La Guerra Nacional Revolucionaria en España, parte 4 Los Comunistas se organizan para la victoria
Largo había dejado la defensa de la capital a Miaja, un incompetente general republicano de dudosa lealtad, y a una Junta de Defensa con representantes de los sindicatos y el Frente Popular. Afortunadamente, el general soviético Goriev, nominalmente consejero de Miaja, estaba a mano para manejar el plan militar de defensa (5).
"La llamamos la 'Compañía de Acero' y exigimos requisitos estrictos. Para unirse a esta compañía un hombre debe tener conocimiento de armas, tener buena salud y ser recomendado por algún grupo como antifascista destacado. Para esta compañía establecimos consignas especiales para crear una unidad férrea. 'Nunca abandonar un camarada, herido o muerto, en manos del enemigo' fue una. 'Si mi camarada avanza o retrocede sin tener una orden, tengo el derecho de dispararle', era otra. Cómo se rieron en Madrid de eso. El español es tan individualista que nadie aceptará esa disciplina, decían. Entonces nuestra primera Compañía de Acero, en su mayoría comunistas y trabajadores metalúrgicos, desfiló por la ciudad: causaron sensación. Después de eso hemos creado 28 de esas compañías de hombres escogidos, aparte de las tropas regulares de nuestra milicia del Quinto Regimiento" (6). En parte por la seriedad y efectividad con las que los comunistas organizaron las milicias, la afiliación al PCE, la Juventud Socialista Unificada (JSU) y el PSUC (Partido Socialista Unificat de Catalunya, también afiliado a la Comintern) creció: de 30.000 al comienzo de la guerra a 200.000 a finales de 1936 y 1'000.000 en junio de 1937 (7).
A medida que las tropas fascistas se acercaban a Madrid, los comunistas asumían las funciones de los empleados civilies que se retiraban. A través de radio, volantes y pancartas se animaba a los trabajadores madrileños a cavar trincheras y construir barricadas. Los distritos obreros fueron organizados cuadra por cuadra. Los volantes del 5º Regimiento daban instrucciones sobre la batalla antitanques y el combate casa por casa (10). El 7 de noviembre, las tropas de Franco, esperando una victoria fácil, asaltaron la ciudad desde el oeste, suroeste y noroeste, pero fueron rechazados por las milicias escasas de recursos, particularmente del Quinto Regimiento, en combate cuerpo a cuerpo. El 8, los defensores se prepararon para renovados ataques, que sabían serían a través de la Ciudad Universitaria. Las fuerzas fascistas evitaron intencionalmente atacar a través de los distritos obreros "plagados de trabajadores comunistas" (11). La Resistencia fue tenaz en la Universidad, con obreros y tropas fascistas ocupando diferentes pisos del mismo edificio. En algunos lugares los rifles eran tan escasos que los obreros esperaban a cubierto a que alguien armado fuera herido para correr, recoger el arma y seguir el combate (12). En la mañana, la vanguardia de la recientemente constituída 11ª Brigada Internacional marchó por la Gran Vía, cantando la Internacional. Multitudes aclamaron a los voluntarios de los batallones Edgar André (belga), Dombrowski (polaco) y Comuna de París (francés), gritando "Uníos Hermanos Proletarios", la consigna de la revuelta de Asturias en 1934. Muchos creyeron que las Brigadas eran rusas y daban vivas a "los rusos". Por la noche, las muy necesarias armas del Edgar André estaban en posición en la Facultad de Filosofía en la Universidad, y otros batallones fueron distribuidos en puntos vitales. Al día siguiente los tabores marroquíes rompieron dos veces las líneas de las milicias en los puentes de Toledo y princes, pero fueron rechazados con grandes pérdidas (13). En la tarde, los Internacionales aventajaron a los marroquíes en la Casa de Campo, expulsándolos con enormes pérdidas (14). Del 8 al 15 de noviembre, nueve unidades de milicias vinieron de otras regiones a ayudar a Madrid. Una, la columna anarquista de 3.000 hombres del Frente de Aragón, merece ser mencionada por su ejemplo de organización militar anarquista. La columna era dirigida por Buenaventura Durruti, cuya exigencia de una sección independiente del frente "para que sus logros no fueran reclamados por otras unidades" fue apoyada por el ministro anarquista de Justicia (15). A los anarquistas se les dió un sector de la Ciudad Universitaria, con artillería y apoyo aéreo, pero se negaron a atacar. Al día siguiente, los fascistas atacaron y los anarquistas rompieron filas y huyeron, abandonando un puente y posiciones claves en la Universidad. Los contraataques de los milicianos e Internacionales exhaustos retomaron parte del terreno perdido. Las líneas fueron reestablecidas y se mantuvieron hasta el final de la guerra. Avergonzado por el comportamiento de sus hombres, Durruti trató de persuadirlos para no dejar Madrid pero murió por un disparo accidental de su propia arma (16). Notas 1. Arthur Landis, "Spain! The Unfinished Revolution", Baldwin Park, Cal., 1972, p. 246. 2. Ibid., p. 247. 3. Hugh Thomas, "La Guerra Civil Española", volumen II, p. 521. 4. Citado por Landis, p. 269. 5. Burnett Bolloten, The Grand Camouflage, New York, 1961, p. 239. 6. Anna Louise Strong, Spain in Arms, 1937, New York, 1937, pp. 42-3. 7. P. Broue & E. Temime, The Revolution and the Civil War in Spain, Cambridge, Mass., 1970, p. 229. 8. Landis, p. 252. 9. Citado por Arthur Landis, The Abraham Lincoln Brigade, New York, 1967, p. 376. 10. Landis, p. 262. 11. Citado en ibid., p. 259. 12. Ibid., p. 267. 13. Ibid., pp. 268-9. 14. Ibid., p. 370. 15. Ibid., p. 273. 16. Ibid., pp. 275-6. |