10 notas paracas: estado de excepción y cierre indefinido de la frontera (análisis especial)
Las nuevas guerras, los nuevos conflictos, no se pueden concebir de acuerdo a la propaganda de joliwud de cómo es presuntamente una guerra, en la que «buenos» y «malos» gozan de una identidad nacional específica.
Diego Sequera
«En la estrategia, la vuelta más larga es la más apta en convertirse en la ruta más corta hacia el punto de llegada. Cada vez se ve con mayor claridad cómo emerge el hecho de que la aproximación directa hacia el objeto mentalizado, o el objetivo físico, a lo largo de la ‘la línea de expectativa natural’ para el oponente como se ha tendido a hacer, usualmente ha producido resultados negativos… la dislocación del equilibrio físico y psicológico del enemigo ha sido un preludio vital a un intento para derrocarlo que puede resultar exitoso… Esta dislocación se produce por una aproximación estratégica indirecta, sea intencional o fortuita. Y puede tomar varias formas…»
B.H. Liddell Hart. Teórico militar británico. Creador del concepto de «Aproximación indirecta». La cita es de 1954.
1. El hecho. El cabo primero Miguel Núñez, un civil no identificado (conductor del vehículo) y los tenientes del ejército Manuel Veloz Santaella y Alexis Rodríguez fueron emboscados en el barrio Simón Bolívar en San Antonio del Táchira, cuando realizando tareas de inteligencia se disponían a detener a un grupo de contrabandistas apostados en una vivienda que fungía como centro de acopio de mercancía, lista para cruzar la frontera, el miércoles 19 de agosto. Así lo denunció el gobernador José Gregorio Vielma Mora, caracterizando la acción como una «emboscada de aniquilamiento». Fueron asaltados por la espalda con armamento de guerra por efectivos paramilitares. El incidente, lo sabemos, se dio en el marco del Operativo Anticontrabando y el despliegue de la OLP especial en la entidad, lo que llevó al presidente Nicolás Maduro a decretar un cierre de frontera de 72 horas que conforme avanzaba el proceso y dada las dimensiones, el viernes 21 llevó al Ejecutivo a decretar el estado de excepción por 60 días. Más de 2 mil efectivos se encuentran activos en la ciudad.
«El presidente Nicolás Maduro ha decretado el estado de excepción para evitar que siga avanzando el capitalismo paramilitar», tuiteó el domingo 23 el vicepresidente Jorge Arreaza, sobre el terreno. Las operaciones enfocadas en el barrio La Invasión, a 500 metros del lado colombiano al cruzar el río Táchira, han vuelto a revelar todo el sistema que se desarrollaba en el sector, que fungía como un terminal en la red de contrabando controlado por mafias y factores paramilitares. Armamento, libretas, uniformes militares, teléfonos, fueron encontrados en una vivienda, y al frente de la misma, en otra casa propiedad de un venezolano, contaban con cambuche (una caleta subterránea) para esconder a personas secuestradas. Burdeles/centros operativos dedicados a la prostitución infantil fueron desmantelados, como si semejante paisaje no describiera de qué está hecha la riqueza de los de arriba en sus últimos eslabones. Cuadro de violencia estructural y sistemática que encierra los efectos «aguas abajo» de la vertebración turbocapitalista que los de arriba perpetran en la zona fronteriza.
«Hay todo un esquema de poder esclavizar la sociedad. Eso es lo que busca el paramilitar, el volumen en la parte económica en desmedro de las personas, la esclavitud, la humillación, el sometimiento y los abusos sexuales», declaró el gobernador Vielma Mora a Radio Nacional.
Los tenientes Veloz Santaella y Rodríguez al cierre de esta nota permanecen con vida pero en estado crítico.
2. Microrrelato. Fue en San Antonio del Táchira, hace ya siete años. Dos muchachas que salían de una parranda en una casa cercana fueron interceptadas por sujetos desconocidos. Les preguntaban qué hacían a esa hora de la noche por ahí. Las muchachas reviran a quienes las interrogan, porque no es problema suyo y ambas, luego de eso, son obligadas, bajo tres pistolas que les apuntan, a montarse en el carro. Obligadas a ser secuestradas. Las muchachas estuvieron desaparecidas alrededor de dos semanas. Y a diferencia de muchas otras personas, corrieron con la fortuna de salir vivas del incidente. Después de pasar dos semanas lavando ropa, limpiando y cocinando en la casa de los secuestradores (cuya dirección no llegaron a identificar y donde nunca hubo actos de violencia sexual) fueron liberadas cerca de donde fueron interceptadas. Con el presunto retorno a la libertad, los secuestradores les soltaron la siguiente advertencia: «Ya saben cuál es su papel en la vida. Si las volvemos a ver solas por ahí a esas horas, las vamos a matar».
Esa misma semana circularon panfletos de las Águilas Negras, advirtiendo que matarían a todas las putas, fumones, piedreros, ladrones y toda aquella «basura social» que anduvieran a partir de cierta hora de la noche por ahí, se los iban a bajar.
Esos han sido los estados de excepción que se habían venido atestiguando hasta ahora en el tiempo en las ciudades y pueblos que median entre San Cristóbal y Cúcuta.
3. El fondo 1: la tenaza limítrofe. 2015, en el marco del asedio de espectro completo, ha hecho que Venezuela atestigüe la evolución de nuevos frentes estratégicos directamente dirigidos por los factores internacionales de peso. Fuera de las situaciones conflictivas en las dinámicas internas del país y el reflejo injerencista de esos elementos, los conflictos limítrofes y las situaciones fronterizas han traído un nuevo elemento acumulativo en el proceso de desgaste que obliga al Gobierno Bolivariano a descentralizar los puntos de concentración del conflicto con el objetivo de hacer que todos los componentes de la guerra híbrida rebasen la capacidad de respuesta del Estado, del aparato de seguridad y de la misma población, pretendiendo enfilar al país al colapso irreversible. No es lo mismo el país movilizado y concentrado en un frente único que se aproxima directa y abiertamente a una suma de pequeños conflictos cuya capacidad de expansión se amplía en la medida en que su proliferación impide respuestas integrales. La reapertura e intensificación del conflicto de la Guayana Esequiba, con el presidente «Exxon Mobil» Granger haciendo el papel de buen oficiante de las transnacionales luego de un fallido punto de saturación, ha bajado (provisionalmente) su tono y su grado de intensidad, mientras que, «de repente», con los episodios en la alcaldía de Sinamaica (Zulia), una serie de protestas en el mismo San Antonio, más el caso San Félix, nuevos focos se reactivan en los estados fronterizos venezolanos, en ambos extremos: el oriental (Bolívar) y el occidental (Táchira, Zulia).
4. Los actores no-estatales, la privatización de la guerra y la disolución de la soberanía. Bien, es cierto: el paramilitarismo como se le conoce conceptualmente es un fenómeno y una experiencia que se desarrolló dentro del territorio colombiano desde finales de los 80 y su auge se cierra con la parafernalia de las leyes de «justicia y paz» de Uribe de 2005. Pero por encima de «lo colombiano» del fenómeno se manifiestan elementos de carácter global. No se puede llamar colombiano en sentido estricto a una variable armada de «actores no-estatales» moldeada por Estados Unidos (las Autodefensas Unidas de Colombia) e Israel (que fueron entrenadas por el oficial israelí Yair Klein, toda vez que para Carlos Castaño el modelo de autodefensa lo aprendió realizando cursos en Israel, siendo oficial del ejército colombiano). Los terratenientes, empresarios, militares, curas, narcos y políticos que financiaron, apoyaron y estimularon el paramilitarismo son parceleros de microterritorios privatizados, mediadores en la extracción directa de materia prima. La tropa y soldadera que componen sus filas, población colombiana pobre, es concebida como mano de obra barata y desterritorializada de acuerdo al catecismo neoliberal.
Las nuevas guerras, los nuevos conflictos, no se pueden concebir de acuerdo a la propaganda de joliwud de cómo es presuntamente una guerra, en la que «buenos» y «malos» gozan de una identidad nacional específica. Los actores no-estatales son punta de lanza, a su vez, de la disolución de una identidad específica. Siendo ejércitos privados, pierden su carácter de identidad común fuera de él, y se mueven dentro de las fronteras de liquidez allí donde opera con menores restricciones los mecanismos de extracción de materia prima, renta y/o circulación del capital y mercancía. Y también es una imprecisión definir a estos actores no-estatales exclusivamente como «paramilitares colombianos» cuando esto debe incluir a empresarios, a las redes de extorsión, financiamiento y suministro, al aparato de inteligencia, a las mafias financieras que blanquean y gestionan el billete, al tráfico de drogas. Operadores civiles y administrativos abocados a establecer control sobre un territorio en específico, opuesto a la nación, y al servicio de las estructuras criminales cuello blanco del corretaje de acumulación del capital. Y el bachaqueo se ha vuelto otra estructura de logística y servidumbre para ese 1%.
5. El fondo 2: las dinámicas hipertrofiadas de la frontera (reporte desde el tercer país). Toda región fronteriza posee su propia vivacidad, y en ella se establecen un sistema de relaciones y un sistema lógico que obedece a criterios binacionales. Dinámicas culturales, socioeconómicas, familiares y territoriales. Un tercer país como lo caracterizó el geógrafo Pedro Cunill Grau. Algo que se acusa con mayor medida en la línea occidental colombo-venezolana dada la reconocida porosidad de dicha frontera. Trochas, pasos improvisados y cruces entre ambos lados han existido desde siempre. Así, por el lado de la frontera zuliana la condición binacional se refleja a partir de las poblaciones wayúu, barí, yukpa, etc., que habitan y perviven en ambos lados, los llanos constituyen una sola unidad histórica y espiritual entre ambas riberas del río Arauca, y en Táchira campesinos y comerciantes poseen vínculos con los departamentos centro-orientales, en particular con el Norte de Santander. Pero tales porosidades, en especial en la frontera tachirense, han sufrido procesos de magnificación de las actividades de tráfico de mercancía y flujos de personas que siempre se han manifestado en menor escala, pasando a convertirse en las actuales situaciones conflictivas volcadas contra este lado de la división territorial de la mano de los poderes fácticos fronterizos (la llave narcotráfico-paramilitarismo-contrabando-invasión mediática y las actividades delictuales del sector privado). La misma palabra «bachaqueo» aludía a las peregrinaciones wayúu que viniendo del lado colombiano realizaban compras de bienes y mercancía no existentes en sus localidades para abastecer por períodos de tiempo prolongados y comprando aperos para grupos grandes de familiares. Los canales oscuros de la violencia y los análisis operativos encontraron una situación de conflicto potencial que pudieron empujar hasta cierto punto en su foco crítico dentro de la estrategia de colapso general.
6. Invertir el tiempo de la excepción desestabilizadora dentro de la misma excepción. La paramilitarización, con particular acento en el Táchira, ha impuesto un tiempo disruptivo en la vida diaria de la región, una disrupción que se acentuó de forma vertiginosa en los últimos tres años alcanzando el rango de principal foco de violencia, desestabilización y laboratorio de guerra irregular al punto de que se ha venido irradiando a la región andina dentro de Venezuela (con particular énfasis en la ya nombrada Táchira pero también el sur de Mérida llegando hasta la capital), así como los piedemontes (Barinas, Trujllo, Lara y Portuguesa) y en ciertos sectores de los llanos, en especial Barinas y Apure. Toda vez que desde esas líneas de acción se fue desarrollando por goteo la instalación de células en las principales ciudades de la región central y sus alrededores. Frente a una situación que acusó su agudización con el despliegue de la OLP especial y el Plan Anticontrabando en la entidad, la declaración del estado de excepción funciona a su vez como una acción disruptiva a la fractura de la vida ya perpetrada por los factores antes mencionados. El despliegue de 2 mil efectivos más de los cuerpos militares y de seguridad, a lo que se le agrega la ampliación temporal del cierre de frontera podrían reflejar la intención de un salto adelante en la táctica de la agitación fronteriza que se cortó en seco. El Estado impone desde el ejercicio de soberanía su propio tiempo excepcional para enfrentar a la agenda excepcionalista de los operadores del fascismo territorial.
7. El fondo 3: el paramilitarismo es un fenómeno trasnacional; basta de adjetivarlo colombiano ahí donde los empresarios políticos coluden. La obviedad del precedente paraco en Colombia, con una muy desarrollada historia que registra, por ejemplo, a «pájaros» y «chulavitas» como ejércitos semiprivados del partido conservador que cobraron un auge descomunal luego del asesinato de Gaitán, y la evolución en el tiempo en el que se ajusta al Estado, al narco y a los patrones del neoliberalismo no definen ni cierran el análisis sobre el fenómeno paraco en Venezuela. Empezando, primordialmente, que a diferencia de Colombia, no existe un referente tan acabado de lo mismo en la historia venezolana, ni una confluencia tan poderosa de intereses que llegan y coluden en el establishment político (la prolongada lista de casos de parapolítica, el papel operativo del DAS para suministrar inteligencia y del ejército al dejar hacer y apoyarlos logísticamente). La conexión obvia y evidente no debe hacer que agentes nacionalicidas de este orden pasen por la simplificación de un fenómeno estrictamente «colombiano» (aunque también lo sea) pero que no se limita a esa única definición, ni a la orientación que aquí cobra ni al sistema que levanta. Su potencia destituyente se ha adaptado a las condiciones y contradicciones económicas venezolanas y ameritan revisarse a la luz de esa actualización a partir de las otras implicaciones geoestratégicas. Así se repitan y reproduzcan varios patrones en común, como por ejemplo la lógica operativa de quienes lo financian.
8. Cuando pienses en el valor de las fronteras piensa en Siria (y Centroamérica). La guerra en Siria tiene un precedente directo en las guerras centroamericanas de las cuatro décadas finales del siglo XX. Fueron también en gran medida base para el modelo paramilitar en Colombia. El referente de los escuadrones de exterminio emana de las experiencias salvadoreñas y guatemaltecas: esa tercera violencia invisible que comienza a perpetrar secuestros, desapariciones, asesinatos, violaciones, mutilaciones y masacres contra la población como modelo de dominio y coerción de la situación interna. Y en la estrategia geopolítica la Contra nicaragüense describe el papel de los ejércitos irregulares en zonas fronterizas, recibiendo apoyo militar y logístico de terceras naciones vinculadas a las potencias occidentales, en el caso nicaragüense vía Honduras, que funcionó como plataforma tanto contra Nicaragua como contra El Salvador. La situación sostenida del conflicto armado terminó generando serias dificultades de gobernabilidad y acentuación de la crisis económica en un país que tuvo que paralizar su recuperación mientras empleaba un modelo político independiente. La experiencia siria certifica el desarrollo de estas acciones estratégicas que se actualizan dentro del contexto actual aún más globalizado y en el marco histórico de la propia Siria. Toda la desestabilización desde sus inicios en la provincia de Deraa (limítrofe con Jordania) hasta la fase actual en la que es obscenamente evidente la transnacionalización del conflicto, ya que el Estado Islámico, los «rebeldes moderados», el Frente Al Nusra, etc., cada cual por su lado recibe apoyo decisivo por parte de Turquía, Israel, Qatar, Arabia Saudita, Estados Unidos, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos. Y que sin ese apoyo es casi una verdad probada que todo ese rosario de ejércitos privados y obedientes a alguno de estos gobiernos y factores de poder hace tiempo que hubieran sido derrotados. Igual que la Contra y el apoyo gringo.
9. Cuando amenazan tu frente externo, cuida el frente interno: la guerra híbrida y la aproximación indirecta. Como se dijo más arriba, las tenazas fronterizas, más allá de constituir un problema social en sí mismo (caso La Invasión) pueden funcionar como escenarios pivotes que desconcentren la capacidad de respuesta a lo interno. En ese sentido va el concepto de «aproximación indirecta», como se puede leer en la cita al inicio de estas notas. El paramilitarismo puro y duro, entendiéndose como un actor no-estatal evidente, armado y que se mueve en la órbita armada no es el único actor dentro del escenario de «caos creativo» que se ha tratado de imponer en los últimos años. Existe, lo hemos atestiguado, un abanico más amplio de opciones y recursos asimétricos capaces de mantener la tensión sociopolítica sin la necesidad de disparar un tiro: por ahí pasan los golpes económicos y el shock en cámara lenta, las organizaciones antigobierno y las ONG, las variables derivadas del paramilitarismo (las Bacrims) en las regiones centrales del país, la guerra mediática/psicológica, operando en diferentes dimensiones del frente y en red. ¿Existe entonces la posibilidad de esperar nuevas situaciones que disuadan la atención del actual foco álgido del conflicto dentro de Venezuela?
10. Comprender lo local para interpretar lo global: el conflicto glocal. ¿Hasta dónde era sostenible la situación en la frontera tachirense? La actual intervención del Estado en la región vuelve a hacer visible toda la problemática de la región fronteriza, en cuya expresión de miseria sintetizada en el centro de operaciones/burdel de menores en un improvisado barrio llamado La Invasión no describe por sí misma lo evidente de una situación de pobreza sino su contrario: en su disonancia, en su expresión de degradación, de explotación, de ultraviolencia, habla el paso del enorme volumen de capital bruto, brutal y delictivo que por ahí corre de un lado al otro de uno de los puntos fronterizos más activos del continente, nos habla del andamiaje que permite el tránsito de la riqueza y que anuncia en su funcionamiento la arquitectura del paraestado y la paraeconomía que se busca instaurar en el resto del país. Bajo las condiciones existentes en ciudades como San Antonio, Ureña o Rubio (cuyo municipio quedó fuera del estado de excepción) se magnificaron las debilidades y contradicciones existentes hasta llevarlo hasta el actual punto insoportable. La frontera como laboratorio, valiéndose de los elementos que conforman la madeja de situaciones y elementos que van desde todo lo antes mencionado pasando irremediablemente por la corrupción y colusión de autoridades civiles y militares, policiales y partidistas, prefiguran todos los atributos de ese laboratorio.
Y más allá de que sea esta zona el punto álgido y modélico, no se puede simplificar el fenómeno paraco-contrabandista-cuello blanco-bachaquero dentro del paraguas del paramilitarismo colombiano exclusivamente. Más cerca o más lejos de la frontera, ya se puede comprender un proceso de «venezolanización», de un acople y una adaptación al contexto propio y, como se dijo más arriba, cumpliendo tareas de desregulación territorial que superan la noción de lo colombiano. Esto no sólo en aras de entender que los idiotas resbalones xenófobos no sólo son simplificaciones peligrosas tan queridas por la mediocracia criolla, sino que a tal situación se le debe dar el rango que vaya más allá de su especificidad, que ciertamente tiene presente la herencia de una densidad cultural producto de la interminable guerra colombiana, pero que tales situaciones, también, funcionan como pivotes dentro de una jugada de mayor espectro en lo geopolítico, y que tales actores cobran dentro de eso un alcance global, sintonizado con manifestaciones similares en otras zonas del planeta declaradas abiertamente como objetivos. Por los mismos beneficiarios de siempre.
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