El foco temático del Club de Madrid
A muy pocos les puede quedar duda de la íntima y profunda relación existente entre los procesos de paz en Colombia, las elecciones próximas en Venezuela y el proceso de normalización de las relaciones entre los gobiernos de Cuba y EEUU
Alberto Pinzon Sánchez
Bajo el foco temático “Paz en Colombia y democracia en Cuba y Venezuela”, este 26 de agosto concluyó en Bogotá el evento geoestratégico trascendental para la América Latina y Caribeña, organizado por la reconocida organización transnacional Club de Madrid, que tiene como consignas centrales “abordar los desafíos globales desde una perspectiva democrática, apoyando los procesos de transición y consolidación democrática” (www.clubmadrid.org/es).
Exclusiva organización global conformada por más de 70 ex presidentes de países y figuras emblemáticas del credo neoliberal global, que tanto bien le han hecho sus pueblos y a la humanidad, como los españoles Aznar, Felipe González, Javier Solana, el ruso Mijaíl Gorbachov, el griego Papandreu; los “latinos” Henrique Cardozo, Sebastián Piñera, Alejandro Toledo, Vicente Fox, Sánchez de Lozada, Oscar Arias, y los colombianos insignes como Belisario Betancur, César Gaviria y Andrés Pastrana.
No veo la necesidad de aclarar cuál es “la perspectiva democrática” que promueven ni cuáles son las oportunidades de negocios, ni las reformas neoliberales que generan procesos de transición (en Cuba y Venezuela) hacia la democracia de ellos. En cambio sí deseo decir que quien representó al gobierno colombiano en aquella reunión fue el delfín oligárquico Martín Santos, hijo del actual presidente JM Santos y quien no es ex presidente sino, Dios mediante, será futuro presidente de los colombianos. Créanme; no es una fuga hacia adelante. (Ver http://caracol.com.co/radio/2015/08/24/nacional/1440420426_705791.html)
Después de ver las reacciones ante el golpe preventivo dado por el gobierno venezolano al paramilitarismo (exportado desde Colombia) y el nivel de ira con el que han reaccionado los ex presidentes colombianos miembros de tan exclusivo club global, como Betancur, Gaviria y Pastrana, pidiendo la salida de Colombia de Unasur, el retiro de Venezuela del proceso de paz en Cuba y demás majaderías electoreras complementarias a las payasadas agresivas de AUV.
Y después de comparar los “focos temáticos” citados al inicio de este escrito; a muy pocos les puede quedar duda de la íntima y profunda relación existente entre los procesos de paz en Colombia, las elecciones próximas en Venezuela y el proceso de normalización de las relaciones entre los gobiernos de Cuba y EEUU, que se debieron discutir intensamente en aquel club como “grandes oportunidades de negocios democráticos”. Tampoco debe quedar duda de que la inteligencia militar venezolana debió tener noticia de lo que allí se cocinaba y por tal razón apresuró el golpe preventivo que acaba de dar en la frontera colombo-venezolana.
¿Cuál fue la respuesta del presidente Santos y de sus “heroicas” Fuerzas Militares (encargadas, según la Constitución vigente, de defender las fronteras y la integridad territorial de Colombia) ante tanta sorpresa?
Primero, desconcierto. Sus héroes de la patria están “empantanados” resolviendo asuntos fronterizos con el Ecuador en Putumayo y Nariño. Con Panamá en el Urabá y el Darién. Y con Venezuela en el Catatumbo y el Perijá. Luego, entendiendo la responsabilidad que tiene su administración neoliberal como “exportadora de colombianos miserables y desplazados”, no solo a Venezuela sino a todos los demás países limítrofes, a Europa y sobre todo a los EEUU, pidió una “salida diplomática”. Loable
Pero a medida que los ex presidentes del club de Madrid seguían el libreto acordado arreciando sus críticas y azuzando a sus clientelas políticas y al oligopolio mediático que controlan; JM Santos ha reaccionado endureciendo su posición y llamado al embajador colombiano a consultas en Bogotá, lo que ha sido respondido por el gobierno venezolano con igual medida, mostrando que están preparados para responder en cualquier terreno en el que se desenvuelva la crisis fronteriza actual. Y para completar el desnudamiento de la inexistente “política de fronteras colombiana”, el gobierno de Nicaragua también ha pasado a la ofensiva pidiendo el territorio que le asignó el fallo de la Corte de la Haya en 2012.
En paralelo, y para aumentar la incertidumbre, el plenipotenciario del gobierno colombiano en el proceso de paz de La Habana Humberto de la Calle, en lugar de proponer la conformación práctica de una comisión conjunta bilateral para acordar los mecanismos de refrendación e implementación de los acuerdos a los que se va a llegar, ofrece otra nube de promesas: “A las FARC les vamos a cumplir” (27.08.2015)
¿Con qué va a cumplir?
¿Con una gigantesca crisis social política y diplomática en desarrollo con tendencia a agravarse, cuyo centro político y económico es el castrochavismo: destruir el proceso de La Habana, sacar al gobierno venezolano como “garante” de dicho proceso y de ser posible, derrocar al presidente legítimo de Venezuela e implementar una “transición democrática” en Cuba?
¿Con un paramilitarismo desbordado que traspasa fronteras, apoyado impunemente por los parapolíticos en el Congreso de la República y frente al cual el gobierno Santos ha mirado para otro lado durante todos estos años?
¿Con unas Fuerzas Militares empantanadas implementando la política gubernamental de fronteras en Urabá, el Catatumbo o en Nariño?
¿Con qué van a cumplir señores Santos, De La Calle y empresario militar Villegas?
No me corresponde dar consejos a ninguna persona si no me los pide, pero sinceramente creo que en estos momentos, en lugar de abrir un debate aun más inoficioso y bizantino de esos que les gustan a los “santanderistas y rábulas criollos” entre Unasur y la OEA, sí se debería blindar definitivamente el proceso de La Habana, si es que de verdad se desea llegar al final del conflicto.
Por lo demás, tener siempre presente aquel asunto filosófico de la causa y los efectos: que los planes del Club de Madrid para la región pueden generar más resistencia de la que se sabe o se supone. En fin, que nada está acordado hasta que todo esté acordado.
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