Bases militares norteamericanas para derrocar a Maduro
Las instalaciones yanquis en Colombia, junto a otras en Centroamérica, se articularían en un “arco geoestratégico” de intervención militar. La señal del ataque la daría la OEA, si decide aplicar la Carta Democrática, como lo viene planteando su secretario general Almagro. Plan del Comando Sur.
Alberto Acevedo
Las bases militares norteamericanas de Larandia, Tres Esquinas, Arauca, Puerto Leguízamo, Leticia y Florencia, todas ellas asentadas en territorio colombiano, estarían trabajando en la conformación de un “arco estratégico” para intervenir militarmente en Venezuela, derrocar al presidente Nicolás Maduro, y frustrar la revolución bolivariana y los cambios sociales que ella entraña.
El anillo militar estaría integrado además por tropas de asalto norteamericanas acantonadas en las bases militares de “control y monitoreo” Reina Sofía, de Aruba, y Hato Rey, de Curazao; el centro de operaciones y mando del criminal proyecto tendría asiento en la base militar de Palmerola, en Honduras, la mayor instalación extrajera de esa naturaleza en territorio latinoamericano.
Una denuncia en este sentido fue hecha el domingo pasado, por la agencia de noticias Anncol, quien aseguró que el plan operativo de intervención militar en Venezuela está contenido en un extenso documento del Comando Sur de los Estados Unidos, denominado “Operación Venezuela Freedom-2”, suscrito por su comandante, el almirante Kurt Tidd.
La base militar de Palmerola, en Honduras, tiene la pista de aterrizaje más larga de la región y es un verdadero centro de conspiraciones contra gobiernos demócratas en América Latina. Fue creada con ese propósito en los años 90 para apoyar una contrarrevolución que atacara los movimientos sociales en el istmo centroamericano y atentara contra gobiernos populares, especialmente el recién instalado del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua.
Legitimando la intervención
En sus instalaciones aterrizó el 28 de junio de 2009 el avión con militares hondureños que acababan de derrocar y secuestrar al presidente constitucional Manuel Zelaya. Allí recibió abastecimiento y partió con rumbo a Costa Rica.
El documento del Comando Sur contiene 12 tareas tácticas y estratégicas orientadas a buscar las condiciones políticas, económicas y militares para ejecutar la ‘Carta Democrática’ de la OEA y legitimar de esta manera la intervención militar norteamericana en Venezuela. Este propósito coincide en el tiempo con las gestiones del actual secretario general de la OEA, Luis Almagro, en esa dirección, por cuenta de la oposición golpista de la derecha venezolana.
La agencia noticiosa que hace la revelación del documento, recuerda que el anterior jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, John Kerry, en unas declaraciones a la CNN en octubre de 2015, reconoció que Estados Unidos está dispuesto a intervenir en Venezuela, si la OEA o la ONU lo solicitan. La ‘Carta Democrática’ de la OEA es un desprestigiado mecanismo de intervención, rechazado por muchos países de la región, que pretende ser activado por el actual líder de ese organismo. De ahí las duras reacciones del presidente Nicolás Maduro, que no ha vacilado en calificar tal despropósito como un grosero plan intervencionista.
En el documento “Operación Venezuela Freedom-2” se dice: “Si bien en la situación militar no podemos actuar ahora abiertamente, con las fuerzas especiales aquí presentes, hay que concretar lo ya anteriormente planificado para la fase 2 (tenaza) de la operación. Los entrenamientos y aprestos operacionales de los últimos meses, con la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo en la base de Palmerola, en Comayagua-Honduras, la Fuerza de Tarea conjunta Inteligencia Sur, permite colocar tales componentes en condiciones de actuar rápidamente en un “arco estratégico”, en la serie de bases militares gringas arriba enumeradas.
Villegas entra al baile
Para denotar que el interés en meter las narices en los asuntos internos de Venezuela, ha sido una vieja aspiración de la Casa Blanca, la agencia informativa recuerda la afirmación que hizo el entonces senador Paul Cover Dale, en 1999, cuando el Congreso norteamericano comenzó el debate sobre el Plan Colombia: “Para controlar a Venezuela, es indispensable ocupar militarmente a Colombia”.
Es curioso que en momentos en que se conoce el plan intervencionista norteamericano contra Venezuela, apoyado en lo fundamental en bases operacionales en territorio colombiano, el ministro de Defensa de este país, Luis Carlos Villegas, sea recibido en el Pentágono por el subsecretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Work, quien le ratificó el respaldo de su gobierno a la nueva fase del Plan Colombia.
Villegas, que también se reunió con la subsecretaria de Estado para Asuntos Hemisféricos, Roberta Jacobson, recibió los agradecimientos de la funcionaria por “el apoyo y cooperación de las Fuerzas Armadas colombianas en Centroamérica, donde son un referente”. Recordemos que VOZ había referido al hecho de que la aspiración de Washington de que las tropas colombianas se vinculen a proyectos de la OTAN, le resulta funcional a los planes de agresión contra distintos países, y mencionamos entonces a Venezuela, como posible objetivo de esos propósitos.
Guerra económica
Hay una especie de conspiración diplomática que busca aislar internacionalmente a Venezuela para justificar la aplicación de la llamada ‘Carta Democrática’. Esto constituiría una fase superior de la escalada contra el gobierno de Maduro, al que acusan de provocar un desabastecimiento generalizado de productos de primera necesidad, incluyendo medicamentos esenciales, que tienen al pueblo de ese país al borde de un estallido social.
En este sentido, el pasado 5 de mayo, en el marco de una sesión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos, OEA, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, acusó a la gran prensa internacional de realizar un “bulling (acoso) permanente” contra Venezuela, falsificando la información sobre la realidad de ese país.
Tanto la canciller como el gobierno central han dicho que con los alimentos que actualmente se importan para el abastecimiento interno de los venezolanos, se podrían suplir las necesidades de tres países iguales a Venezuela en población. El gobierno reconoce que hay dificultades de acceso por parte de la población, pero el problema no radica en la falta de productos, sino en los mecanismos de comercialización y distribución.
Los diez principales productos de la canasta familiar de los venezolanos, entre ellos la harina precocida, con la que se producen las tradicionales arepas, pero también la leche, los huevos, la carne de res y el pollo, su comercialización está en manos de no más de 10 grandes empresas privadas, comprometidas en la “guerra económica” contra el gobierno de Maduro y en los planes para desestabilizar la revolución bolivariana.
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