Haghighat sobre Faluja e Iraq: "Las masas son el factor más decisivo"

9 de agosto de 2004. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

A continuación presentamos pasajes del último número de Haghighat, órgano del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta).

¿Por qué el imperialismo estadounidense, la mayor potencia militar de la historia del mundo, con la ayuda de otros imperialistas, sobre todo los británicos, no logró llevar a cabo sus planes en Iraq? ¿Por qué se ha empeorado constantemente su situación? Al principio de la guerra, el Pentágono (el Secretario de Defensa yanqui) y la Casa Blanca decían con arrogancia que su aparato militar representaba una fuerza tan gigantesca que nadie podría oponérsele.

Bueno, se han olvidado las humillantes derrotas en Corea y Vietnam. La resistencia iraquí también ha demostrado que esta potencia imperialista arrogante tiene muchas limitaciones y debilidades. Los planificadores de guerra del Pentágono decían que la ocupación sería rápida y fácil, que sus fuerzas en Iraq se reducirían a menos de 30 mil elementos. Hoy, tienen alrededor de 150 mil soldados en Iraq y decenas de miles más están en camino.

Todo eso muestra que, a diferencia de sus teorías y planes, Estados Unidos no es capaz de intervenir simultáneamente en varios países. Los ejércitos reaccionarios siempre ignoran el factor humano decisivo y el papel de las masas y atribuye poderes decisivos al armamento y tecnología militar. Ése es su punto de partida, si bien no toda su doctrina militar. La doctrina militar estadounidense no es ninguna excepción. Han aplicado esta doctrina hasta sus límites, porque en lo fundamental no tienen a las masas de su lado. Sus guerras van contra los intereses de las masas populares; por eso tienen que apoyarse en máquinas.

Después de su derrota en Vietnam, la clase dominante estadounidense se aferró aún más a la doctrina militar de apoyarse en el armamento más desarrollado. El que decenas de miles de soldados norteamericanos han muerto y muchos más han resultado heridos ha tenido un gran impacto en la opinión pública en Estados Unidos y encabronado a la población. Los gobernantes desarrollaron las máquinas de matanza más sofisticadas para derrotar a sus enemigos a la vez que se apoyaron lo menos posible en los soldados. Estados Unidos usó y puso a prueba algunas de estas armas en la primera guerra con Iraq en 1991 y luego en la guerra contra Serbia. En la guerra contra Afganistán usaron "proyectiles inteligentes" que dieron en cuevas con entradas de sólo unos metros de ancho. Pasaron videos de esos proyectiles en los televisores del mundo para sembrar terror y "probar" la invencibilidad de los imperialistas.

Pero no tardaron en salir a la luz las limitaciones de esas armas. En Afganistán incluso las fuerzas como los talibanes, tan odiados por buena parte de la población y que sólo cuentan con un apoyo limitado en algunas partes del país, pudieron resistir los embates de Estados Unidos y su armamento. Por ejemplo, a mediados de 2003, unos talibanes cercados por soldados estadounidenses, lograron romper el cerco después de unos días y escapar. ¡¿Cómo es que este ejército supuestamente invencible, capaz de dar en un nido de ratones, no pudo aniquilar a unos cientos de talibanes cercados con poco armamento?!

Por otro lado, no debemos desestimar el carácter horripilante y enormemente destructivo de este armamento ni el afán de los imperialistas de masacrar a las masas y a los revolucionarios. Sin duda, los avances en tecnología militar han causado algunas dificultades para las fuerzas armadas revolucionarias, pues son reales y se basan en 50-100 años de experiencia de los imperialistas en guerras de contrainsurgencia, sobre todo en China, Corea, Vietnam y muchas otras guerras revolucionarias. Pero esos avances no han cambiado los principios básicos de la guerra.

Las recientes experiencias de las guerras revolucionarias de los maoístas contra los lacayos yanquis en Nepal y el Perú y la experiencia de la resistencia en Iraq en confrontación directa con Estados Unidos muestran que el papel dinámico de la conciencia humana puede cambiar el desenlace de la guerra. Estas experiencias muestran que la superioridad militar del enemigo no necesariamente decide el curso de la guerra.

Lo que es interesante y muy importante en la lucha de los jóvenes y las masas de Faluja es su determinación de formar una fuerza clandestina de resistencia para luchar contra los invasores, cosa que se manifiesta en su manera de combatir. A diferencia de Moqtada Sadr (el clérigo chiíta que encabezó una rebelión contra Estados Unidos en Najaf y otras ciudades sagradas chiítas), los combatientes de la resistencia de Faluja no desfilaron por las calles en manifestaciones armadas; se organizaron en pequeñas unidades guerrilleras, lanzaron ataques de sorpresa y emboscadas contra los soldados estadounidenses y luego desaparecieron entre las masas, y no ofrecen un gran blanco a que las fuerzas armadas estadounidenses puedan golpear con facilidad.

De un lado, las fuerzas fundamentalistas islámicas llevan a cabo operaciones divorciadas de las masas. A veces bombardean lugares públicos y causan muchas muertes de las masas y así echan leña a la propaganda de los imperialistas. De otro lado, los combatientes de la resistencia en Faluja se apoyan en las masas en sus preparativos, logística e inteligencia y así contribuyen a impulsar la solidaridad de los iraquíes, chiítas y sunitas por igual.

La lucha de la población iraquí y sobre todo la resistencia popular en Faluja tienen fuertes limitaciones políticas y organizativas, pero han mostrado que es posible oponer resistencia a una fuerza militar superior e incluso a la más fuerte de la historia si se apoyan en las masas.

Contamos con poca información acerca de la dirección de los grupos de la resistencia en Iraq. Es obvio que estos grupos no son homogéneos. Una parte importante de la resistencia la han formado las luchas espontáneas de las masas. Por ejemplo, Ahmed, de 29 años, que con su pequeño grupo lucha contra Estados Unidos, le dijo al New York Times (14 de abril de 2004): "Comenzamos nuestras actividades después de las 23 horas. Nuestro grupo es pequeño, solamente de amigos, y ni siquiera tenemos un nombre". Tal vez eso explica cómo se formaron estos grupos y cómo cooperan directa o indirectamente para combatir contra los invasores. Entre ellos hay grupos vinculados al antiguo gobierno de Saddam y grupos fundamentalistas religiosos. Es importante señalar que no existe ninguna organización unida ni un mando único. Los fundamentalistas religiosos y los baazistas en la resistencia representan un fuerte peligro político a la resistencia, pues se inclinan por los compromisos con los invasores. La influencia de las líneas políticas y militares reaccionarias en las fuerzas de la resistencia podrían perjudicar y hasta destruir su potencial.

Para que la resistencia iraquí prevalezca, la dirección no puede permanecer en las manos de los nacionalistas y los reaccionarios. Se necesita una auténtica dirección revolucionaria y popular.

En la situación mundial de hoy, ésa sólo puede ser una dirección comunista y un frente único revolucionario con los comunistas al centro y un ejército popular bajo la dirección de los comunistas.

En vista del vacío de poder en muchas ciudades y aldeas de Iraq y de la incapacidad del imperialismo de controlar estas regiones debido a fuertes contradicciones con las masas, existen oportunidades objetivas para formar y desarrollar un auténtico ejército revolucionario que pueda unificar la furia y la rebeldía de las masas y, con la revolución de nueva democracia en la mira, hacer avanzar la resistencia armada contra los invasores. Con la aplicación de los principios y la ciencia del marxismo-leninismo-maoísmo, podría lanzar una guerra prolongada de las masas contra Estados Unidos usando tácticas aptas para una fuerza pequeña, asestando reveses a los puntos débiles de los invasores y desgastándolos. En el largo proceso de una guerra, las fuerzas imperialistas irán agotándose, sus mentiras, decepciones y crímenes quedarán más al desnudo, sus contradicciones internas se reventarán y su poder financiero y económico estará bajo más presión.

Se desarrollarán las luchas antiimperialistas y contra la guerra en el mundo y en su propio país y más masas les entrarán. Cuando la guerra continúe durante un período relativamente largo y la dirección de la resistencia cuente con una línea correcta, se deteriorará el poder de las fuerzas invasoras y florecerá la fuerza de la resistencia.

 
Actualizado: 24.09.2004 19:56