Los destinos de Uribe
El cambio del escenario interno y la nueva posición del gobierno Obama ponen al expresidente a escoger entre la justicia restaurativa o la Corte Penal Internacional.
Andrés Elías Gil
Uribe vive en una burbuja donde piensa que todavía tiene el 70% de aceptación y que su partido unipersonal tiene 8 millones de votos. Cree que aún manda en el Ejercito y en los medios de comunicación y que es el “niño mimado” del Gobierno norteamericano; aún piensa que es el “gran colombiano” y que tuitea bien.
Para desgracia de él, todo eso ha cambiado, comenzando por el contexto más importante: el internacional. Aunque Estados Unidos en esencia tiene una sola política exterior (sus intereses), tiene dos métodos: el demócrata y el republicano. Uribe y el beligerante republicano Bush coincidieron en buena parte de sus mandatos lo cual le facilitó toda su ruinosa y violenta política de “Seguridad Democrática”. Pero hoy el Gobierno de EEUU es demócrata.
Eran otras épocas cuando Uribe era para Washington “su hijo de puta”1 y gozaba de un gran prestigio entre los halcones republicanos. Pero este contexto cambió ya hace mucho. Hoy con John Kerry y Bernard Aronson apoyando abiertamente el proceso de paz y un Obama reconstruyendo las relaciones con Cuba, incluso con Venezuela, el panorama para Uribe allá no es favorable. Y a esto hay que agregarle que Hillary Clinton está muy opcionada para ser la nueva presidenta de EEUU. Recordemos que en 2010 ella evitó reunirse con Uribe por recomendación del Embajador de la época quien consideró que la podría perjudicar a futuro por sus escándalos de los falsos positivos, la parapolítica y las chuzadas. Los tiempos son otros, Norteamérica ya no considera a Uribe su aliado.
Por otro lado, hechos como el apretón de manos de Santos con Timochenko, los notables avances de la paz y el estar a pocos meses de firmar un acuerdo definitivo, le quitan toda la fuerza al discurso del miedo que tanto le funcionó a Uribe durante 8 años como mandatario y luego con su partido. Ad portas de la paz Colombia está cambiando el miedo por la esperanza.
¿Y los militares? Los militares temerosos de los juzgamientos internacionales y viendo que la paz les da posibilidades aún mejores que el mismo fuero militar, ya comienzan a apostar a la paz. El que haya militares en todos los niveles de la negociación en La Habana comenzado por el General Mora y Naranjo en la mesa principal y el General Flórez en la subcomisión para el fin del conflicto, da confianza a los mandos medios y en la tropa.
El anuncio del cambio de doctrina militar esta semana para transformar la vocación del ejercito es una señal inequívoca. Los militares otrora aliados de Uribe hoy se están subiendo al vagón de la paz. A Uribe le quedarán socios y amigos pero la realidad de hoy es que pierde el ascendente sobre las FFMM.
¿Y los medios? Los medios de comunicación, casi todos muy escépticos e incluso opositores a la paz, están siendo contagiados por el revitalizado sentimiento nacional por la paz; se ven sutiles cambios de postura en importantes generadores de opinión. Claudia Gurisatti, a cargo de RCN, parece ser la única aliada mediática incondicional que le queda a Uribe con lo cual deducimos que Ardila Lülle es el ‘cacao’ que aún lo apoya. ¿se mantendrán así frente al tsunami de la paz? Veremos, para pragmáticos los medios y los empresarios.
¿Qué más le queda a Uribe? Le queda fuerza entre los grandes terratenientes y ganaderos y por ende entre grupos paramilitares, a quienes les quedan algunos meses para ver que pueden hacer para frenar la paz. Nada más.
A medida que avance la paz (y avanzará), Uribe se irá quedando solo con sus dos únicas armas, su partido unipersonal y su Twitter. Así las cosas le quedan dos caminos: o se sube al tren de la paz o le podría esperar la Corte Penal Internacional. ¿Exagero? Para nada.
Toda la alharaca que han hecho el Centro Democrático y Ordóñez sobre la Corte Penal Internacional y el Estatuto de Roma como el gran impedimento para la paz, se vienen abajo luego de conocer el espaldarazo de la fiscal Fatou Bensouda y sobre todo al saber que efectivamente las dos partes asumirán penas y repararán a las víctimas. La paz tendrá un cierre jurídico plenamente válido en el contexto internacional y aquí el problema ya no va ser para las FARC ni para los militares que se acojan, sino para quienes queden fuera de él, como Uribe.
Repito, a Uribe le quedarán dos caminos, o subirse al bus de la paz, hacer parte de la justicia restaurativa y decir toda la verdad, o arriesgarse a que la Corte Penal Internacional lo juzgue o lo haga otro país como por ejemplo España donde tiene un proceso abierto por las chuzadas.
¿Lo ven imposible?
¿En los 80, mientras Pinochet posaba para las cámaras junto a Margaret Thatcher, a alguien se le ocurrió que iba a terminar detenido y pedido en extradición por tribunales internacionales, precisamente en Inglaterra, en 1998?
Si me preguntan cuál será su destino, me inclino por el segundo, la CPI. Su soberbia infinita le impedirá acudir a la Jurisdicción Especial de Paz para confesar allí todo lo qué, su familia y sus compinches hicieron para que Colombia viviera en guerra por la eternidad.
- Franklin D. Roosevelt “Tal vez Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. ↩
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