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Bounty Killer
«Ghetto Dictionnary» (VP/Next Music)

La lucha continúa en este milenio, contra una decadencia de caos y corrupción que reina suprema sobre el planeta Tierra. Los recursos, la salud y la educación son escasos y están mal distribuidos. El amor está escondido. El odio anda rampante.

Un joven bendecido por Dios ha sido enviado a dirigir la batalla del pueblo oprimido, quienes sufren en todo el mundo. Sus armas y su única defensa son la palabra, el sonido y la energía. No es otro que el más buscado de Jamaica, el profesor, el último hijo de Miss Ivy, el gobernador de los pobres, señor de la guerra y amo del dancehall. El poderoso, el notable, el furioso Bounty Killer, el más malévolo de los DJs de dancehall del planeta.

Aunque la audiencia sea norteamericana, japonesa, nigeriana, colombiana o europea, el mensaje directo de Bounty ha trascendido barreras de raza, cultura e idioma.

La controversia ha acompañado la carrera de Bounty Killer desde su primer «Copper Shot» en 1992, y se ha intensificado con los años. Su contenido lírico a veces ha tocado puntos sensibles de esos "polluticians" que tratan de esconder las verdades y los derechos de aquellos a quienes se supone que sirven. El gobierno de Jamaica prohibió algunas canciones de libertad como «Fed Up», «Can't Believe My Eyes», «Look» y «Anytime».

Bounty Killer regresa a nosotros con un álbum doble tan ambicioso como su ego desmesurado. Los más rockeros lo conocen ya gracias a su aparición al lado de No Doubt en el éxito «Hey Baby». Aquí está Bounty Killer en el punto internacional más alto de su carrera. ¿Y qué nos ofrece a cambio? Un álbum furioso, disparando en ráfaga, que es el epítome del hardcore dancehall ragga underground. Títulos como «Gun Mouth», «Blood Bath», «Just Dead» y «Rise My Gun» no le harán ningún favor comercial y refuerzan la noción de que él no es la clase de chico que llevas a la casa para comer colaciones con mamá. Pero esa es la gracia de Bounty Killer, la que lo convierte en el artista vivo más querido de Jamaica. Es el único DJ que nunca se vendió, así sus discos se vendan ampliamente en todo el mundo.

El primer CD, sobriamente titulado «Art of war», se mueve en los terrenos del ragga-hip-hop, ciertamente no el más accesible, pero con seguridad el más revelador de la formidable capacidad de adaptación de este muchacho, que muestra aquí su habilidad para destruir musicalmente a sus rivales. Es para bailarines de dancehall de piel dura, letras combativas y beats, como el pulsante «Look Good», que hace que Missy Elliot suene tan mansa como Abba.

El segundo («The Mystery») recopila sus últimos éxitos jamaiquinos, y es en este registro donde afirma su superioridad. Este set representa la posición de este enigmático artista sobre la política, los asuntos sociales y la vida cotidiana. Tiene un estilo consciente, más universal, que bebe del rap, roots y R&B, manteniendo todavía un fuerte sabor de dancehall. Bien enmarcado tanto en los riddim clásicos (bajo, batería, eventualmente metales) como en las canciones hardcore, particularmente de moda en los sound-systems locales. ¡Bounty Killer crea de nuevo el evento! ¡Imposible de desarraigar e indestructible! ¡La Jamaica de abajo!