Tras un recopilatorio de sencillos primerizos francamente deslumbrante, y un álbum de debut un tanto aburrido y previsible, Broadcast vuelve con el mejor de los discos posibles.

En su segundo largo, el grupo de Trish Kennan ha conseguido lo imposible: dejar atrás a sus maestros (Stereolab, Pram) para crear un sonido tan personal que cualquier comparación con otro grupo sería poco menos que un insulto. Aún conservan ese aire a banda sonora de película de ciencia ficción de los 60; pero han sustituído los ambientes retrofuturistas de antaño por un amasijo de samplers rasposos y teclados distorsionados (por decir algo: pocas veces la palabra "inaudito" ha cobrado más sentido) que ya no nos sitúa en el futuro que imaginaban en los 60, sino en un futuro con el que nadie hasta ahora se había atrevido a soñar. Y todo ello sin perder un ápice de inmediatez pop.