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Raperas cubanas: Una fuerza natural
por Joaquín Borges-Triana / Juventud Rebelde Digital
Instinto

En el verano del 2004, ya no se puede negar que el rap hecho por cubanos es una de las expresiones culturales de nuestro país que más despierta el interés internacional. Ahora mismo, diversas publicaciones hablan del lanzamiento en Europa del proyecto denominado Clan 537, por la compañía Filmax Music, estructurado en torno a Molano, el mismo que hiciera muy popular en Cuba hace algún tiempo su tema El negro ese. Otra que parece que va a dar mucho de qué hablar en los medios especializados en la cultura hip hop es la guantanamera conocida como La Fresca, recordada por los seguidores de esta escena en Ciudad de La Habana gracias a sus presentaciones en el Café Cantante del Teatro Nacional en pasadas emisiones del festival de rap que se celebra en nuestra capital. En fecha reciente, ella ha grabado su primer disco, que si bien para gustos demasiado ortodoxos posee un fuerte acento comercial, nadie podrá discutir que tiene una altísima factura, con bases muy bien realizadas y algunos textos interesantes, como sucede en Vida no es.

Pero este no es el único caso de muchachas que entre nosotros han escogido el rap como medio de expresión. Siempre que se aluda a los pioneros del movimiento en nuestro país, habrá que referirse al trío femenino denominado Instinto. Yanet Díaz, Yudith Porto y Doricel Agramonte serán recordadas como una de las formaciones más cautivantes en nuestro contexto durante el pasado decenio. Es verdaderamente lamentable que Instinto, en su período de existencia, nunca llegase a grabar un fonograma propio, aunque temas suyos aparecen en diversas recopilaciones y además, intervinieron como invitadas en

varias producciones de otros artistas. En los conciertos en los que eran protagonistas, ellas sabían explotar al máximo su sensualidad y a la vez, armar un discurso provocador, que llevaba al auditorio al punto que deseaban. Su gran mérito consistió en que, además de poseer un flow singular, las tres eran excelentes cantantes y por ello, hacían un montaje de voces que las convirtió en una de las contadas agrupaciones que en Cuba han asumido el soul como lenguaje. Cualquier antología de lo mejor de la música cubana popular de la anterior década tiene que incluir el tema Kirino, un homenaje a Merceditas Valdés realizado por Instinto, memorable ejemplo del uso de las apropiaciones y la intertextualidad en los raperos cubanos.

Desde que la mujer se integra al rap en nuestro contexto, su fundamental objetivo ha sido, como el de todo artista, la conquista del público. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que este es un movimiento que hay que verlo como un espacio de participación eminentemente masculina, lo cual ha hecho que al propio tiempo de querer conseguir el favor de las audiencias, las raperas han debido tener como premisa que sus textos sean una defensa de lo femenino y así dar sus opiniones en torno a las relaciones de pareja y al papel de la mujer, tanto en la cultura hip hop como en una sociedad como la cubana, que pese a los esfuerzos por transformarla, sigue siendo en esencia machista. Una muestra del tratamiento del asunto se encuentra en la pieza Un montón de cosas, original de Magia MC, integrante de Obsesión. En el tema, a las claras se aprecian varios sentidos de autorreafirmación, es decir, como mujer y negra, enfrentada al mundo desde una cultura de resistencia.

Otro caso del discurso femenino en el rap cubano es el de Telmary Díaz (ex componente de Free Hole Negro), invitada en numerosas producciones discográficas como los álbumes de Yusa, Francis o el Art bembé, de Gema y Pável. Para mí, ella representa entre los cubanos lo más cercano a la figura de lo que internacionalmente se ha dado en llamar jazz-poet. En su discurso, se siente que junto a una moyubba se integran frases en spanglish, elementos del repentismo y un tipo de versificación que no se empeña a toda costa en la rima por la rima sino que persigue una poesía más profunda, que siempre nos está diciendo algo, aunque en ocasiones uno tenga la impresión de que lo lúdrico está en un primer plano. Si bien los tópicos urbanos de perfil callejero son fundamentales en su poética, cuando es necesario Telmary hace gala de una sólida formación intelectual.

En este recuento de la presencia de la mujer en el rap hecho en Cuba, también hay que mencionar los trabajos de Yula, Mariana, Las Krudas (para mí, uno de los más significativos al abordar asuntos como la condición de la mujer negra, el enfrentamiento al machismo tradicional o una cuestión tan poco tratada en el arte como es la de la menstruación y que ellas resuelven muy bien en su creación titulada 120 horas rojas); Yanet, Diamara, Doricep (ex integrante de Instinto y ahora en las filas de una nueva agrupación denominada Soy), Explosión Femenina (renombradas a finales del 2003 como OYE Habana) y Las Positivas. Todas ellas son sencillamente una fuerza natural.