La Guerra Nacional Revolucionaria en España

"No es bastante aprender de memoría varias tesis del marxismo leninismo para evitar los errores políticos, sino que es indispensable para el Partido Comunista analizar la situación concreta interior e internacional con el mayor cuidado y estudiar con gran seriedad su acción recíproca y su alineamiento. Únicamente un análisis que no sólo hace una comparación general de la situación en un momento dado con la de otras épocas y en otros países; sino un análisis que también tome en cuenta los rasgos y carácterísticas específicas de la situación, puede servir como punto de partida para la formulación de una línea política justa".

Esta cita encabeza el trabajo titulado "Las enseñanzas de Stalin, guía luminoso para los comunistas de España", trabajo en el que José Diaz hace el análisis de la Guerra Nacional Revolucionaria.

La historia de la guerra civil española ha preocupado largamente a los anticomunistas de todos los pelambres, que han tratado de envilecer a los comunistas españoles, a la Internacional Comunista, y a Stalin. Se han escrito casi tantas páginas de mentiras sobre la lucha en España como sobre la Revolución de Octubre. Este artículo es un breve intento de rescatar algunas lecciones para la clase obrera, lecciones ocultas bajo ese manto de escombros.

Veremos que el estudio de la guerra tiene valor práctico para los comunistas de hoy en varios aspectos. Veremos que el Partido Comunista de España (PCE) y la Comintern ofrecieron el único liderazgo efectivo -político y militar- en la lucha contra el fascismo en España. El PCE, a diferencia de todos los grupos de "izquierda" tan queridos por los escritores anticomunistas, desde Orwell hasta Chomsky, fue capaz de organizar a cientos de miles de trabajadores como una fuerza militar poderosa, a pesar de las enormes dificultades materiales y de sus propias debilidades.

¿Cuáles eran las condiciones generales de España cuando el advenimiento de la II Republica? ¿Qué representaba realmente aquella en las condiciones políticas de entonces? ¿Cuál era la situación del proletariado?

En primer lugar, como señala José Díaz en el trabajo antes citado, "España era un país agrario, de tipo pequeño-burgués, con considerables restos de feudalismo. Este carácter general del país no ha cambiado durante los cinco o seis años de revolución democrático-burguesa (de abril de 1931 a julio de 1936) que precedió a la Guerra Nacional Revolucionaria. El 59% de la población trabajadora se dedicaba a la agricultura y solamente un 20% a la industria, transporte y comercio".

Este carácter predominantemente agrícola del país es el primer dato importante a tener en cuenta para abordar el análisis de la situación política, del carácter de la revolución y de las principales fuerzas sociales en pugna.

En segundo lugar, "España era un país capitalista que oprimía a los pueblos coloniales; sin embargo, al mismo tiempo, España era un país extraordinariamente dependiente del capital extranjero, un país que era el teatro de la lucha entre determinados poderes imperialistas que querían consolidar su propia influencia en este país a expensas de sus rivales".

Este carácter imperialista y a la vez dependiente de España es el segundo dato importante a tener en cuenta para abordar el análisis del desarrollo de los acontecimientos posteriores en el país y la importancia que éstos tuvieron en la arena internacional.

En tercer lugar, "la situación internacional estaba caracterizada por la intensificación de las contradicciones entre diferentes poderes imperialistas, a pesar de que esta intensificación no les había llevado hasta el desencadenamiento de la guerra. En otras palabras, había todavía la posibilidad de formar un frente único de la reacción contra la España revolucionaria".

Esta situación internacional existente cuando la sublevación fascista, y hasta después de acabada la guerra, es el tercer dato importante a tener en cuenta para analizar la política del Partido en el transcurso de la guerra.

En lineas generales, ésta era la situación existente en el periodo del 31 al 36 y aún durante la guerra. En este marco es donde se produce la revolución de abril de 1931.

En España, con el primer Gobierno y otros que le siguieron durante los primeros años de la República, sucedió lo que con el Gobierno salido de la revolución de febrero de 1917 en Rusia: "todo el curso de los acontecimientos de la revolución de febrero, escribía Lenin entonces en 'Carta desde lejos', muestra claramente que las embajadas inglesa y francesa, con sus agentes y sus 'relaciones'... organizaron directamente el complot con los Octubristas y los demócratas constitucionalistas, con parte del generalato y la oficialidad del ejército, sobre todo con la guarnición de Petersburgo, para deponer a Nicolás Romanov".

Éste era el verdadero carácter del Gobierno "socialista" de Kerenski, un instrumento de la burguesía monopolista y de los terratenientes aliados al imperialismo extranjero. Algo parecido sucedió en España, y si en Rusia se precipitaron los acontecimientos, al igual que años más tarde de restaurada la República sucedió en España, no fue por otra causa que por la guerra imperialista. El mismo reaccionario general Sanjurjo describió así la caída de la monarquía Borbónica: "Salvo muy contados funcionarios ... los demás se limitaban a cubrir el expediente. Un gobierno se reúne en el Palacio Real; otro en ciernes está reunido en la calle Príncipe de Vergara... este Poder de hecho recibe el acatamiento del mando de la Guardia Civil".

Fácilmente se comprende que el Gobierno Provisional de la República constituido en base al "Pacto de San Sebastián", no era otra cosa que el intento desesperado de la alta burguesía, la aristocracia terrateniente y el imperialismo de llevar a cabo algunas reformas para contener la oleada revolucionaria en ascenso, utilizando para ello a los políticos pequeño-burgueses y a los jefes de la socialdemocracia a fin de desviar el impulso revolucionario de las masas. Ciertamente, las condiciones que se crearon entonces, desde el punto de vista político, no eran las mismas que las imperantes durante el período anterior. España había dejado de ser una monarquía y comenzó a ser gobernada por demócratas y socialistas, lo cual, a pesar de los planes de la oligarquía y sus lacayos, imprimió un desarrollo sin precedentes a la lucha de clases.

La República estableció el sufragio universal (para ambos sexos), promulgó una tímida reforma agraria, expandió la educación pública y redujo las prerrogativas del Ejército y la Iglesia. Catalunya y el País Vasco obtuvieron una independencia limitada y el gobierno municipal de Barcelona se reorganizó como gobierno catalán, llamado la "Generalitat". (1)

En 1932, el general Sanjurjo dirigió un pequeño grupo de monárquicos, terratenientes, clericalistas y oficiales del Ejército en un golpe contra la República, pero al faltarles apoyo de las principales fuerzas de la clase dominante, fracasó. En las elecciones de noviembre de 1933, sin embergo, las fuerzas de la derecha hicieron avances sustanciales. El principal partido en las Cortes era la católica Confederación Española de Derechas Auténticas (CEDA), pero el primer gobierno se formó como una coalición de partidos de centro, que detuvieron o revocaron muchas de las anteriores reformas y amnistiaron a Sanjurjo. (2)

El Partido debería haber encabezado la lucha por la realización de la revolución democrático-burguesa pendiente, forjando la organización independiente y la unidad del proletariado y su alianza con el campesinado. Debería haber unido la consigna de la lucha contra el viejo régimen semifeudal y monárquico a la creación de soviets y otras formas de organización política de las amplias masas, y haber desplegado una amplia campaña de explicación y movilización para llevar a cabo las reformas democrático-revolucionarias en los campos económico, político y social; tendría que haber armado al pueblo para llevar la lucha contra los reaccionarios y sus instituciones hasta el fin, desarrollando y consolidando las conquistas democráticas de las masas para llevar la revolución democrática a la etapa socialista. Todo esto no se hizo debido a la división y a la confusión que predominaba entre los obreros, a la debilidad del Partido y al oportunismo que predominaba en su dirección.

Pero a partir de aquel momento las cosas comenzaron a cambiar. Ante todo, la clase obrera necesitaba un partido esclarecido y fuerte.

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Notas

(1) Hugh Thomas, La Guerra Civil Española, capítulos 3 al 7.

(2) Ibid, capítulos 7 y 8.