Plusvalías de la dictadura

La dictadura imperante explica mejor que cualquier otra razón las ganancias empresariales contabilizadas hasta septiembre

Carlos Sánchez Ramos

Los diarios han destacado los óptimos resultados que en los primeros nueve meses de este año lograron las empresas industriales y financieras. A 1,4 billones subieron las utilidades de los bancos, suma cercana al doble de las ganancias obtenidas en el mismo período del año anterior. Por su parte 116 industrias se hicieron a 2,4 billones. En este caso el ascenso fue del 668%.

¿Cuál es la causa de un éxito tan notable? La recuperación general de la economía es incipiente y los entendidos no la consideran definitiva. Algunos analistas tienen atada su esperanza a la reanimación de la economía estadounidense para el año entrante, el 2004. Tienen fe en que la demanda proveniente de Norteamérica pondrá a trabajar con celeridad los campos y las fábricas colombianas y que entonces el crecimiento -que hoy es menor que el de Argentina- subirá unos cuantos puntos.

Se mira hacia el exterior, porque la demanda interna actual continúa estancada a causa del desempleo y de los ingresos bajos de los trabajadores ocupados. La reforma tributaria en proceso reducirá aún más los niveles de consumo. La productividad no exhibe un cambio favorable capaz de explicar los pingües beneficios atrás referidos. El gasto público, congelado por la política de reajuste fiscal, tampoco tiene fuerza suficiente para impulsar el movimiento de las empresas. Muchos claman por una baja de las tasas de interés con la creencia de que esa medida sí redimiría la producción. Entonces ¿por qué hay utilidades tan agigantadas?

Preguntas similares se formulaban hacia 1956 a propósito del rápido ascenso de la economía brasileña. Los estadistas estadounidenses dieron la respuesta. El crecimiento impresionante era el triunfo de una "democracia de mercado", de un capitalismo que había sabido reducir a cenizas "el estatismo izquierdizante" y aplicar en cambio "métodos modernos de desarrollo industrial". Brasil se había transformado en el campo libre para las inversiones privadas.

Todo eso era posible porque se había establecido un Estado de seguridad nacional, dirigido desde Washington y administrado por un puñado de generales fascistas. Un golpe militar, dijo el embajador yanqui, Lincoln Gordon, había sido el autor de esa "gran victoria para el mundo libre". La represión violenta se extendió en esa época desde Brasil por toda Latinoamérica y manchó de sangre su territorio durante varias décadas.

La euforia de los medios de comunicación que informaron acerca de los balances económicos nos recordó la euforia de hace 50 años. Nos recordó así mismo el regocijo con que fue celebrado el milagro económico chileno inaugurado por Kissinger y por Pinochet.

Sésamo, ábrete

Las ganancias de los bancos y las industrias en los meses pasados no nacen del dinamismo de las empresas productivas. Se originan en los salarios reducidos hasta donde parecía imposible. En los salarios no ajustados en proporción al índice de inflación. En la eliminación de las prestaciones sociales. En el sistema de trabajo temporal. En los despidos masivos que obligan a quienes conservan el empleo a trabajar con multiplicada intensidad.

Vienen de la imposición de tributos no progresivos, que desconocen los diversos niveles de capacidad económica. Del régimen de exenciones y garantías para las ganancias de los acaudalados. De la libertad de movimiento de capitales. Del despojo efectuado a través de los precios de monopolio.

Francis Fukuyama decía que entre democracia liberal y altos niveles de desarrollo económico capitalista hay una "conexión", pero no necesaria. "Una dictadura podría ser potencialmente mucho más funcional para abrir las puertas a una sociedad moderna", es decir una sociedad donde imperen las imposiciones del capital. Cita como ejemplo, "el poder dictatorial" utilizado durante la ocupación norteamericana de Japón".

Pues bien, el régimen colombiano que amenaza borrar derechos y libertades consagrados en la Constitución so pretexto de combatir el terrorismo; el régimen de las zonas de rehabilitación, donde impera la fuerza coaligada del Ejército y de los paramilitares, según han denunciado organizaciones de derechos humanos; el régimen que arroja a la prisión grupos de campesinos capturados en verdaderas partidas de caza; el régimen que impulsa la impunidad para los delitos de lesa humanidad perpetrados por las llamadas autodefensas; el régimen que desconoce la voluntad popular expresada en la derrota del referendo; el régimen orientado por la alianza de empresarios y militares, auspiciado y financiado por Norteamérica; el régimen que conculca la libertad de prensa, ese régimen es una dictadura y esa dictadura explica mejor que cualquiera otra hipótesis las ganancias capitalistas del año que corre.

Por eso, imitando una frase dirigida al monarca español por el virrey del Perú, conde de Lemos, para condenar la explotación de los indios en las minas de plata, podemos decir que las ganancias contabilizadas a fines de septiembre no son dinero acumulado sino lágrimas, sudor y sangre de los trabajadores.

 
Actualizado: 06.12.2003 13:50