El rompecabezas del paramilitarismo en Colombia
El paramilitarismo es una política de Estado que tiene desde su origen una misión que no ha cambiado.
María Aureliana Buendía
Guerrillera de las FARC-EP
La primera condición para que entre un poco de luz a este rompecabezas, es jugar limpio. Eso quiere decir actuar con sinceridad, con lealtad, con respeto frente al contrincante o frente al enemigo o frente a las víctimas, por qué no. Esperar que aparezcan estas cualidades en el Estado o en el gobierno, ¡Suena imposible!
Por falta de éstas cualidades y de muchas otras personales y sociales, como la democracia, la justicia, la igualdad, es que el Estado en Colombia recurrió a armar literalmente a los rompe-cabezas, rompe-brazos, rompe-piernas, rompe-voluntades, rompe-huelgas, rompe-protestas, rompe-oposiciones… Y ahora el gobierno (este y todos los anteriores) echa el cuento de que no sabe o que no hay como desarmar ese rompecabezas y rompe-de-todo que armaron con tanto “éxito”. Peor aún, tienen el poco valor de decir que el fenómeno paramilitar ya no existe y que nunca fue una política de Estado. He aquí un brevísimo recuento que prueba lo contrario:
En febrero de 1962 visitó Colombia el General Yarborough, director de investigaciones de la Escuela de Guerra Especial de Fort Bragg, Carolina del Norte, EE.UU. En el Suplemento Secreto elaborado después, se lee: «Debe crearse ya mismo un equipo en dicho país, para seleccionar personal civil y militar con miras a un entrenamiento clandestino en operaciones de represión, por si se necesitaren después. Esto debe hacerse con miras a desarrollar una estructura cívico militar que se explote en la eventualidad de que el sistema de seguridad interna de Colombia se deteriore más. Esta estructura se usará para presionar los cambios que sabemos, que se van a necesitar para poner en acción funciones de contra-agentes y contra-propaganda y, en la medida en que sea necesario, impulsar sabotajes y/o actividades terroristas paramilitares contra los conocidos partidarios del comunismo. Los Estados Unidos deben apoyar esto».
El 9 de abril de 1969, se aprobó el Reglamento de Combate de Contraguerrillas, elaborado por el Comando del Ejército, donde se lee: «Organizar en forma militar a la población civil, para que se proteja contra la acción de las guerrillas y apoye la ejecución de operaciones de combate… Según el objetivo que se busque, la población civil puede ser organizada de dos maneras: a) Como junta de autodefensa b) Como defensa civil… «La Junta de autodefensa es una organización de tipo militar que se hace con personal civil seleccionado de la zona de combate, que se entrena y equipa para desarrollar acciones contra grupos de guerrilleros que amenacen el área o para operar en coordinación con tropas de acciones de combate… La junta de autodefensa se puede organizar en áreas en donde no se han presentado problemas de violencia, para prevenir la formación de grupos armados, o donde se han destruido movimientos insurgentes, para darle capacidad a la misma población civil de rechazarlos en caso de que se vuelvan a presentar… La organización de juntas de autodefensa debe hacerse con individuos escogidos y en áreas en donde se tiene la absoluta certeza de que no se presentarán problemas mayores con el entrenamiento y entrega de armamento… Una red de juntas de autodefensa, controladas por el Mando militar, representa un instrumento poderoso para la defensa de la nación contra ataques exteriores o interiores. Su organización debe, por lo tanto, estar bajo la dependencia militar en todo momento…”
En 1979 el Ejército publica el libro»Instrucciones Generales para Operaciones de Contra-Guerrillas». Dice:»Organización de grupos de auto-defensa a nivel caserío y veredas con el fin de que los habitantes del área contribuyan en forma activa en la lucha».
El 20 de julio de 1980, cinco integrantes del Batallón de Inteligencia y Contrainteligencia «Charry Solano», del Ejército oficial, denunciaron la constitución del grupo terrorista paramilitar llamado «Triple A», por parte de sus jefes. Los militares denuncian que todos ellos son «funcionarios al servicio de la Inteligencia Militar desde hace varios años… a quienes precisamente el ejército al cual servimos por tantos años con decisión y sacrificio, haciendo cosas ilícitas, realizando delitos por órdenes superiores, que van desde el secuestro, torturas, terrorismo, hasta el asesinato para defender dizque al Estado, y hoy en día perseguidos por esos superiores que ordenaron hacer tales cosas».
En 1987, en el Reglamento de Combate de Contraguerrillas, se define la Guerra de Contrainsurgencia así:»La Guerra de contrainsurgencia, llamada también contra-revolucionaria o anti-subversiva, es aquella que lleva a cabo el gobierno apoyado por una gran porción de la población civil de un país, empleando acciones de tipo político, económico, psicológico, sociológico, militar y paramilitar contra las fuerzas insurgentes para prevenir o eliminar el proceso revolucionario y garantizar que no vuelva a presentarse…»
El 1° de noviembre de 1989 fue capturado el Teniente del Ejército Luis Antonio Meneses Báez, quién presentó confesiones sobre la estructura nacional del paramilitarismo. Afirma Meneses Báez que los comandantes de la Brigada XIV y del Batallón Bárbula lo vincularon a las Autodefensas de Puerto Boyacá en 1981, siendo oficial del Ejército y expresa que «Las autodefensas campesinas… son una política del gobierno para la lucha antisubversiva». Dice que posteriormente la II Brigada, con sede en Barranquilla, le encomendó la creación de otras «autodefensas» en el sur de Bolívar y que el B-2 de la Brigada hacía de puente entre las «autodefensas» y las jerarquías militares. Afirma que en 1987, «la inteligencia militar encabezada por el Batallón Charry Solano, aglutinó los movimientos de autodefensa campesina bajo su control y para ello se organizó una reunión con los líderes regionales en las instalaciones del Charry, donde surgió una Junta Nacional de Autodefensa, compuesta por líderes de aproximadamente 8 regionales, cuya función era promover el sistema de Autodefensas y coordinar con el Ejército operaciones de inteligencia…» Dice Báez: «Hasta comienzos de 1989 los contactos se hacían con el Estado Mayor del Ejército y actualmente se utilizan intermediarios…»
El 4 de enero de 1994 el diario La Prensa, de Bogotá, publicó textualmente las confesiones hechas por Carlos David López Maquillón y Saulo Segura Palacio, miembros de la Red 07 de Inteligencia de la Armada Nacional. Las redes, y en particular la 07, funcionaban como estructuras criminales para asesinar, masacrar, desaparecer, atentar y amenazar a miembros de organizaciones populares, de partidos de oposición política, así como de defensores de derechos humanos, periodistas, etc.
El 4 de diciembre de 1995 en la cárcel de Palmira, el líder paramilitar Alonso de Jesús Baquero Agudelo refiere la actividad de mercenarios israelíes en la capacitación de paramilitares en el Magdalena medio en 1987-88. Su promotor fue el General Farouk Yanine Díaz, quien deseaba una fuerza paramilitar más ofensiva. El curso, dictado por cuatro israelíes, duró dos meses, y en la clausura estuvo presente, al lado de los capos del narcotráfico, un delegado del Ministerio de Defensa que era Coronel y al parecer el Secretario del Ministerio.
En otra indagatoria el mismo paramilitar Baquero dijo: «en ese tiempo había afán de sacar la guerrilla como fuera de todo el Magdalena Medio y los militares nos organizaron para que nosotros hiciéramos lo que ellos no podían hacer que era matar la gente y cometer masacres. Es que si la Fiscalía recuerda en los años 86, 87, 88 y 89 apareció una gran cantidad de gente muerta y otra desaparecida en Puerto Boyacá, en Puerto Nare, La Sierra, Puerto Berrío, Cimitarra, Puerto Parra, San Rafael de Chucurí y en Barrancabermeja, y la familia ni nadie da razón porque los paramilitares se encargaron de eso pero mandados y apoyados por el Ejército».
Narra Baquero lo que hacían en «Palo de Mango», Puerto Zambito, Cimitarra: «Allá hablar de «picalesco» es despedazar la persona por las coyunturas, les quitan las manos, la cabeza, los pies, le sacan los intestinos y echan el cuerpo por aparte, esto se hace con el objetivo de que no aparezcan flotando por el río, y en ese sitio, en donde siempre se mataba a la gente porque es que en ese sitio el río pega de frente y el agua se desvía hacia Antioquia, es como un remolino; entonces el sitio se presta para que no queden rastros porque la corriente es fuerte».
El 13 de febrero de 1998 un paramilitar de los Castaño o ACCU, contaba que había sido entrenado en la finca Las Tangas, con 15 instructores entre los cuales había «un gringo». Los entrenamientos contaban con «la prueba de coraje» que era así:»descuartizar a una persona, quitarle la cabeza, quitarle un brazo; ponían personas que traían de afuera, cada 15 días llevaban como 7 u 8 personas y las tiraban en el campo para entrenar. Cogían una persona y llevaban allá y le decían a uno que tiene que quitarle el brazo o rajarla viva; a mí me mandaron a una sola para quitarle el brazo y que lo abriera, eso fue en 1994″.
El 29 de noviembre de 2000 la organización paramilitar «La Terraza» publica una carta dirigida al presidente Pastrana, en ella afirman que las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC- mantienen vínculos con el Comandante del Ejército, General Jorge Enrique Mora Rangel, y con el General Harold Bedoya Pizarro. (Este recuento continuará…)
Ahí están todas las piezas del rompecabezas: el paramilitarismo es una política de Estado que tiene desde su origen una misión que no ha cambiado: la eliminación de todo pensamiento o posición ideológica, instaurar el terror para que nadie proteste, que las ganancias del capital estén garantizadas.
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