Lolita Lebrón: “no vine a matar, vine a morir”
El intenso cúmulo de informaciones de estos días nos había dejado el mal sabor de haber dejado sin la debida atención la muerte de una de las grandes de la historia nuestroamericana: la portorriqueña Lolita Lebrón. Hoy, este sentido trabajo de nuestro hermano S. Morales nos permite salvar esa deuda:
Por Salvador E. Morales Pérez*
No recuerdo ni el día, ni el mes, ni el año. Tendría que buscarlo en mis viejas agendas o en las páginas de los periódicos. Lo que sí recuerdo fue, la emoción de estrechar la mano de aquellos valientes patriotas puertorriqueños que habían sufrido 25 años de prisión –de dura prisión– por haber intentado llamar la atención internacional hacia el destino de su tierra natal. Como miembro del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos de Puerto Rico tuve el honor de ser invitado a la cálida recepción brindada por Cuba.
La acción armada que los llevó al cautiverio fue realizada el 1 de marzo de 1954 cuando Dolores Lebrón, junto a Rafael Cancel, Irvin Flores, Andrés Figueroa Cordero, irrumpieron en Congreso de Estados Unidos, desplegando la bandera de los patriotas borinqueños, y con el puño izquierdo en alto dando gritos: ¡Viva Puerto Rico libre! Con los disparos realizados en el Capitolio, de los cuales resultaron heridos cinco congresistas, intentaban sacar a la opinión pública mundial la triste condición en que había quedado la isla de Puerto Rico mediante la ley congresional 600 que argüía que Puerto Rico no era colonia. Vanos fueron los intentos para una solución por intermedio del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.
Fue acción violenta, fruto de la desesperación y de la impotencia, una acción dolorosa, un alarido de auxilio. No obstante, el hecho fue criminalizado, como siempre ha ocurrido en ese país respecto a determinados actos políticos. El carácter político del mismo fue claramente definido por Lolita en su declaración como integrante del grupo patriótico: «No vine a matar a nadie, vine a morir por Puerto Rico». Buscaban el sacrificio. Habían puesto en ofrenda la vida. Aspiraban a ser banderas. Nuevos símbolos de una nacionalidad sometida a experimentos de asfixia. Lolita y sus compañeros de lucha fueron sentenciados a muerte. Astutamente, el presidente Truman la conmutó a prisión perpetua. Lolita fue encerrada en la Institución Federal Industrial para Mujeres en Alderson, Virginia Occidental, hasta el indulto de Jimmy Carter en 1979.
Dolores Lebrón Sotomayor nació en el barrio Bartolo de Lares, en el año 1919, en plena ocupación estadounidense. Lares, fue el sitio donde se dio el frustrado grito de independencia puertorriqueña el 23 de septiembre de 1868. Este lugar está asociado a la personalidad del gran patriota Ramón Emeterio Betances, figura emblemática – junto a Eugenio María de Hostos – de las aspiraciones independentistas de la isla caribeña.
Su infancia y adolescencia tuvo lugar en los momentos en que la vocación independentista de la isla crecía y despuntaba el liderazgo nacionalista de Pedro Albizu Campos. Pese a las trabas de las autoridades estadounidenses cobró auge, con variadas acciones de protesta, al punto que su líder fue condenado por conspirar contra la dominación extranjera. En ese año 1936 fue trasladado a la prisión de Atlanta en compañía del poeta Juan Antonio Corretjer, Luis F. Velázquez, Clemente Soto Vélez, Erasmo Velázquez, Pablo Rosado Ortiz, Juan Gallardo y Julio Héctor Velázquez.
Se ha dicho que Lolita quedó fuertemente impresionada por la Masacre de Ponce perpetrada el 21 de marzo de 1937, cuando un grupo de nacionalistas que protestaban por el encarcelamiento de su líder Pedro Albizu Campos fueron fríamente asesinados. Cuando comenzó a tocarse La Borinqueña (himno nacional) dio comienzo el desfile, que autorizado por el alcalde fue revocado por el gobernador estadounidense. Las fuerzas policiacas que rodeaban a los manifestantes dispararon durante 15 minutos, dejando un saldo sangriento: un centenar de heridos y 19 asesinados: 17 hombres, una mujer, y un niño de siete añitos.
Estos acontecimientos y los que le sucedieron al movimiento patriótico con posterioridad, condujeron a la joven a ingresar al Partido Nacionalista en el año 1947. Momento en el cual Albizu había regresado a la isla. Diez años de prisión no lo habían doblegado, más bien habían acrecentado su personalidad política. Se puso en campaña a pesar de que en junio de 1948, las autoridades intervencionistas habían sancionado una ley que calificaba ilegal las manifestaciones públicas a favor de la independencia.
Desde esa época Lolita Lebrón consagró su vida a las actividades en pro de la independencia y autodeterminación de Puerto Rico. Durante los años de residencia en Nueva York desempeñó diversas responsabilidades partidistas: secretaria, vicepresidenta y delegada ejecutiva del Partido Nacionalista.
Al finalizar la segunda barbarie mundial desencadenada por las grandes potencias, el movimiento descolonizador cobró auge, pero la gran potencia triunfante, Estados Unidos, no estuvo dispuesta a transigir un ápice. Ni en el seno de la recién creada Organización de Estados Americanos, ni en el seno de la otra flamante Organización de las Naciones Unidas. Todas las triquiñuelas y presiones diplomáticas y políticas fueron puestas en juego. Fue entonces cuando urdieron la creación del Estado Libre Asociado.
De manera que los nacionalistas se dieron a la tarea de propiciar una salida armada. Durante 1949 y 1950 se entregaron de lleno a preparar una insurrección, la cual fue programada para 1952, cuando el Congreso de los Estados Unidos diera luz verde al engendro de falsa autonomía. Los federales estaban sobre los talones y trataron de apresar a Don Pedro, lo cual precipitó varios levantamientos el 30 de octubre de 1950. En Jayuya, Ponce, Mayagüez, Naranjito, Arecibo, Utuado, San Juan. Estados Unidos implantó la ley marcial y envió a la Guardia Nacional. En Jayuya los nacionalistas ocuparon el pueblo durante tres días e izaron la bandera republicana, pero fueron duramente atacados por aviones con bombas y con gruesa artillería. Jayuya fue parcialmente destruido.
Griselio Torresola y Oscar Collazo intentaron ejecutar al presidente Harry S. Truman, el 1 de noviembre del 1950, en la Casa Blair. Torresola y un policía murieron en la acción, en tanto Collazo fue apresado y sentenciado a la pena máxima, la cual fue conmutada a cadena perpetua por Truman. Los dirigentes nacionalistas Albizu Campos y Blanca Canales, condenados a extensas penas de prisión. La causa patriótica parecía abatida y sepultada en el silencio informativo. La resolución de la ONU de 1954 colocaba un epitafio respecto a la realidad colonial de Puerto Rico. Albizu Campos, orientó desde prisión una acción suicida para llamar la atención mundial.
En ese acto de sacrificio se comprometieron Lolita, Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores, Andrés Figueroa Cordero, y lo llevaron a cabo a costa de lo que fuere necesario sufrir. Un cuarto de siglo de prisión no logró doblegar a ninguno de los comprometidos en la controversial acción. Desde que salió libre hasta el día de su muerte el pasado domingo 1 de agosto de 2010 Lolita Lebrón siguió en la batalla patriótica, arrostrando nuevas confrontaciones con el aparato dominante.
Unos diez años atrás, al enfrentar a un tribunal por sus acciones de protesta contra las maniobras armadas de Estados Unidos en Vieques, reafirmó: “Tuve el honor de dirigir el acto contra el Congreso de los Estados Unidos el 1 de marzo de 1954, cuando nosotros demandamos la libertad para Puerto Rico y le manifestamos al mundo que nosotros somos una nación invadida, ocupada y abusada por los Estados Unidos de Norteamérica. Me siento muy orgullosa de haber actuado ese día, de haber contestado el llamado de mi Patria”.
La maquinaria represiva y judicial estadounidense ha perseguido con infinita saña a quienes han abogado y suspirado por la independencia puertorriqueña. Con la misma saña que hoy tienen cautivos a cinco cubanos que actuaban como centinelas antiterroristas en la península floridana, especial nicho de la contrarrevolución yankubana. Recién ha sido liberado el puertorriqueño Carlos Alberto Torres, después 30 años y tres meses condenado por sedición. Pero permanecen encarcelados por semejantes motivos políticos Oscar López Rivera, con cerca de 30 años de cautiverio y Avelino González Claudio.
Cuando en la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños estamos conmemorando los inicios armados de los procesos independentistas justo es reconocer y recordar que aún en nuestro hemisferio –pese a los formulismos jurídicos– hay territorios que viven en una condición colonial. Si nada más escarbamos un poco podremos apreciar que es la condición de Puerto Rico.
Una colonia que sobrevive por la indiferencia de los pueblos hermanos. El llamado de Lolita y sus compañeros sigue en pie.
* Inst. Inv. Históricas, UMSNH
Fuente: La Polilla Cubana
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