¡Frente al golpe, la movilización popular!
«[Ellos] pueden controlar las leyes y manipular las decisiones legislativas, pero no pueden producir la riqueza del país. Quien produce la riqueza son los trabajadores y nosotros podemos definir los rumbos del país»
João Pedro Stedile
En las calles, y en la sociedad en general, ya hay un sentimiento claro, mayoritario, de que fue perpetuado un golpe legislativo-judicial al mejor estilo hondureño-paraguayo, para abrir camino para un modelo económico contra el pueblo.
El día 10 o 11 de mayo, el Senado apartará temporalmente a la presidenta Dilma de su mandato. Y, en la secuencia, en 48 horas ella debe refugiarse en el Palacio de Alvorada o en la Granja do Torto.
Así como en la Cámara de Diputados, nadie consigue presentar pruebas concretas de que la presidenta tenga cometido algún crimen. La acusación de las pedaleadas fiscales – realizadas por una abogada trastornada – es tan absurda que en la propia Cámara la mayoría de quienes la sostienen responden por procesos de corrupción y pueden ser casados por el Supremo Tribunal Federal. O sea, los votantes son los criminales.
Y ahora lo mismo vuelve a suceder en el Senado. Quien es relator del proceso, el senador Anastasia (PSDB), hizo uso de las pedaleadas como procedimiento administrativo para transferir miles de millones de reales a lo largo de su mandato, cuando fue gobernador de Minas Gerais. El proceso es tan absurdo y político, que son los acusadores los que cometieron los crímenes que se le implican a la presidenta.
Pero, en el fondo, el verdadero objetivo de la burguesía es utilizar esos lumpen-parlamentarios apenas para abrir camino a la recomposición del neoliberalismo en Brasil. Ellos precisan recomponer sus tasas de lucro y seguir la acumulación concentracionaria de rentas y riquezas. Y para eso, precisan de tres condiciones:
Disminuir el costo de mano de obra, con reducción de los salarios y derechos de los trabajadores conquistados a lo largo del siglo XX, y perpetuados en la CLT (Consolidación de Leyes Laborales).
Precisan tener libertad total para apoderarse privadamente de las enormes riquezas naturales de nuestro territorio, que según la Constitución pertenecen al pueblo. Así, precisan del pré-sal, del agua, de las hidroeléctricas, etc.
Precisan recolocar a nuestra economía, nuestro mercado, subordinados a los intereses de las empresas y del capital estadounidense. Para eso van a acabar con el Mercosur, fragilizar la Unasur y la articulación de los Brics, además de acelerar acuerdos de libre comercio.
No es por nada que el senador Aluísio Nunes corrió a Washington (EUA) para prestar cuentas al “patroncito”, mientras se consuma el golpe, y se anuncia al senador Jose Serra (PSDB) en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
¿Qué hacer frente a tanta insalubridad de las élites?
En las calles, y en la sociedad en general, ya hay un sentimiento claro, mayoritario, de que fue perpetuado un golpe legislativo-judicial al mejor estilo hondureño-paraguayo, para abrir camino para un modelo económico contra el pueblo.
El gobierno de Dilma cometió muchos errores, muchos semejantes a la tradicional policía practicada por los “tucanos” (PSDB) en los gobiernos estaduales. Y, por lo tanto, no había motivos para apartarla. El motivo es tener el camino libre para ampliar la explotación contra los trabajadores.
Más de 350 manifiestos y firmas de apoyo fueron realizado de forma espontánea por los más diferentes sectores de la sociedad condenando el golpe: artistas, religiosos, intelectuales, estudiantes. ¡Todos contra el golpe! Ninguna figura expresiva y representativa de la sociedad apoya a los golpistas.
Entre la clase trabajadora no tenemos otra salida sino mejorar nuestra organización y seguir ampliando las movilizaciones de masa para denunciar y condenar a los golpistas, sean parlamentarios, empresarios o miembros del poder judicial.
Ampliar las denuncias y movilizaciones contra la Rede Globo, la verdadera dirección política de ese golpe. Por eso, los jóvenes y estudiantes marcaron para el próximo día 5 de mayo escraches en todo el país contra Globo.
Además de eso, el momento es de seguir movilizándose en defensa de los derechos laborales y sociales. Para eso, las centrales sindicales marcaron, acertadamente, un paro nacional para el día 10 de mayo.
La acción servirá como alerta a los golpistas de que la lucha sigue. Y servirá como advertencia a los senadores: ustedes pueden controlar las leyes y manipular las decisiones legislativas, pero no pueden producir la riqueza del país. Quien produce la riqueza son los trabajadores y nosotros podemos definir los rumbos del país.
Si las movilizaciones en ese periodo fueran creciendo podemos, entonces, en un periodo posterior al golpe, inviabilizar y barrer el programa neoliberal de la dupla Temer-Cunha; sensibilizar para que existan por lo menos 28 senadores dispuestos a frenar el golpe en la votación final y devolver el mandato a los 54 millones de brasileños que eligieron a la presidenta Dilma Rousseff.
Y si el golpe se consolida, podremos retomar con fuerza la presión para que haya un plebiscito que devuelva al pueblo el derecho a decidir sobre los rumbos políticos, para que de hecho se pueda hacer una reforma política en este país – por medio de una asamblea constituyente–, y reconstruir un sistema político en que el pueblo pueda realmente ejercer su poder como está en la Constitución.
Caso contrario, seguirnos un largo periodo de intensas luchas, de crisis económica, política, social y ambiental.
Nuestra lumpenburguesía se elude con gobiernos. Pero no son ellos que producen las riquezas y que organizan la vida social. El futuro depende de cómo el pueblo y la clase trabajadora va a movilizarse.
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