Vamos a hacer una revolución a la uruguaya
Leonardo Batalla es responsable de la Comisión Internacional del Partido Comunista Uruguayo (integrado en el Frente Amplio) y forma parte del Departamento de Relaciones Internacionales del sindicato PIT-CNT. Ha visitado Euskal Herria invitado por LAB.
Ruben Pascual
A escasos días de que se celebre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Uruguay, Gara ha querido conocer qué ambiente se respira y qué podría deparar esta importante cita electoral.
¿Qué valoración hace del recién concluido mandato del Frente Amplio?
Después de 150 años, la izquierda vence en Uruguay y el Gobierno toma el país en una situación muy difícil -de sus tres millones de habitantes un millón eran pobres- debido a la crisis de 2002 y a la sucesiva aplicación de políticas neoliberales por parte de los gobiernos de Lacalle, Sanguinetti y Jorge Batlle en nuestro país.
A partir de la mayoría absoluta obtenida en 2004 en las dos cámaras, el gobierno del Frente Amplio (FA) inicia un proceso de transformación: se aprueban 37 leyes de regulación laboral, se aumenta el salario real un 25%, se da acceso a la salud a 500 mil niños, se entrega una computadora portátil a cada estudiante…
¿Cómo fue la primera vuelta?
Hay resultados positivos y negativos, porque no sólo se elegía al presidente, había otros dos plebiscitos en los que se decidía dar o no la posibilidad de votar por correo a los uruguayos residentes en el extranjero y la posible anulación de la Ley de Caducidad. Lamentablemente, estas consultas no salieron adelante. Pudo ser un error táctico mezclarlas con las elecciones nacionales, pero habrá que seguir trabajando en ellas durante la siguiente legislatura.
Pero ciñéndonos a la elección presidencial, el Frente Amplio obtuvo el 48% de los votos emitidos, por lo que miramos a la segunda vuelta desde una perspectiva positiva. Estamos muy satisfechos de que casi la mitad de los uruguayos haya entendido este proceso de cambio está dirigido al conjunto del pueblo. En la historia de este país, nunca un gobierno revalidó su mandato con tantos votos. La profundización en ese proceso de transformación depende de la segunda vuelta.
¿Contemplan una alianza tradicionalista para evitar la victoria del Frente Amplio?
La noche de los resultados de la primera vuelta, el Partido Blanco se volvió Colorado para formar, como nosotros decimos, el Partido Rosado. El Partido Rosado ya tiene una historia en las elecciones anteriores. En 1999 le dieron los votos a Jorge Batlle para que en la segunda vuelta ganara la Presidencia. Esta vez, los blancos obtuvieron un 29% y los colorados, un 17%. Las encuestas dicen que el Frente Amplio ronda el 50% y la unión de los dos partidos tradicionales suma un 46%. Ellos necesitarían la suma directa de sus votos y, aparte, conseguir los votos de otro partido.
Nosotros confiamos firmemente en un apoyo del pueblo a este gobierno.
Teniendo en cuenta la imposibilidad de votar por correo en Uruguay, ¿cree que afectará la celebración de dos votaciones en un lapso tan corto?
No. La Constitución establece que a los 30 días se debe realizar la segunda vuelta de las elecciones, y creemos que el uruguayo tiene cultura de expresarse en las urnas para resolver los temas importantes. Creemos que no va a haber dificultades; la mayoría de los votantes que vienen del extranjero llegan desde Argentina, que está a un par de horas en barco, por lo que las distancias son relativamente cortas.
Recordemos que en Argentina hay una cantidad impresionante de uruguayos, y la mayoría de esta gente tiene una inclinación al voto por la izquierda porque, históricamente, la izquierda no ha dado la espalda a la gente que se ha tenido que ir del país. En ese sentido, consideramos que la correlación de fuerzas se va a mantener en estos comicios.
Los votos del centro fueron decisivos para la victoria de Tabaré Vázquez. ¿Creen que la candidatura del ex guerrillero tupamaro Pepe Mujica pueda disuadir a ese sector?
La historia de Mujica ha sido ya más que discutida en nuestro país, y creemos que esa etapa está más que cerrada tanto para la izquierda como para el conjunto de la sociedad, por algo Mujica obtuvo el 49% de los votos para ser elegido presidente. Se habla de que Mujica era guerrillero, pero tenemos que recordar que estas elecciones había un candidato que no tenía apellido, que simplemente tenía nombre: el señor Pedro, candidato colorado, se apellida Bordaberry. Bordaberry fue quien dio el golpe de Estado en Uruguay en 1973.
Es decir, se acuerdan de una parte de la historia y parece que la otra se les olvidó. El pueblo uruguayo superó una parte de la historia, pero lo que no ha superado es lo que hicieron los militares y la cantidad de derechos que han violado con el terrorismo de estado.
Mujica asegura que su política está más cerca de la de Luiz Inacio Lula Da Silva que de la de Hugo Chávez. ¿En qué cree que se traduciría esto?
Primero hay que recordar que la realidad en América Latina es muy dispar. Son realidades distintas. Nosotros tenemos una estructura partidaria histórica que sostiene el proceso de transformación. Con esto no estoy diciendo que no comparta la realidad de Venezuela, sino que hay que analizarla como distinta, y que Brasil tiene una situación más parecida.
Hay que tener en cuenta otra cuestión. En Venezuela, una de las principales medidas fue la nacionalización de empresas estratégicas, como las de la energía. En Uruguay se da la particularidad de que la energía eléctrica es monopólica del Estado, como el agua, las petroleras o la telefonía fija. Es decir, nuestra realidad parte desde un punto diferente. Cuando Mujica plantea que vamos a seguir el estilo de Lula, yo creo que no vamos a seguir ningún estilo. Vamos a hacer una revolución a la uruguaya.
¿Cuáles serían los deberes de esa revolución a la uruguaya?
El fortalecimiento de la unidad de la izquierda y del Frente Amplio como herramienta para este proceso. Queremos que siga siendo una coalición de partidos políticos que permita seguir profundizando en esa dinámica de reformas en la que el Gobierno ha venido trabajando hasta el momento.
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