Desde los barrios entre risas y luchas por la nueva Colombia
El trabajo del Colectivo Semillas de Memoria y Dignidad en el barrio Nuevo Chile de Bogotá.
Colectivo Semillas de Memoria y Dignidad
Es un tiempo histórico en la larga lucha por la transformación política, cultural y económica de nuestro país, es por esto que uno de los ejes fundamentales para alcanzar el sueño de Simón Bolívar de una Latinoamérica unida y libre es el trabajo sociopolítico y cultural con las bases golpeadas por el sistema capitalista, bases que en el caso de las ciudades se encuentran en los barrios periféricos y populares.
Ejemplo de la premisa mencionada es el trabajo que el Colectivo Semillas de Memoria y Dignidad realiza en la localidad de Bosa en el barrio Nuevo Chile, ubicado en el extremo suroccidental de la ciudad de Bogotá. Se caracteriza por un legado de izquierda producto del carácter ideológico que irradiaron los militantes del Partido Comunista Colombiano a través de la Central Nacional Provivienda (Cenaprov) (Velandia, 1999).
En el terreno se desplegó una notable influencia en sus primeros habitantes, lo que se refleja no solamente en las estrategias organizativas empleadas que combinaban la adjudicación de los predios utilizando la compra o arrendamiento de los mismos, con la toma estratégica a partir de las vías de hecho- (Zuluaga, 1986), sino también en elementos simbólicos, como lo es nombrar el terreno Nuevo Chile, en conmemoración a la memoria de Salvador Allende.
El trabajo realizado por esta colectividad parte desde el eje socioambiental y el eje cultural, que articulan la defensa y la lucha por el derecho a la ciudad, a través de la educación popular como una herramienta alternativa para el trabajo de base y la conformación de procesos críticos y reflexivos.
Eje socioambiental y territorio
Sumando la explotación desmesurada de los recursos naturales, la irrupción descomedida de la industria, la urbanización excesiva y descontrolada hacia las periferias de las ciudades, el desplazamiento interno y retribución exigua del trabajo campesino, se observa una limitación de la producción de alimentos a sectores rurales alejados de las urbes, lo cual ha creado dependencias y conflictos en torno a la tierra. Es así como el Colectivo Semillas de Memoria y Dignidad hace un aporte a partir de propuestas que involucran la agricultura urbana, herbarios populares y educación ambiental desde el intercambio y reproducción de semillas limpias y endémicas, con el fin de construir tejido social en pro de la soberanía alimentaria.
De la mano de esta perspectiva se pretende mostrar la trascendencia de las ciencias naturales y su aplicación a la vida cotidiana, enfatizando en la importancia de las mismas para la construcción de una nueva sociedad en equilibrio ambiental e igualdades sociales y políticas. Estas propuestas se materializan en la construcción de una huerta comunitaria que toma un lugar importante en la labor del colectivo, ya que esta se encuentra en un terreno que se ha venido recuperando con el esfuerzo de los niños del barrio y los talleristas, que han sido testigos del empeño y cuidado que se debe dar al trabajo del campo, dando una visión de lo que implica ser campesino y a partir de ello reflexionar sus condiciones laborales.
Eje de cultura popular y contrahegemonía
¿A quién le pertenece el arte? ¿A quién le pertenece la cultura?
La cultura tiene una función social, por ello la necesidad de llevar a cabo un ejercicio contrahegemónico desde nuestras prácticas en los diferentes sectores de trabajo y desde el ejercicio mismo del arte, mostrando que no se necesitan cantidades de dinero para llevar a cabo un trabajo si contamos con la solidaridad y el conocimiento para realizar el mismo.
La cultura se encuentra en el ejercicio práctico que se puede evidenciar en el quehacer cotidiano, el cual es atravesado por las dinámicas propias de un contexto dentro de un territorio: la industrialización y masificación de la «cultura» desde el poder hegemónico afecta las prácticas culturales propias de un territorio, lo cual lleva al sujeto a desconocer sus raíces e identidad. Por ello la necesidad que desde los diferentes movimientos artísticos y sociales recuperemos lo que es nuestro, la cultura.
En forma de conclusión se dice entonces que las características de conciencia comunitaria del barrio Nuevo Chile coinciden con dinámicas de barrios populares afectados por el conflicto armado que generan situaciones de violencia. Al respecto, es posible generar e implementar iniciativas que contribuyan al desarrollo de procesos comunitarios y organizativos, así como a la construcción de ambientes urbanos de paz, a partir de los mismos esfuerzos de la comunidad y el liderazgo de agentes comprometidos con estas problemáticas sociales.
Para la situación propia del barrio se desarrolla una apuesta desde la acción educativa, tendiente al fortalecimiento del sentido comunitario, la reconstrucción de la memoria barrial, la reivindicación de los derechos humanos y la construcción de una nueva Colombia a partir de una ciudad en paz con justicia social.
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