles de Mali, recorriendo los barrios del México profundo, compartiendo con los habitantes de los guetos de Europa, que cantando y brindando su apoyo incondicional a los refugiados saharauis, al sur de Argelia, una de las causas que ha abrazado con más fervor.
El reencuentro con Cuba de este músico de espíritu inquieto y rebelde, que viene de pasar por la tradicional Feria del diario comunista francés L’Humanité, no sólo permitirá conocer cómo ha sido su evolución desde que se despidió de su legión de seguidores locales hace tres años: también demostrará que Manu Chao es un hombre que cumple sus promesas.
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