Recordando a Raúl González Tuñón
Raúl González Tuñón nació en la ciudad de Buenos Aires, un 29 de marzo de 1905 y falleció en la misma un 14 de agosto de 1974.
Fue poeta y periodista. Participó de la vanguardia literaria argentina de los años 1920 y viajó luego a Europa. Vivió en París y en Madrid, ciudades en las que hizo amistad con poetas como Robert Desnós, César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda.
González Tuñón fue también periodista. Trabajó en el diario «Crítica», un vespertino de los años 20 y 30, de marcado tinte sensacionalista, pero que reclutó a notables escritores de la época (entre ellos Borges, Roberto Arlt, Enrique González Tuñón, Carlos de la Púa), y en el diario «Clarín», donde escribió crítica de artes plásticas y crónicas de viajes. Influyó decisivamente en la cultura argentina de los años 50 y 60 y es considerado uno de los fundadores de una corriente moderna de poesía urbana.
Póstumamente se han publicado «El banco en la plaza» y «Los melancólicos canales del tiempo». Su obra se inicia con «Las puertas de fuego», que publicó en Buenos Aires en 1923, a los 21 años. En esa época colaboró con la revista «Martín Fierro», en la que también escribieron Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza, entre otros.
La revista solía polemizar burlonamente con el llamado Grupo de Boedo, que agrupaba a los escritores identificados con la literatura social, quienes a su vez denominaban a sus colegas de «Martín Fierro» como el «Grupo de Florida».
Siendo Boedo un barrio entonces proletario y Florida la calle elegante de esa época, los polos de la polémica eran más políticos que literarios, aunque en Tuñón sucedía justamente lo contrario: muchos de los escritores de Boedo eran sus camaradas tal el caso de Álvaro Yunque o Elías Castelnuovo. González Tuñón mantuvo entonces relaciones cordiales pero también coincidencias con el Grupo de Boedo y muchos de sus integrantes, especialmente el poeta Nicolás Olivari, se encontraban entre sus amigos.
En 1928, y poco antes de embarcarse rumbo a Europa, González Tuñón publicó «Miércoles de ceniza». Ya en París, escribió uno de los libros considerados fundamentales en su obra: «La calle del agujero en la media», publicado en 1930. Poco más tarde, en 1936, publica otro de sus libros claves, «La rosa blindada», inspirado en un levantamiento minero en la provincia española de Asturias.
Esta obra fue de gran importancia ya que Raúl González Tuñón, con esos versos, fue «el primero en blindar la rosa» (tal las palabras de Neruda). Su obra por tanto no sólo se enmarca dentro de las llamadas vanguardias de principios del siglo XX, sino que además constituyó una de las más firmes influencias de los posteriormente llamados «poetas de la Guerra Civil española» (muy en particular de Miguel Hernández, uno de los más representativos).
Afiliado al Partido Comunista de la Argentina, Tuñón permaneció siempre fiel a sus credos estéticos. Esto lo llevó a polemizar muchas veces dentro de la organización con otros artistas o eventuales funcionarios. Muchas de estas polémicas quedaron registradas en los emblemáticos «Cuadernos de Cultura» publicados por el PCA.
Se destaca allí su defensa de Roberto Arlt ante los juicios negativos de dirigentes como Rodolfo Ghioldi. En líneas generales no compartió muchas vulgarizaciones efectuadas en nombre del «realismo socialista». Esto explica su relación «a medio camino» entre las dos «capillas» fundadoras de la moderna literatura argentina: Florida (generalmente homologada a la vanguardia) y Boedo (al realismo socialista).
Sus poemas que aludían a viajes, barrios de París y de Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o de la Patagonia, personajes de circo, lugares lejanos, tugurios extraños, marineros, hampones o contrabandistas, denotan influencias tan disímiles como Villón, Rilke, Evaristo Carriego, o payadores como Bettinotti y Gabino Ezeiza. Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker) se convirtió en un álter ego literario del autor.
Es al mismo tiempo uno de los precursores de la poesía social y combativa en la Argentina: sus «poemas civiles», referidos a acontecimientos políticos y sociales, influyeron junto con los de la bohemia a autores como Julio Huasi, Juan Gelman (los poetas del «Pan duro»), Roberto Santoro, Francisco Urondo y en líneas generales a toda la generación de los años 60. Fue un intelectual políticamente comprometido y en más de una oportunidad asistió a eventos internacionales que convocaban a intelectuales y artistas de los cinco continentes ya sea por la lucha contra el fascismo o en pos del socialismo, cuya causa abrazó.
Fuente: Comprometernos
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