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Carlos de Nicaragua
Repatriación y liberación

En la pista de madera de un barco discoteca anclado en el Sena, latinoamericanos, franceses y africanos bailan y se calientan durante los blancos y nocturnos días de noviembre con el arrollador fuego musical de un nicaragüense llamado Carlos y su grupo Familia, pioneros de la salsa reggae.

Como su admirado Malcolm X, este músico y cantante de cuarenta años se deshizo de sus apellidos y ahora se hace llamar Carlos de Nicaragua, al igual que un rey, en su caso coronado tan sólo con su rebelde mata de pelo, reivindicando orgulloso sus orígenes caribeños. Para preservar sus trenzas de rasta del frío y la contaminación, Carlos lleva, por supuesto, un gorro, a lo Bob Marley, su ídolo de siempre.

"Desde que apareció Bob Marley por acá, por esta Tierra, dejó la semilla y nosotros fuimos conscientes , comenzamos a trabajar en su línea, en la línea de Bob Marley, con nuestros sound systems y conciertos", declaró el artista en una pausa de su concierto parisiense en el barco-discoteca "Blues Café".

"En el año 2001 lancé mi disco, con una estrategia de tipo underground, porque las casas disqueras no quieren a los rebeldes", dijo. Cuando sube a escena Carlos, lo hace vestido con una chaqueta militar deslavada que ostenta a la altura del corazón un escudo verde, amarillo y rojo, los colores de Etiopía. Pero su aspecto militar queda desmentido de inmediato por su manera de moverse y bailar, de arengar al público y recitar sus poemas preferidos.

Los orígenes jamaicanos de su familia -su nombre para el registro civil es Carlos Whiltshire Hamilton- instalada desde hace siglos en la Costa de los Mosquitos, lo llevaron naturalmente a descubrir sus raíces africanas.

Su admiración por los profetas del reggae -Bob Marley, Peter Tosh, Burning Spear...- lo llevaron a consagrarse a esta música, reinventándola y mezclándola con el tumbao de los ritmos bailables del Bronx y las otras grandes capitales de la salsa. Carlos accede a contar por encima su historia de sandinista, la experiencia revolucionaria que dejó allá del otro lado del mar, al alejarse de los montes para explorar su propio camino, que él descubrió en el cine, en la antropología, en la rebelión permanente y, sobre todo, en la música.

Al principio de los ochenta, se une a la asociación de artistas Youthman Unity con Daddy Yod, Pablo Master y General Murphy.

Fue uno de los precursores del concepto sound system en París con su propio Kupia Kumi Sound System. Fue otro sound system llamado Jah Wisdom quien produjo el single de Carlos, Mayombe Bombe, incluido también en la recopilación Jah Wisdom-Vocals & Dub. En esta época comparte cartel con los artistas underground parisinos como Tonton David y El General. En 1994 se une a Mano Negra de gira por el Estado español y edita El Alacrán para el disco Casa Babylon, conquistando audiencia con su lema "¡Escuche familia!" que coronaba sus irrupciones en el escenario.

1995 será el año de las rupturas y de la independencia musical. Deja Mano Negra y se desvincula también de Jah Wisdom, con quien acaba de coproducir el compact Mayombe Bombe, título precursor de un nuevo género musical, la salsa reggae. Tras dos años de trabajo y con la idea de regresar a los escenarios franceses y españoles, Carlos de Nicaragua se rodeó de músicos de talento que igual tocan salsa y reggae en una fusión natural y espontánea.

La salsa reggae original style nació para conquistar al público ávido de cadencias calientes y vibraciones positivas.

En París, donde vive, forma parte de la movida reggae, salpimentada por el ambiente latino, la salsa y la música tradicional caribeña, con una marcada inclinación por las cumbias colombianas. Sus compañeros son músicos de las Antillas, africanos y gente que anda en busca de una expresión personal.

Entre sus preferencias poéticas están Rubén Darío y el Nicolás Guillén de Sóngoro Cosongo. Uno de sus maestros musicales es Santana, a quien rinde homenaje permanentemente. Carlos de Nicaragua camina ahora por las calles de París, recitando a Rubén Darío y tarareando las canciones de su primer disco, una mezcla candente de salsa, reggae, cumbia y oratoria de barrio latino.

La vida de la gente del pueblito, de aquellos que sólo tienen sus brazos y su voz para luchar y cantar, es un tema recurrente en las melodías compuestas por este hombre, quien es de verdad un líder carismático. Toda su pasión es la música y el estilo de vida rasta, siempre presente en los acontecimientos musicales marginales parisienses de los artistas afrocaribeños que luchan por sacar adelante sus experimentos vitales.

"Mis planes son seguir la batalla para construir África, después de tanto tiempo de opresión, de alineación y de dominación. Ahora África tiene que ser libre. América ha sido liberada ya de alguna manera con el aporte africano: se dio una mezcla que produjo el rhythm´n´blues, el jazz, el hip hop, el rock, el reggae, la salsa... espiritualmente el mensaje está ahí. Nuestra gente latinoamericana tiene ahora que mirar a África, la Madre, de donde vienen la emoción y la razón".