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Un corredor rojo en India
por Txente Rekondo 17 de agosto de 2007
Con
los ecos de las celebraciones del aniversario del surgimiento del
moderno estado indio, las deficiencias de ese proyecto y sus
contradicciones internas siguen asomando estos días. Durante
muchos años el conflicto de Cachemira se ha situado en el primer
puesto del macabro ranking en cuanto a pérdidas humanas, sin
embargo en los últimos años, el enfrentamiento de la
guerrilla maoísta con el estado indio ha superado a
aquél.
Hace algo más de un año, el primer
ministro indio, Manmohan Singh, señalaba que la actividad
naxalita (nombre con el que se conoce a la rebelión
maoísta) “representa la mayor amenaza interna a la que se ha enfrentado este país”.
También las declaraciones del propio Partido Comunista de India-
Maoísta (PCI-M) apuntan la consolidación del mismo cuando
afirman que “Desde los
años 70 y tras un largo período, el movimiento comunista
revolucionario en India tiene una fuerte dirección
central… Hoy el movimiento se presenta más fuerte que
nunca, ha extendido su presencia por gran parte del país, con
los cuadros y estructuras del partido, con el ejército y con una
importante base social”.
En 1967, en un pueblo de
Bengal oeste, Naxalbari, se dio una revuelta popular que sería
el inicio del movimiento armado en India. La respuesta del gobierno
central en la década de los 70, con una política
represiva implacable, y las divisiones internas debilitaron sobremanera
a ese movimiento, condenándolo a una existencia marginal. Ya en
el presente siglo, en 2004, dos de esos grupos maoístas, el PCI
(m-l) People´s War y el Centro Comunista Maoísta (MMC) se
unirán para formar el PCI-Maoísta.
Desde
entonces la actividad de esta organización ha ido aumentando por
diferentes estados indios y muchos analistas locales muestran sobre un
mapa del país una especie de “corredor rojo de Tirupati a Pashupati (De Andhra Pradesh a Nepal)”
que va desde la frontera con Nepal y atraviesa 13 de los 28 estados
indios .Los bosques y junglas del centro de India se han convertido en
importantes zonas de operaciones guerrilleras, y estados como Andra
Pradesh, Bihar, West Bengal, Jharkhand, Orissa o Chhattisgarh, muestran
una alta actividad guerrillera.
En febrero de este mismo
año el PCI-M ha celebrado su noveno congreso “de
Unidad”, donde se han mostrado las líneas maestras de su
estrategia en el futuro. Fruto del mismo también se han
producido importantes cambios en la actuación de la guerrilla.
Además de seguir manteniendo sus ataques a través de sus dalams
(escuadrones), se han puesto en marcha dos nuevas tácticas. Por
un lado se han hincado ataques de gran envergadura contra instalaciones
militares, ocasionando importantes pérdidas humanas y materiales
a las fuerzas gubernamentales. Además se han sucedido los
bloqueos y huelgas coordinadas, al tiempo que se han puesto en marcha
movilizaciones en zonas urbanas. Algunos observadores apuntan que estas
tácticas son un reflejo de la influencia del movimiento
maoísta nepalí, que las usó con éxito en
Nepal.
Intensificar “la guerra popular”
por el país y extenderla a otras zonas con menor influencia
maoísta hasta ahora son algunos de los puntos señalados
en el noveno congreso. Para algunos cualificados miembros de las
fuerzas de seguridad indias este movimiento está demostrando
tener “una estrategia, es
capaz además de coordinar todos los instrumentos necesarios
(militar, político, económico, cultural y
psicológico) para buscar la revolución”. Y todo ello con tres pilares básicos del pensamiento maoísta, “el partido, el ejército popular y el frente unido”.
Para
desarrollar su programa y sus objetivos, el PCI-M se ha marcado cuatro
ejes centrales. Además de esa extensión de la “guerra popular”, está el apoyo a las “luchas nacionales contra el expansionismo indio” en Cachemira y la región del noreste de India, el llamamiento a los dalits
(los más oprimidos por el sistema de castas) a unirse al
movimiento revolucionario; y el rechazo al proyecto del gobierno de las
Zonas Económicas Especiales, a las que identifica como “enclaves neocoloniales”.
La
situación actual que atraviesa India va mucho más
allá de las imágenes y análisis que en torno a su
capacidad de convertirse en una potencia mundial recibimos diariamente.
El descontento popular con el orden sociopolítico existente en
la calificada como “la democracia más poblada del mundo”
va en aumento. El desarrollo asimétrico en India también
está contribuyendo a que las demandas del PCI-M encuentren cada
vez mayor eco entre diferentes sectores de la sociedad. Así, los
detractores del sistema de castas que caracteriza el semifeudalismo
imperante en zonas de India, los agricultores castigados por el proceso
privatizador y los efectos de la economía globalizante, las
masas de desplazados por los macroproyectos desarrollistas, e incluso
por parte de las clases medias, cada día más desplazadas
de los centros de poder y de la influencia que tuvieron en el pasado.
Ante
esta realidad, la respuesta del gobierno indio hacia el movimiento
maoísta ha oscilado entre los intentos por ocultar su
importancia hasta los métodos represivos más siniestros.
La creación de milicias paramilitares, “Salwa Judum”,
son un claro exponente de esa política. La brutal historia de
esos grupos que no dudan en atacar y matar a todo aquel que consideren
simpatizante del movimiento maoísta (principalmente civiles
inocentes) les ha hecho situarse dentro de los objetivos principales
del PCI-M, que ha realizado importantes operaciones para acabar con los
mismos. Incluso organizaciones internacionales en defensa de los
derechos humanos han pedido al gobierno que disuelva esos grupos.
La
relación entre subdesarrollo, desequilibrio social, la
disparidad económica y la represión conforman un
peligroso cóctel para garantizar la estabilidad del país.
Potenciar cambios estructurales siguiendo el modelo del liberalismo
salvaje para buscar un hueco en el escenario mundial puede traer
consigo peligrosas fisuras en el edificio que conforma hoy en
día India. Los numerosos conflictos, fruto muchos ellos de la
política colonial y postcolonial, se suceden por todo el
país, y quien sabe si en el futuro pueden acabar por hacer
saltar por los aires el proyecto que hoy conocemos como India. |
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