Libia: Advertencia al mundo
Editorial del Semanario Voz
A la hora de escribir esta nota editorial, los voceros de Estados Unidos y aliados de la OTAN cantan victoria porque le pusieron fin a los 41 años de la “dictadura del coronel Gadafi”. Sin embargo, los medios informan que continúan los combates en Trípoli, que el hijo del líder libio se les fugó a los “rebeldes” y que no se conoce el paradero de Gadafi.
Todo indica que las tropas “rebeldes” copan el 90% de la capital, gracias a los bombardeos insistentes de las países de la OTAN, que a mansalva les abrieron el camino. Los llamados rebeldes, casi que derrotados en el primer mes de los enfrentamientos, se fortalecieron e ingresaron el fin de la semana pasada a la capital libia, protegidos por los bombardeos y ataques alevosos de los aliados de la OTAN, prepotentes y cobardes, que destruyeron buena parte de la capital, incluyendo objetivos civiles. Los “rebeldes” no hubieran llegado a las calles de Trípoli de no ser por la participación directa de Estados Unidos y sus aliados imperiales en el conflicto.
Estados Unidos, que inició los ataques, se retiró con su habitual hipocresía para dejarles el mando a sus aliados europeos, pero continuó entregando armas y dinero en cantidades a los “rebeldes”. No vaciló ni siquiera ante el hecho de la evidente alianza de estos con Al Qaeda, enemigo declarado del gobierno libio y considerado terrorista por los yanquis.
En realidad se trató de una guerra colonial, utilizando la inconformidad de algunos sectores con el gobierno de Gadafi, para apoderarse del territorio de este país africano, rico en reservas petroleras. Estados Unidos y la OTAN van detrás de los recursos energéticos como ya lo hicieron en Irak. No hay ninguna duda.
El Consejo Nacional de Transición, montado desde hace varios meses, a la hora de la verdad es un grupo de títeres al servicio de los imperialistas. Poco a poco, Estados Unidos comienza a cambiar la correlación de fuerzas en el Medio Oriente, para hacerla favorable a sus intereses y a los de Israel. Así le quedará más fácil presionar y condicionar los derechos legítimos del pueblo palestino. Como era de esperarse, el gobierno de Colombia, imitando con obediencia a Washington, ya reconoció al “nuevo gobierno”, rechazado por la mayoría de países de Unasur.
La agresión contra Libia de las fuerzas imperialistas es una descarada advertencia al mundo. Hoy es en el Cuerno de África, mañana puede ser cualquier otro país que desafíe el poder omnímodo y hegemónico imperial, que asienta su poder en las guerras de rapiña contra los intereses de otros países.
Libia, país del norte de África, de población árabe, de seis millones y medio de habitantes y con el más alto PIB del continente, varias veces fue atacado por Estados Unidos y sus aliados, con el pretexto de que promovía el terrorismo. Sin embargo, después de concesiones de Gadafi en los últimos diez años, parecían tolerarlo y algunos de los países europeos que hoy lo atacan con ferocidad para destruirlo, lo invitaron y “presentaron en sociedad” en varias de sus capitales.
Pero pudo más el ansia capitalista por los ricos pozos petroleros, hasta el punto que en medio de la inconformidad en varios países árabes se alimentó la rebelión en Libia pero con la característica, no igual en otros países, de la participación armada de Estados Unidos y sus aliados para derrocar al Gobierno. Los bombardeos buscaban matar a Gadafi en sus residencias y cuarteles, sin importar la muerte de centenares de civiles, niños, mujeres y ancianos, pero la Corte Penal Internacional, con todo el cinismo de la parcialidad, lo busca a él y a sus hijos para juzgarlos por delitos de lesa humanidad. Son diez mil muertos y buena parte del país devastado.
La destrucción del país, las masacres y los crímenes de las potencias occidentales se perpetraron a nombre de la democracia y la civilización. Así lo constata el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Así lo sentencia la Corte Penal Internacional de bolsillo. “Tienen la fuerza y podrán avasallarnos”, dijo en 1973 Salvador Allende ante la fuerza del golpe fascista en Chile, pero también anunció la nueva oportunidad cuando se abrieran las grandes alamedas al hombre nuevo y libre. La lucha antiimperialista hoy tiene nuevos desafíos, esta fuerza aberrante y dominante es el principal enemigo de los pueblos. ¡Alerta siempre contra nuevas provocaciones y agresiones! Sobre todo en nuestro continente donde se dan procesos emancipadores para sacudirse del yugo yanqui.
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