Cinco lustros del magnicidio de Pardo Leal: De la UP a la Marcha
por Carlos A. Lozano Guillén
El 11 de octubre de 1987, cerca del municipio cundinamarqués de La Mesa, a menos de dos horas de Bogotá, fue asesinado Jaime Pardo Leal, presidente de la Unión Patriótica y ex candidato presidencial de la izquierda con los mejores resultados hasta entonces, jurista a carta cabal, fogoso orador, alegre y carismático, militante y miembro del Comité Central del Partido Comunista Colombiano.
Pardo regresaba de su finca, en el puente festivo, acompañado de Gloria Flórez de Pardo, esposa, sus dos hijos varones y un escolta de confianza, cuando fue acribillado por varios sicarios que le dispararon una y otra vez, siendo herido de muerte. Minutos antes, un helicóptero sobrevoló el campero en el que iba el dirigente de izquierda, seguramente dándoles aviso a los criminales en tierra.
El crimen estremeció al país y las protestas, inevitables, se desbordaron con la indignación popular. Como lo aseguró algún analista político de la época, hubo un pequeño bogotazo. El enfrentamiento en barrios populares de Bogotá y otras ciudades duró hasta tres días, con muertos, heridos y detenidos por la represión policial. Las autoridades no impidieron el crimen de Jaime Pardo Leal, pero sí se apresuraron, con el argumento de la “defensa del orden y la democracia”, a reprimir las justas protestas ciudadanas.
Los responsables del magnicidio
El gobierno de Virgilio Barco Vargas, durante el cual fueron asesinados otros candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro Leongómez, con participación de agentes oficiales, como está demostrado, responsabilizó al cartel de Medellín.
El tiempo demostró que fueron crímenes de estado, adelantados por organismos de inteligencia, políticos nacionales y regionales, y sectores de los gremios que favorecieron el paramilitarismo y el narcotráfico, cooptados para sus turbios propósitos de mantener el sistema y el status quo a todo trance. Los magnicidios están aún en la impunidad.
Cuando asesinaron a Pardo Leal el genocidio contra la Unión Patriótica ya estaba en pleno desarrollo. Fue un plan sistemático y sostenido de varios tentáculos. Planes nacionales regionales, que barrieron la presencia del movimiento político del escenario nacional y local.
Fueron cinco mil los asesinados, la mayoría de ellos también dirigentes y militantes del Partido Comunista Colombiano. Varios de sus gestores y promotores están en libertad, gozando de impunidad.
El verbo vibrante del ex magistrado y líder político colocó en la picota, con nombre propio, a los oficiales en todos los niveles y suboficiales de las Fuerzas Militares y de Policía estrechamente ligados al paramilitarismo y responsables de numerosos crímenes y atropellos contra miembros de la Unión Patriótica. El país escuchó estupefacto la denuncia, el Gobierno la ignoró y la cúpula militar la rechazó. Ese día, dicen numerosos informes, las redes criminales del Ejército decidieron acabar con la vida de Jaime Pardo Leal.
Acuerdo de La Uribe
La Unión Patriótica había surgido como parte del acuerdo de La Uribe entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC-EP, en búsqueda de un pacto de paz para ponerle punto final a la confrontación armada. La UP era el escenario político al que llegarían las guerrillas sin armas, después del acuerdo de paz.
El Gobierno Nacional se comprometió a presentar al Congreso una ley de amnistía y las reformas políticas y sociales, así como dar las garantías para el funcionamiento del nuevo movimiento al que ingresaron organizaciones políticas no armadas como el Partido Comunista, corrientes socialistas y sectores independientes y de los partidos tradicionales, ávidos de cambios y apertura democrática en el país.
Nada funcionó. La ley de amnistía se convirtió en un proyecto sin punto final, las reformas nunca fueron presentadas al Congreso y la Unión Patriótica fue aniquilada. La responsabilidad del fracaso de este proceso, adelantado en las condiciones de una tregua bilateral de año y medio de duración, es de la oligarquía dominante.
A los 25 años del asesinato de Jaime Pardo Leal, la historia colombiana es la misma, como si se hubiera quedado detenida en el tiempo. Es la inercia de la clase dominante. El tiempo pasa, porque es inexorable, pero para ésta no.
Quiere la paz sin cambios en la vida nacional, mientras excluye a la izquierda y trata de silenciar por la represión la protesta popular y el surgimiento de otras fuerzas alternativas, de renovación y cambio democrático.
UP y Marcha
Después de la experiencia histórica de la Unión Patriótica, de la aparición y desaparición de otras fuerzas de izquierda, de la triste y efímera experiencia del Polo Democrático Alternativo, surgió en abril de este año Marcha Patriótica, con dos años de conformación en medio de la acción popular y de masas, movimiento social y político que propugna por la unidad de la izquierda, la paz con democracia y justicia social y que la izquierda y los sectores democráticos se conviertan en opción de poder progresista y popular. Está inscrita en el legado de Jaime Pardo Leal y de los mártires de la Unión Patriótica.
Marcha Patriótica tiene en cuenta el acumulado histórico de la Unión Patriótica, con otro origen y esencia. Mientras que la UP surgió en el marco de los diálogos de paz, en 1985, como iniciativa de la guerrilla en la eventualidad de un acuerdo que le pusiera punto final a la confrontación armada, Marcha Patriótica es el resultado de la lucha popular y de masas de centenares de organizaciones sociales, acompañadas de organizaciones políticas como Izquierda Liberal de Piedad Córdoba y el Partido Comunista Colombiano, entre otros sectores, que decidieron presentarla en abril de 2012.
La UP fue un movimiento político y Marcha es un movimiento social y político. Ambas se identifican en la lucha por la unidad de la izquierda y la paz con democracia y justicia social. Ambas, también, han sido blanco del sistema dominante, que las califica de “brazos políticos de la guerrilla” y con ese sambenito justifica la guerra sucia y la persecución.
Marcha Patriótica es, pues, un movimiento social y político de la entraña popular. En el ojo del huracán porque irrumpió con evidente respaldo de masas que inquieta a la derecha recalcitrante. La persecución y acusaciones a que es sometida recuerdan la antesala del genocidio contra la Unión Patriótica.
De nuevo está en duda la tolerancia y el pluralismo ideológico de la clase dominante, renuente a cambios políticos y sociales. Al fin y al cabo ha sido el factor determinante del fracaso de los procesos de paz anteriores. Ojalá esta costumbre no se convierta en la razón de una nueva frustración de cara al proceso que recién comienza.
Fuente: Semanario Voz
Comentarios recientes