Las amplias alamedas de Salvador Allende
Por Alberto Pinzón Sánchez
El pueblo trabajador colombiano ha ido encontrando lentamente, en medio de mucha sangre y dolor, el tortuoso y difícil camino para superar la terrible crisis en la que ha sido sumido durante más de 200 años por el dominio violento y cínico de una rapaz y mezquina “oligarquía santanderista” apuntalada por el imperialismo, primero inglés y luego norteamericano.
No una “élite”, concepto ambiguo y ajeno totalmente al marxismo, acuñado e introducido de contrabando por los think-tanks anglosajones para borrar la categoría insustituible de clase social y la utilización en Nuestramérica de su prolongación, bajo el complejo y comprobado concepto histórico-social y político de oligarquía; igual a como intentaron en vano sepultar entre nubes de papel, fárragos y epitafios, la valiosa y mil veces probada categoría del marxismo revolucionario de imperialismo.
Hoy, como hace 200 años, un nuevo episodio de la secular contradicción antagónica entre monroísmo y bolivarismo vuelve a estremecer a Nuestramérica, y el odio de los cuchillos santanderistas de aquella “noche septembrina” de 1828 ha llevado a la oligarquía cipaya colombiana (lo que es un pleonasmo) a pasar de atentar contra la vida del Libertador y asesinar al mariscal Sucre, o sabotear el Congreso Anfictiónico, a convertir en clandestino e ilegal en Colombia el pensamiento anfictiónico de nuestro padre Libertador, y a llamar en su defensa a las tropas gringas para que ocupen directamente (léase bien: ocupen), esta vez sin disimulos leguleyos, la Patria que tan difícilmente pudo liberar nuestro padre Simón Bolívar del colonialismo español.
Recordemos los famosos y celebrados versos de Vargas Tejada, sobre cómo lograr la “paz santanderista de 200 años”: …”Si de Bolívar la letra con que empieza/ y aquella con que acaba le quitamos/ Oliva de la paz símbolo hallamos./ Esto quiere decir que la cabeza al Tirano y los pies cortar debemos/ si es que una paz durable apetecemos”.
Sin embargo, un sentimiento de futuro surge después de haber leído la convocatoria que hace al pueblo colombiano la Cumbre nacional de organizaciones sociales y políticas para la acción política y la movilización social, fechada en Bogotá el 23 de agosto del 2009 (1). Ya no es el famoso diagnostico “callejón con salida” en el que quisieron meter al pueblo colombiano, desde sus escritorios, un selecto grupo de “razonadores” colombianos pagados por el PNUD en el 2003, sino las “amplias alamedas” de las que hablara Salvador Allende poco antes de ser sacrificado por la metralla gringo-pinochetista aquel inolvidable 11 de septiembre de 1973.
Las amplias alamedas de la unidad del pueblo en la lucha de masas y la resistencia de masas, infinita, contra la “guerra infinita”, que el imperialismo gringo le ha declarado a los pueblos de Nuestramérica que vuelven a beber en masa en las fuentes anfictiónicas y liberadoras de Simón Bolívar.
Lejos del academicismo y el acartonamiento libresco, 1.030 delegados populares y trabajadores (¡Cómo hubiera querido estar allí!) discutieron en un ambiente maduro y fraternal, quizás desconocido hasta ahora en Colombia, sobre la gran crisis que se vive en el país: la ubicaron en el contexto mundial de la crisis global y diagnosticaron acertadamente (de qué manera) cuatro grandes tragedias particulares. Hay que leer el documento, o mejor estudiarlo. Pero, sobre todo, no se quedaron ahí.
Propusieron la única salida práctica y, tal vez, posible a la crisis: la lucha política permanente y unitaria de masas, y la resistencia de masas, dándole lugares y fechas.
De continuarse ese rumbo político estratégico, sin variaciones, ni traiciones, ni defecciones, ni deserciones, ni entregas, ni cooptaciones (hay que tener siempre presente a los Garzones), el pueblo trabajador colombiano tiene la victoria asegurada y, entonces, uno puede cerrar su hoja de vida discretamente sin las nostalgias inevitables de la edad, con el convencimiento de que ha sido útil y ha ayudado a triunfar. Esa era la palabra usada siempre por el Libertador.
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Declaración final:
Cumbre Nacional de Organizaciones Sociales y Políticas
Bogotá, agosto 20, 21 y 22 de 2009.
Esta cumbre social y política, realizada exitosamente en Bogotá del 20 al 22 de agosto con la participación de 1.030 delegados de todo el país, marca un punto alto en los pasos que debemos dar para la construcción de la unidad de las fuerzas sociales y políticas, tal como se expresa en los acuerdos alcanzados:
I. Colombia ha sido afectada por la crisis económica mundial pero, además, como lo expresamos en la convocatoria a esta cumbre, sufre cuatro tragedias:
1) La económica, signada por los efectos perversos de la aplicación del neoliberalismo, la inequidad económica y la excesiva concentración de la riqueza y de la tierra que nos ha llevado a ser uno de los países en el mundo con mayor desigualdad y exclusión económica y social;
2) La social, marcada por el aumento atroz de la pobreza, la miseria y la exclusión que afecta a gran parte de la población colombiana y más intensamente a mujeres, jóvenes, afrodescendientes e indígenas; marcada también por el crecimiento del desempleo, la pauperización del trabajador colombiano ante la pérdida de garantías laborales, el desmonte sistemático de los derechos pensionales, el paquete legislativo del Gobierno y una criminal política agroindustrial destinada a liquidar al campesinado, desplazarlo por la violencia o empujarlo a aumentar los cordones de miseria de las grandes ciudades;
3) La humanitaria, con la guerra y las violaciones crónicas a las normas del derecho internacional humanitario que se contabiliza en la última década en más de cuatro millones de personas víctimas del desplazamiento forzado, miles de crímenes de estado (mal llamados «falsos positivos»), miles de homicidios entre la población civil, desaparecidos y secuestrados, asesinatos masivos y sistemáticos contra poblaciones indígenas, afrocolombianas, campesinas y pobladores del campo, y millares de detenciones masivas y arbitrarias; violaciones aberrantes contra los derechos de las mujeres, niñas y niños en medio del conflicto, persecución y homicidios de líderes sindicales, políticos, comunales, campesinos y defensores de derechos humanos, violaciones de derechos humanos cometidas en el marco de la política de seguridad y confianza inversionista; y
4) La tragedia política, atravesada por la toma del Estado y los partidos por mafias del narcotráfico y paramilitares, hoy llamadas bandas criminales, que han llevado hasta ahora a involucrar a 81 parlamentarios en el proceso de la parapolítica, a tener municipios e incluso departamentos enteros bajo el dominio militar y criminal de las mafias y a infiltrar organismos como el DAS y la Fiscalía y ponerlos al servicio del hampa en detrimento de los derechos de los ciudadanos que deberían proteger.
Hemos constatado el incremento de la pobreza y la exclusión que se han extendido con las nefastas políticas neoliberales y el autoritarismo que condensa el proyecto de «estado comunitario» y su seguridad antidemocrática.
La magnitud de las luchas sociales de los pobladores de todos los rincones de Colombia evidencian que éstas siguen su curso ascendente, como lo ilustran la resistencia de los corteros de caña del Valle del Cauca, la amplia movilización de la juventud y de la sociedad en contra de la guerra, la Minga Indígena y Popular, las luchas de Asonal Judicial, de trabajadores del carbón, campesinos, afrodescendientes, educadores, organizaciones de víctimas y muchas otras.
Luchas que expresan alto grado de inconformidad con la situación actual y disposición para transformar condiciones de trabajo y vida al mismo tiempo que para lograr los cambios estructurales que necesita el país.
Este ambiente social va en contravía de las encuestas, denota un acelerado desprestigio del Gobierno y el mayor conocimiento de las reformas y los cambios estructurales que requiere Colombia, con visión de lo social al servicio de las mayorías y del desarrollo sostenible y equitativo del país.
La crisis económica ha puesto de manifiesto con crudeza los factores esenciales que entraban el desarrollo y generan pobreza. Llamamos desde esta cumbre a sumar esfuerzos para plantear iniciativas y acciones que pongan a pagar la crisis a sus causantes y a impedir que sus costos se descarguen sobre los sectores populares.
II- Nos ponemos de acuerdo y asumimos compromisos para:
• Construir y aclimatar la paz con justicia social por la vía de la democracia y la equidad. Promover acciones y acuerdos humanitarios y escenarios hacia la solución política del conflicto armado interno y los conflictos sociales y políticos. Apoyar iniciativas como las de Colombianos y Colombianas por la Paz y otras que propenden por el diálogo por la paz y la democracia, y la búsqueda inmediata de un cese de hostilidades bilateral o simultáneo.
• Asumir con más fuerzas la defensa del medio ambiente y persistir en la búsqueda de la soberanía alimentaria para defender la calidad de vida de todos los colombianos. Apoyar las exigencias de reparación integral a las víctimas y en particular el reclamo por más de ocho millones de hectáreas despojadas mediante la violencia por narcotraficantes, paramilitares y promotores de negocios legales e ilegales.
• Rechazar la presencia de bases extranjeras y la entrega de las bases de las Fuerzas Armadas para operaciones del Comando Sur, que es un camino que escala el conflicto, lo internacionaliza, lesiona la soberanía y la necesidad de la unidad latinoamericana y de una nueva política concertada y multilateral de seguridad en la región.
• Apoyar una agenda de lucha contra el narcotráfico que se aparte de la fracasada “guerra contra el narcotráfico” y privilegie un enfoque de salud y contra los carteles internacionales del tráfico y lavado, rechace la criminalización de los campesinos o de los adictos y consumidores, suspenda la erradicación forzada, las fumigaciones y la utilización de la estrategia antidroga como instrumento de seguridad continental.
• Lucharemos por la generación de empleo digno, por el respecto a las libertades políticas y los derechos humanos defendiendo un plan económico y social de desarrollo democrático que no descargue los costos de la crisis en el pueblo.
Estos objetivos inaplazables nos llevan a pensar y actuar para fortalecer la unidad de acción social, popular y política, a fortalecer el tejido formado por todos los hilos sociales y políticos que surgen del esfuerzo histórico por el progreso y la democracia, por la libertad y la autodeterminación de nuestros pueblos.
Alzamos nuestra voz diciendo que estamos contra el referendo reeleccionista, contra la perpetuación del presidente Uribe en el gobierno y ratificamos la urgencia de una gran convergencia progresista y democrática que permita elegir en el 2010 un gobierno de carácter democrático y popular, con un programa político, para los cambios de fondo que necesita el país.
III- Para el logro de los propósitos que nos unifican nos comprometemos a sacar adelante las siguientes acciones políticas y de movilización social:
1. Organizar y preparar acciones de protesta y paros cívicos regionales y locales en defensa de los intereses económicos y sociales de todos los sectores del pueblo. Respaldar las movilizaciones convocadas para los próximos meses por el movimiento sindical, indígena y popular, en particular la jornada nacional de lucha convocada por Fecode y la CPC el 26 de agosto, la movilización nacional contra las bases norteamericanas el 9 de septiembre, y la jornada mundial, continental y nacional por el trabajo decente el 7 de octubre. La cumbre compromete su respaldo y solidaridad con las luchas sociales que se libran en el país.
2. Respaldar el llamado de la Gran Coalición Democrática formulado en su encuentro nacional de organizaciones sociales y políticas del 17 de abril en Bogotá para preparar un paro cívico nacional.
3. Unir esfuerzos para producir un vuelco en la política con una candidatura presidencial que proyecte soluciones de fondo a las angustias crecientes en las mayorías populares.
4. Sumar energías para lograr que el tratado sobre las bases militares norteamericanas en Colombia sea echado atrás y para ello realizar una jornada nacional de lucha el próximo 9 de septiembre.
5. Trabajar por afianzar y fortalecer la unidad de todos los pueblos de Nuestra-América que hoy siguen levantándose contra la tiranía y la opresión para triunfar como lo hicieron hace 200 años ante el imperio español.
6. Vamos con entusiasmo a realizar en todos los departamentos cumbres o encuentros de organizaciones sociales y políticas, para informar del desarrollo y decisiones de esta cumbre nacional y asumir los compromisos con la movilización social y política.
7. Las conclusiones consensuadas a las que llegaron las mesas temáticas de trabajo en esta cumbre forman parte de este pronunciamiento y nos comprometen en su desarrollo y ejecución. Ellas sintetizan los acuerdos y el ambiente unitario de esta cumbre nacional.
8. Las conclusiones de la Cumbre Social y Política y su materialización honran la memoria del compañero Apécides Alvis Fernández, quien murió en medio de nuestras deliberaciones cumpliendo con su compromiso unitario. Igualmente honramos la memoria de los dirigentes sindicales, sociales y políticos asesinados y desaparecidos por el autoritarismo del régimen colombiano.
Cumbre Nacional de Organizaciones Sociales y Políticas.
Bogotá, agosto 23 de 2009.
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