La geopolítica colombo-venezolana
Por Alberto Pinzón Sánchez
“Si no puedes resolver un problema, agrándalo”, solía decir Churchill, el león (no solo en el símbolo sino en la cara) del despiadado y chupasangre imperio inglés. Y eso es lo que actualmente estamos observando: el aumento de las tensiones en la llamada, por la ciencia geopolítica imperial, “la región andina”.
En el 2003, tras el horror de la invasión a Iraq del imperialismo anglo-norteamericano (sangre por petróleo de los genocidas Bush, Blair y Aznar), se publicó en España la traducción de un libro publicado dos años antes (2001) en Nueva York, titulado “Guerras por los recursos, el futuro escenario del conflicto global” (1), escrito por “Michael T Klare, experto en seguridad internacional e influyente analista en temas de defensa nacional y director del programa Peace and World Security Studies en Amherst, Massachussetts”, según dice la descripción que adorna la foto del profesor en la solapa del libro; reflejo florido, pleno y descarnado de la ciencia geopolítica imperial, que no dudo en recomendar a quienes deseen acercarse al cómo funcionan los conceptos empíricos dentro de la lógica de la depredación imperialista actual.
Después de explicar con algún detalle la verdad ya sabida (hoy confirmada hasta la saciedad por la gran crisis global actual y la quiebra de la insignia imperial norteamericana GM General Motors), sobre cómo el petróleo y el gas natural han devenido a lo largo del último siglo en el factor fundamental y esencial para el funcionamiento de la industria capitalista desarrollada y la movilidad o flujo de las mercancías y sin los cuales vendría el colapso de la civilización occidental presente; aclara por qué el gobierno de EEUU se ha autodesignado ante la humanidad “garante único” e incondicional de que estos recursos críticos estén asegurados (diplomática y militarmente), fluyan y lleguen hasta su destino final: la industria y el transporte de los países desarrollados, sin ninguna otra consideración para sus actuaciones político-militares.
Parodiando a Immanuel Wallerstein en sus ensayos sobre geopolítica y geocultura (2) publicados a raíz de la caída del muro de Berlín en 1989: es algo así como la hegemonía imperial de los EEUU como superestructura, basada o sustentada en el hecho económico del dominio y control del petróleo mundial, y estirando la comparación hasta el conflicto actual entre Colombia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua: el cipayismo del gobierno colombiano como superestructura, sobre la base económica del petróleo.
En el 2001 el profesor Klare describe en el mundo tres hervideros conflictivos o regiones geoestratégicas donde el petróleo y el gas natural constituyen lugares de “búsqueda competitiva de su abastecimiento” y hay confrontación militar: 1- El Golfo Pérsico con sus estrechos; 2- El mar Caspio; y 3- El mar meridional de la China con sus pasos marítimos. Todos ubicados en regiones donde confluyen y limitan varios países que reclaman la soberanía territorial sobre el mismo recurso.
Extrañamente el profesor, a pesar de que el Plan Colombia/Andino llevaba ya varios años de ejecución, no menciona como región geoestratégica el golfo de Maracaibo con su estrecho, ni la bolsa del Putumayo o de las cinco fronteras en Suramérica, que ahora han saltado a la actualidad con el conflicto magnificado del gobierno colombiano con sus vecinos limítrofes de Venezuela, Ecuador, e indirectamente con Nicaragua por el mar territorial en el golfo de los Misquitos donde también existe una bolsa de crudo.
El profesor aclara que ahora (después de la guerra fría), ya no será una guerra mundial entre grandes potencias desarrolladas y enemigas por el control exclusivo del recurso como lo fueron las dos terribles guerras interimperialistas mundiales del siglo 20, sino que será una “muy dura” competencia económica de compañías multinacionales (de múltiples países desarrollados imbricados y a veces hostiles), para garantizar que el país propietario del recurso (generalmente subdesarrollado, del Tercer Mundo y con escaso armamento) les entregue sus bolsas (de petróleo, obviamente) en las mejores condiciones posibles.
Dice así el profesor Klare en la página 50 de su libro: “Finalmente, la frecuencia y el carácter del enfrentamiento bélico dependerán de la importancia relativa y la interacción de tres factores claves: 1) el entorno político y estratégico en que se tomen las decisiones sobre temas de recursos, 2) la relación futura entre la demanda y la oferta, y 3) la geografía de la producción y la distribución del crudo”. Advertencia obvia que pocos pudimos leer a tiempo.
Con todo, llama la atención que el profesor Klare en el último capitulo de su libro titulado “la nueva geografía del conflicto” (página 264) haya escrito en el 2001 lo siguiente como una premonición geopolítica irremediable, repetida incansablemente desde entonces como una noria sin fin:
…“En el hemisferio occidental, esa franja incorporará la vasta extensión verde de la cuenca del Amazonas y una importante mancha negra que corresponde a Colombia y Venezuela. Para dentro de los próximos años, estos dos países se vislumbran muy expuestos a conflictos y agitaciones políticas por los recursos. Aunque los dos tienen sus tradiciones de gobierno democrático, también las tienen de violencia política endémica. Venezuela parece encaminarse hacia un régimen de tipo pretoriano bajo el presidente Hugo Chávez, ex paracaidista que protagonizó un golpe militar fracasado en 1992”.
“Mientras tanto, Colombia está desgarrada por los desmanes del narcotráfico y por una larga guerra de guerrillas. Los dos países abastecen además de grandes cantidades de petróleo a EEUU. No es de extrañar, por tanto, que Washington empiece a fijarse en la evolución política de ambos. En el caso de Colombia, le suministra ya importantes volúmenes de armamento y ayuda militar. Teóricamente esa ayuda norteamericana debe servir para que las autoridades colombianas luchen contra los narcotraficantes. Pero es probable que se usen asimismo para operaciones del ejército contra los grupos guerrilleros que sabotean habitualmente los oleoductos del país. También el Amazonas seguirá siendo escenario de conflictos relacionados con los recursos”.
Las decisiones de cuándo, cómo y dónde se dará el enfrentamiento bélico, no serán tomadas ni en Bogotá, Caracas ni Quito. Saldrán de Washington. Eso lo ha dejado claro el profesor Klare. Sin embargo, cada vez que oigo o leo la palabra geopolítica, no puedo resistir el impulso que me lleva a desenfundar mi estilográfica, porque entre otras, me acuerdo inmediatamente de la definición que le hicieron los asesores nazis al burro ladrón y asesino de Pinochet, y que dice así:
«La geopolítica es una rama de las ciencias políticas que, basada en los conocimientos geográficos, históricos, sociológicos, económicos, estratégicos y políticos, pasados y presentes, estudia en conjunto la vida y desarrollo de una masa humana organizada en un espacio terrestre, analizando sus múltiples y recíprocas influencias (sangre, suelo) para deducir sus objetivos y estudiar sus proyecciones, con el fin de lograr en el futuro un mayor bienestar y felicidad en el pueblo» (3). ¿No cierto que frente a esta maravilla de la inteligencia humana, nadie se puede abstener?
Notas
(1) Klare T Michael. Guerras por los recursos. El futuro escenario del conflicto Global. Editorial Urano Tendencias. España. 2003
(2)Wallerstein Immanuel. Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Editorial Kairós. Barcelona. 2007.
(3) Pinochet Ugarte, Augusto. Geopolítica. Barcelona Empresa Industrial Gráfica. Santiago, Chile. 1992 pág. 52
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